⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 7 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil.
El asesinato de Dumbledore dio comienzo oficial a la segunda guerra mágica, las muertes y el miedo iban en aumento en todo el mundo ante la gran amenaza que impli...
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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑇𝑊𝐸𝑁𝑇𝑌 𝐹𝑂𝑈𝑅 ) 𝚎𝚕 𝚏𝚞𝚎𝚐𝚘 𝚖𝚊𝚕𝚍𝚒𝚝𝚘.
El furor de la batalla murió en el momento que cruzaron el umbral y cerraron la puerta tras ellos. Todo estaba en silencio. Estaban en un lugar del tamaño de una catedral con la apariencia de una ciudad, sus altísimas paredes estaban cubiertas de objetos escondidos por miles de estudiantes hacía mucho tiempo.
—¿Y nunca se dio cuenta de que cualquiera podía entrar? —preguntó Ron, su voz resonó en el silencio.
—Pensó que era el único —dijo Harry—. Qué lástima que yo tuviera que esconder cosas en mis tiempos… por aquí —añadió—. Creo que está por aquí abajo…
Pasaron delante del trol disecado y el armario evanescente que Draco había arreglado el año anterior. Entonces miraron arriba y abajo las pilas de trastos; no parecía haber nada por allí cerca. Había cambiado de lugar o peor aún, alguien se había llegado la diadema.
—¡Accio diadema! —gritó Hermione en desesperación, pero nada voló por el aire hacia ellos.
Parecía que, como en la cámara de Gringotts, la habitación no cedería los objetos ocultos tan fácilmente.
—Separémonos —le dijo Harry a los otros tres—. ¡Busquen un busto de piedra de un anciano con una peluca y una diadema! Está sobre un armario y definitivamente en algún lugar cerca de aquí…
Se apuraron por los pasillos contiguos. Alaska podía escuchar los pasos de los otros resonando sobre las elevadas pilas de trastos, de libros, sombreros, cajas, sillas, libros, armas, escobas, bates… Se adentró cada vez con más profundidad en el laberinto, buscando, la respiración le retumbaba en sus oídos y su misma alma parecía temblar. Algo más llamó su atención.
A unos metros de ella había un armario viejo, pero no de roble como Harry había descrito. Se acercó de todos modos, no quería dejar ningún lugar sin revisar. Abrió las puertas que crujieron ante el movimiento; el armario tenía calderos oxidados, botellas con pociones de aspecto dudoso, libros viejos sobre hematomancia y un viejo libro con tapa de cuero desgastado y una dura revestidura. No era lo que buscaba, pero Alaska lo tomó de todos modos.
Intrigada, lo abrió y hojeó las páginas amarillentas. Descubrió fotografías de antiguos alumnos y eventos escolares, parecía un anuario que algún estudiante había creado, las fechas indicaban que se trataba de décadas atrás. Fue en la sección dedicada a los estudiantes destacados donde encontró un retrato que capturó su atención. Una imagen en blanco y negro de una joven que parecía radiante a pesar de los apagados colores, sonreía con orgullo a la cámara mientras ladeaba la cabeza: era su madre.
Era la primera vez que Alaska veía a su madre en una fotografía, no fue difícil reconocerla. Su nombre estaba especificado bajo la fotografía y ambas eran sorprendentemente similares físicamente. El cabello claro, los ojos penetrantes; era como mirarse a través del tiempo.
