Capitulo 13

8.7K 486 285
                                    

                             Lauren

—¿Quién coño eres tú, Lolo?

El no de Camila, las palabras de la Jodida Camila Cabello  acechaban mi mente. No, habían tomado posesión de mi maldita mente mientras conducía mi Camino como alma que lleva el diablo hacia mi estudio. Había dejado a Dinah y Taylor. No le dije a nadie que me iba. No pude. No podía hacer frente a todo el mundo en esa maldita suite, todos deseaban que yo no me encontrara allí. Las personas que creían que era basura, me miraban como si no quisieran nada más que desapareciera... Camila y Ally me miraban como si fuese a caminar hacia ellas, sacar una pistola y asesinarlas.

¡Camila! Cristo, ¿cómo iba a temerme ahora? ¿Ahora que le había mostrado mi verdadero yo? ¿Acaso ninguno de ellos entendía que hice lo que hice en mi pasado fue por mi familia? Tomé el único camino disponible para mí y mantuve a mi famiglia, conseguí que no le faltara la medicación de mi mamma. Y sí, pagué con sangre, sangre King... pero ¿qué demonios se suponía que debía hacer? Era solo una joven tratando de arreglar los malditos problemas que no podía solucionar...
Al ver un letrero de neón rojo de una tienda de licores, giré bruscamente a la derecha y detuve mi auto. Saltando hacia la tienda, me dirigí directamente a las filas de whisky y agarré una botella de Patrón y Jägermeister.
Necesitaba ahogarme en licor por un tiempo.

Quería olvidar quién era por un momento... al menos por esta noche. Olvidarme de todo. Las últimas semanas, los últimos años... todo... sólo por un rato.

Pero mientras caminaba hacia la caja registradora, la maldita grabación en español a todo volumen por los altavoces de hojalata cambió, la familiar melodía latina me hizo detener en seco.

Parecía que mientras quería olvidar, Dios tenía otros planes.

Cerrando los ojos, todavía podía ver bailando a Camila esta canción, "Amor Prohibido", de pie en su camisa blanca y botas rosa Doc Martin, balanceando sus caderas mientras pintaba la pared de la galería.

Al oír al pequeño individuo mexicano moverse detrás del mostrador, abrí los ojos para encontrarlo observándome, con una expresión de terror en sus ojos. Su mano estaba escondida bajo el mostrador cerrado. Realmente tuve que esforzarme por no enloquecer.

Había tratado con todas mis fuerzas aprender a frenar la ira que acumulaba en mi interior. Pero a veces, me esforzaba, realmente luchaba contra ella.

Caminando hacia delante, la cara del hombre palideció cuando dejé las tres botellas sobre el mostrador y saqué algo de dinero. Tragó saliva, y luego extendió la mano temblorosa para tomar el dinero en efectivo.

Estrechando los ojos, espeté:

—Quédate con el cambio. —Antes de agarrar las botellas y salir por la puerta.
Cuando el aire fresco de la noche golpeó mi rostro, me detuve, tensando los músculos mientras trataba de calmarme. Sin aliento, me dirigí a mi auto.

Me deslicé en el asiento del conductor y miré a mi derecha al ver a un grupo de chicos en la parte trasera del centro comercial. Mi estómago se revolvió. Cada uno de ellos estaba vestido con oscura ropa holgada, con los tatuajes de pandilla cubriendo cada centímetro de su piel... y lágrimas entintadas corrían por sus mejillas, demostrando a quien pertenecían.

Mirar a los hermanos riendo mientras estaban juntos, intercambiar coca o la mierda que fuera, sentí un momento de nostalgia. La única vez que sentí que pertenecía en esta vida fue con los Heighters.

Sweet hope; Camren GiPWhere stories live. Discover now