Capítulo 27

511 35 1
                                    

ZOE

— ¡Pero es que no lo entiende! Necesito ver a mi hija ya,— suplico desesperada.

— Lo entiendo, pero...

— No, señor. No diga que lo entiende porque no es así,— le digo furiosa.

— Yo solo estoy aquí para ayudarla, señorita Harrison,— me dice seriamente.— Entiendo su desesperación. Créame que he visto muchos casos como el suyo, pero aún no he encontrado nada que pueda incriminar a su marido para quitarle la custodia de su hija.

Tiene razón.

Desde que volví a Payson, he luchado con uñas y dientes por recuperar a mi hija y seguiré haciéndolo hasta que esté a mi lado. Contraté a un detective privado, ya que la justicia me dejó de lado, para poder recabar pruebas incriminatorias que acusen a Aaron Walker de ser un mal padre.

— Disculpe,— su gesto se relaja y me mira con algo de pena,— sé que usted hace todo lo que puede, pero, ¿no hay nada que se nos haya escapado?

— Lamentándolo mucho, las pruebas que el señor Walker tiene contra usted son mucho más contundentes que las que tenemos nosotros.

— ¿Y no podemos recurrir esas pruebas? Desde que me quitó a Hope, no he vuelto a probar las drogas, ¡y de eso hace ya dos años!— alzo la voz perdiendo los nervios.

— Tranquila, señorita Harrison,— toma mi mano por encima de la mesa intentando que me calme.— Que no hayamos encontrado aún nada, no quiere decir que no lo haya,— eso hace que las esperanzas que creía tener pérdidas, vuelvan a mí con más fuerza.— Usted vio en primera persona en qué lugar vivía. Podemos alegar que ése no es un buen lugar para que crezca una niña.

— ¡Perfecto! Vayamos a juicio entonces.

— No es suficiente, señorita Harrison,— resoplo ofuscada; nunca es suficiente.— Necesitamos algo más contundente. Lo de su vivienda es un plus que nos servirá para reforzar nuestros argumentos. Ningún abogado en todo el estado aceptará ir a juicio con pruebas tan poco sólidas.

— Aaron es un canalla...

— Estoy seguro de ello. Por lo que he podido comprobar, no tiene bien atendida a su hija,— mi corazón de estruja al escucharlo.— Pero siguen sin ser pruebas sólidas. Intente recordar algo de cuando estaban casados. Cualquier cosa, por mínima que le parezca, me podría servir para tirar del hilo.

— De acuerdo,— suspiro con resignación.— Pensaré en ello y le llamaré si se me ocurre algo,— él me da una sonrisa intentando reconfortarme, pero no lo consigue.

— Muy bien, pues eso es todo. Le llamaré si descubro algo,— asiento y se marcha del taller.

Yo entro a la oficina y me siento apoyando la cabeza en mis manos. Esto nunca acabará. Noto que no avanzo y me agobio más y más viendo como el tiempo pasa y yo no estoy ahí para ver a mi hija crecer. Podíamos haber llegado a un trato y así tener la custodia compartida, pero ese cabrón quiso verme sufrir. Estoy segura de que Hope no le importa ni lo más mínimo.

— ¿Ya vuelves a engañar a mi chico?— la voz de Roy hace que me sobresalte.

¿Qué quiere este imbécil ahora?

— No estoy de humor para tus tonterías, Roy,— digo mientras me levanto de la silla.

Recojo los papeles que tenía esparcidos sobre la mesa. No porque tenga una obsesión con el orden, sino porque prefiero hacer cualquier cosa antes que mirarle la cara a este impresentable.

— Sale un hombre del taller a estas horas, ¿y te haces la indignada?— Suelta una carcajada falsa.— La traidora vuelve a traicionar a su chico y como está ciego por ti, no se dará cuenta de que te vuelves a reír en su cara.

— No tienes ni idea de lo que estás hablando,— me lo encaro poniéndome a centímetros de él, así que será mejor que cierres esa bocaza y te marches de mi propiedad,— digo señalando a la calle.

— No me pienso ir a ningún lado, bonita,— sisea divertido.— Si no dejas en paz a mi chico, te las verás conmigo y, créeme, eso no te será agradable.

— ¿Me estás amenazando?— la ira me hierve por dentro.

— Tómatelo como un buen consejo de un buen amigo,— sonríe con autosuficiencia.

— Vete de una puta vez. No te lo vuelvo a repetir otra vez,— digo descargando toda la rabia que tengo por él y la frustración que siento por el padre de mi hija.

— En mí no mandas, traidora,— no aguanto más y le cruzo la cara con la mano.

Roy retrocede unos pasos tocándose la cara y haciendo movimientos con su mandíbula mientras se ríe.

— La traidora pega fuerte...

— No me vuelvas a llamar así. Yo no soy ninguna traidora.

— ¿Ah, no?— finge una sorpresa exagerada.— A ver, déjame pensar...,— coloca un dedo sobre su barbilla.— Primero, abandonaste a Kurt cuando más te necesitaba. Después te marchaste del pueblo y abandonaste a los Clouds Temple, la que era tu familia,— bufo por lo estúpido de ese comentario.

— No seas hipócrita, Roy,— me cruzo de brazos y niego con la cabeza.

— No he terminado, guapita,— me enferma que me hable con ese desdén y esa chulería.— Cuando supimos de ti, te habías unido a los Busters, nuestra banda rival. Y ahora le eres infiel a Kurt. ¿Qué más se necesita para ser una traidora?— abre sus brazos en cruz.— Kurt está ciego, pero no es tonto. Dentro de poco se dará cuenta de la clase de persona que eres y yo me encargaré de ello en primera persona.

— De lo único que se dará cuenta Kurt es de la mierda que tiene como referente. Si Kurt acabó en la cárcel fue por tu maldita culpa. Te veía como un padre y tú lo abandonaste. Igual que abandonaste a Burrows,— le escupo en la cara y él se limpia furioso con la palma de la mano.

Sin miramientos me da un golpe en la cara que hace que me caiga al suelo.

— Calla esa puta boca, zorra de mierda,— se agacha y me señala con un dedo.— Acabaré contigo antes de que acabes con mi Club.

— Kurt te matará por lo que acabas de hacerme,— noto que mi labio sangra.

— No hará nada, ¿quieres saber por qué?— sonríe y me levanta del brazo haciéndome daño.— Porque tu no le dirás nada.

Yo río incrédula.

— ¿Qué te hace pensar eso?

— Porque haré que los Busters terminen de cobrarse la deuda que tu padre tiene con ellos,— abro mis ojos asustada. ¿Cómo sabe eso Roy?— Y tanto tú como yo sabemos que esa deuda a estas alturas solo se saldará con su vida.

— Los Busters no trabajan para ti,— titubeo al decirlo por el miedo.

— Los Busters no han matado aún a tu padre porque Kurt me lo pidió. Negocié con Adkins para dejarles el camino de la venta de droga totalmente libre a cambio de saldar la deuda con tu padre,— joder, Kurt, hiciste un trato con el diablo.— Pero con una sola llamada mía, el trato quedará anulado y los Busters no permitirán parecer débiles.

— No lo harías. Kurt...,— él se ríe en mi cara.

— Kurt no hará nada porque le haré creer que los Busters se tomaron la justicia por su mano y quebrantaron nuestro trato,— se encoge de hombros.— Yo no tendré nada que ver.

— Eres un...

— Soy lo que tú quieras, princesa. Pero tú ya te puedes ir alejando de Kurt.

Me agarra del cuello y me acerca a su boca besándome bruscamente. Yo me intento apartar con todas mis fuerzas, pero no consigo ni siquiera moverlo del sitio. Roy me suelta con la misma fuerza y me vuelve a tirar al suelo. Se limpia la sangre de la boca que supongo que es la que sale de mi labio por su primer golpe y ríe.

— Espero que hayas disfrutado de ese beso porque será el último que te dé un Clouds Temple.

Dice eso y se marcha.

Yo me arrincono contra la pared y escondo mi cabeza entre mis brazos mientras sollozo.

¿Qué voy a hacer ahora?

CLOUDS TEMPLE: Pacto de moteros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora