⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 7 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil.
El asesinato de Dumbledore dio comienzo oficial a la segunda guerra mágica, las muertes y el miedo iban en aumento en todo el mundo ante la gran amenaza que impli...
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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑇𝑊𝐸𝑁𝑇𝑌 𝑇𝐻𝑅𝐸𝐸 ) 𝚎𝚕 𝚑𝚘𝚛𝚛𝚘𝚌𝚛𝚞𝚡 𝚙𝚎𝚛𝚍𝚒𝚍𝚘.
El techo encantado del Gran Comedor estaba oscuro y salpicado de estrellas, y bajo él las cuatro largas mesas de las Casas estaban comenzando a ser ocupadas por estudiantes desaliñados, algunos con capas de viaje, otros en bata. Estaban escuchando la charla de algunos miembros de la Orden mientras esperaban a que todos los estudiantes se instalarán en su respectiva mesa. Aquí y allá brillaban las figuras blanco perladas de los fantasmas del colegio. Cada ojo, vivo o muerto, estaba fijo en la profesora McGonagall, que estaba preparándose para hablar desde la elevada plataforma en lo alto del comedor.
Detrás de ella se encontraban el resto de profesores, incluyendo al centauro palomino Firenze, y los miembros de la Orden del Fénix que habían llegado para luchar.
Alaska miró a su alrededor, observó con detenimiento la mesa de Slytherin hasta que encontró a quien buscaba. Con una mirada le indicó a Harry que se alejaría por un par de minutos.
-Todo esto es un caos, ¿no lo crees?
Delante de ella Blaise se levantó de un salto, no me necesitaba voltear para saber de quién se trataba. Podía reconocer a Alaska tan solo por su forma de respirar.
-¡Lasky! -soltó, levantando a la chica del suelo mientras la abrazaba-. Nadie entiende qué es lo que sucede, Slughorn no nos ha explicado mucho. Los de primero están aterrorizados, escucharon a algunos alumnos hablar mientras subíamos, dicen... -Blaise se aclaró la garganta antes de continuar-. Dicen que él viene a Hogwarts, que se avecina una batalla.
Ante la expresión de Alaska, el moreno supo que no eran solo rumores. Entendió que la situación actual era peor de lo que pudo haber imaginado.
-Por favor, mantengan el silencio y escuchen.
La imponente voz de la profesora McGonagall resonó por el Gran Comedor, e intentó aclarar con la máxima sencillez la situación actual.
-...la evacuación será supervisada por el señor Filch y la señora Pomfrey. Prefectos, cuando se les avise, organicen a sus casas y lleven a los estudiantes a su cargo de forma ordenada al punto de evacuación.
Muchos de los estudiantes parecían petrificados. Sin embargo, en la mesa de Hufflepuff, Ernie Macmillan se levantó.
-¿Y si queremos quedarnos y luchar? -Hubo un puñado de aplausos.
-Si son mayores de edad, pueden quedarse. -Dijo la profesora McGonagall.
-Tú no vas a quedarte -le espetó entonces Alaska, no iba a darle opción-. Como Premio Anual ayudarás a los más pequeños a evacuar, luego te irás tú. -el chico asintió, no parecía tener deseos de quedarse.
-¿Y qué pasa con nuestras cosas? -habló una chica en la mesa de Ravenclaw-. ¿Nuestros baúles, nuestras lechuzas?
-Sus vidas están en peligro -exclamó Alaska, ganándose las miradas del Gran Comedor-. No hay tiempo de recoger posesiones ni mascotas, deben irse cuanto antes.
