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MinSeok suspiró cansado, viendo el último mensaje en su celular, y rodó los ojos, cansado, a pesar de que era tan temprano en la mañana; los padres de DaHye no le daban descanso, enviándole mensajes sin parar, desde hacía dos días, y aunque les daba crédito de amar a su hija, hasta el cansancio, hasta acosarlo para que dejara a JongDae, él no lo haría.

Lo bueno de aquello era que, los humanos le hicieron entender aún más sobre el emparejamiento; él ya no creía que emparejarse lo haría volverse una mala persona, y aunque los humanos no eran malos, en realidad, harían cualquier cosa por la felicidad de su hija, aún así eso significara destruir una pareja para ello, o enviar mensajes de odio, y amenazas, claro.

—¡Minnie! –gritó ChanYeol, una vez él entró en la tienda, viéndose inmensamente aliviado, e incluso corrió hacia él, tomándolo en brazos, mientras apuntaba al teléfono del estudio, y añadía:– Ese aparato infernal no ha parado de sonar.

—Bebé llorón. –rio, y si el menor iba a decir algo, fue interrumpido por el teléfono; hizo un gruñido cansado, y solo desapareció por la cortina, en dirección a su sala de trabajo, dejándole a él reservar un turno para ChanYeol, esa tarde, a última hora, asegurándose de que JongDae no tuviera uno ese día, y hablando del alfa, le vio entrar al estudio, justo en ese momento.

JongDae, al ser quien más cerca vivía del estudio, era quien se encargaba de abrir, la mayoría de las veces, encendiendo todas las luces, y esperando a que llegaran su hermano, y compañero, antes de cambiar el cartel de "Cerrado", a "Abierto", e irse a preparar su estación; eran uno de los mejores estudios de tatuaje de Seul, y debían seguir así, aunque solo fueran tres trabajando.

MinSeok tal vez debería decirle sobre las amenazas, y demás mensajes que recibió esos últimos dos días, pero cuando el menor entró, y le sonrió tan radiante, llegando a él con su café favorito, y una bolsita con donuts glaseados, él no pudo hacerlo, perdiéndose en lo tontamente hermoso que era, y en lo rápido que hacía latir su corazón, siendo tan dulce, como el alfa de sus sueños, haciéndole babear por lo estúpidamente apuesto que era, y que sus piernas se volvieran de gelatina; JongDae había abierto la tienda, y poco después que ChanYeol llegara, salió a la cafetería de la esquina, que era atendida por el matrimonio Park, los padres de Jay, su ex jefe.

El matrimonio, ya mayor, lo conocían de toda la vida, al igual que a ChanYeol, y MinSeok, ya que habían pasado allí la mayor parte de sus épocas de secundaria, terminando trabajos en grupo, o pasando un buen rato después de la escuela antes del regreso a casa, y ya no era necesario hacer un pedido porque los mayores ya sabían sus gustos; después de regresar a Corea, luego de haber tenido a su hijo en los estados unidos, el matrimonio Park levantó su propia cafetería, la mejor si le preguntaban a JongDae, con los dulces más deliciosos para pasar un buen desayuno, almuerzo, o merienda, o bien, para dar como obsequio.

Su plan había sido ir a la cafetería, y regresar con el pedido, antes de que MinSeok llegara al trabajo, para hacerle una sorpresa, aunque también tenía su propio café, y el de ChanYeol, pero se detuvo hablando con la señora Park, quien no se aguantó a apretarle las mejillas, haciéndole sonreír, y sonrojarse, ante los buenos ánimos, felicitándolo por estar con MinSeok, al fin, después de tantos años, y eso, claramente, le había robado varios minutos, y que, para cuándo regresó al estudio, el mayor ya estuviera allí, viéndose malditamente sexy, y profesional al teléfono, mientras anotaba el turno en su cuaderno; él no podía evitar amarlo tanto.

MinSeok no era perfecto, pero él tampoco lo era, nadie podía serlo, y no sería exigente, ni se quejaría por ello; el mayor podía ser la persona más terca que hubiera conocido, haciéndolo rabiar un millón de veces en el pasado, presente, y también lo hará en el futuro, pero era su otra mitad, y no podía imaginar una vida sin él, sin su aroma a chocolate, y almendras, sin pelear por cosas tontas, que terminaban en abrazos, y dulces besos que, aún no fueron más allá.

Mi Omega VI: Mi tonto omega «ChenMin»Where stories live. Discover now