Hijos de la Luna ( Terminado)

Capitulo 1

Capítulo 1

Me encontraba apoyada en el espaldar de mi cama, leyendo un libro, bueno, en realidad releyendo por quinta vez la misma página ya que no lograba concentrarme, cuando al fin me convencí de que no lograría nada por más que lo intentara, dejé el libro a un lado.

Miré mi habitación: las paredes de color lila, ya gastado con los años, el pequeño closet de madera color blanco, la mesita de noche con una lámpara, el estante donde acomodaba mis libros y la ventana cerrada con tablas de madera clavadas, gracias a que mi madre piensa que por ahí podrían verme, algo totalmente estúpido para mí, pero necesario para ella.

Me coloco boca arriba en mi cama, viendo las estrellas mal cortadas de cartón verde fluorescente que pegué cuando era niña, siempre llamó mi atención el cielo nocturno, lleno de preciosas estrellas y La Luna; la gran protagonista que volvía nuestras noches más iluminadas. Era extraña la forma en que La Luna siempre ha llamado mi atención, aún más el hecho de que nunca la he admirado en persona, puesto que no tenía permiso de salir en ningún momento de la casa, menos en la noche ya que esta daba fuerzas a las criaturas: Seres de la oscuridad, animales salvajes con el único propósito de destruir toda la vida que habitaba en el mundo. Y lo peor, tenían la capacidad de transformarse, lo que los vuelve indetectables al ojo humano, o eso dice mi madre.

Pensar en esas horribles criaturas, las causantes del encierro impuesto por mi progenitora me hacen sentir molesta.

Desde que tengo uso de razón estoy en esta casa, no conozco nada más aparte de estas triste paredes. En muy contadas ocasiones madre me ha permitido salir al patio solo por un momento, para poder sentir los rayos del Sol, la brisa fresca tan característica de este lugar, pero sólo de día. Hace exactamente 2 largos años no me saca, ya que estos últimos los pasé peleando con ella por poder salir, lo que provocó su enojo y así tomó esa decisión la cual ha vuelto aún más insufrible mi vida, y yo que creí que eso ya no era posible.

Sentí mi estómago rugir exigiendo comida, así pues, me dispuse a salir de mi cuarto, bajé las escaleras de madera, las cuales crujían bajo mis pies descalzos. Al llegar a la cocina me dispuse a calentar el pollo en salsa blanca que preparé ayer.

Cuando terminé de comer lavé el plato y ordené la casa, algo que es muy tedioso, pero al menos mantenía mis tortuosos pensamientos a raya. Una vez terminada mi labor, tomé uno de los tantos libros que mi madre compraba para mantenerme controlada y que no intentara escapar, lo cual sería imposible ya que todo está muy asegurado y las llaves guardadas en su habitación, la cual nunca conocí, ya que la mantiene cerrada.

Escuché el sonido de la cerradura, abrí mis ojos y me incorporé del sofá en el que estaba acostada. No sé en qué momento me quedé dormida, escuché el sonido nuevamente y volteé mi cara a la puerta.

Ahí estaba ella, con su traje de secretaria color crema, que constaba de una falda larga hasta las rodillas, una camisa de botones y una chaqueta, todo del mismo color.

-Madre-pronuncié con la voz un poco ronca, como siempre que despertaba.

-Annica- dijo con su voz suave pero firme, mientras se quitaba la peluca castaña y soltaba su hermoso cabello rojo fuerte.

- ¿Cómo te fue en el trabajo? -pregunté algo tímida, ya que su presencia siempre causaba algo en mí. Temor- grito mi subconsciente, pero lo ignoré.

-Bien- se dirigió a las escaleras y comenzó a subirlas -Annica- al escucharla volteé -Prepara la cena - y desapareció.

Ahí nos encontrábamos las dos, comiendo espaguetis con albóndigas y tomando jugo de naranja, en completo silencio, como dos completas desconocidas y aunque me doliera admitirlo eso éramos. No recuerdo tan sólo un momento de madre e hija que hubiéramos tenido. A veces dudaba de que fuese mi madre, lo cual era tonto ya que éramos idénticas, con las pequeñas diferencias de que mi cabello, a pesar de ser rojo, daba la ilusión de ser castaño y mis ojos no eran de ese verde tan llamativo como los de ella.