Capítulo 15 : Pasatiempo

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DAVEN


Regresé a la escuela tras cinco días de suspensión. Tuve la tranquilidad de no reprobar exámenes importantes. Gracias a Dios, no hubo ninguno programado para esa semana, aunque sí para la siguiente. Lo cual significó que Row, Mitch, Zac e Incluso Tyler (que apenas y escribía su propio nombre) tomaran un montón de apuntes para mí. Estuve tan agradecido, que juré invitarles una hamburguesa a cada uno la próxima vez que fueran a Mochee's. A Mitch le daba igual la comida, así que rechazó mi ofrecimiento asegurando que se sentiría realmente satisfecho conmigo si accedía a cubrirlo con Skyler en caso de que surgiera algo, como si no lo hiciera todo el tiempo. Sabía que se refería a vigilar que no hubiera moros en la costa cuando se metiera con otras chicas, (y con moros en la costa me refiero a las amigas siempre vigilantes de su flamante novia). Era un fastidio. No sabía por qué no la dejaba y ya.

—¿Estás loco, viejo? —me reprochó la vez en que se lo mencioné. —Skyler es guapa y brillante. Jamás la dejaría.

—¿Entonces para qué vives engañándola? La pobre se la pasa vigilándote todo el tiempo.

—Sí, pero es caliente, mis padres la conocen y estudiará arquitectura.

—¿Y las demás?

—No sé, me gusta divertirme.

Francamente, no entendía su razonamiento. Pero, por otro lado, yo era el menos indicado para criticarlo. Había engañado a chicas, también. Era más fácil decir una mentira que enfrentarse al drama que muchas veces traía la verdad. Aunque con el tiempo terminé aprendiendo que, a largo plazo, los engaños dejan mayores consecuencias. Lágrimas innecesarias, una pila de rencor y una fama de rompecorazones. A mis dieciocho, ya no mentía con el cuento de "eres la única", sino que adornaba mis pretensiones de tener sexo con halagos, demostraciones de atención y palabras susurradas. Una vez que lo obtenía, había pocas probabilidades de que la diversión se extendiera durante más de unas semanas. Seguía habiendo drama, pero yo me justificaba con el clásico "jamás prometí algo". No sabía en qué me convertía aquello y no me importaba, porque cuando eres un adolescente las hormonas te controlan.

Nunca al contrario.

—Oye, D, el entrenador quiere verte. —me informó Steve a la hora del almuerzo, cuando me dirigía al comedor. —Está esperándote en los vestidores.

—Me muero de hambre.

—Dijo que te apresuraras.

Suspiré imaginando que ya podía ir despidiéndome de mi título de capitán. Supongo que tuve suerte de que no me hubiera echado del equipo el mismo día de la pelea, pensé mientras cambiaba la dirección de mis pasos. Sin embargo, aparte de unas duras palabras que me sirvieron de regañina y la mirada severa del entrenador, junto con un par de advertencias que no dejaban lugar a dudas que sería expulsado del equipo al próximo error, no hubo consecuencias graves. Fue como si me quitaran un peso de encima, y ello sirvió para darme cuenta de que Willow tenía razón: la satisfacción de estampar mi puño contra el rostro de Miller no valía el miedo a perder lo único que me garantizaba una oportunidad para el futuro.

Y ahora que pensaba en Willow, recordé que no haberla visto en todo el día. A decir verdad, no la veía desde la pelea, y eso había sido una semana atrás. Le escribí un par de veces a lo largo de ese tiempo proponiéndole estudiar en el claro después de la escuela, pero ella se negó alegando que tenía deberes y salidas pendientes con sus amigos nerds. Como no quería parecer un chico desesperado, lo dejé pasar. El último mensaje que recibí de su parte, provino de un número desconocido. Ella me dejaba saber que su teléfono se había averiado y que ahora usaba uno de repuesto que Nathalie le cedió temporalmente. Mi respuesta fue seca, un simple "lo guardaré, cuídate". A partir de entonces, no supe otra cosa.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora