Pensé que mis piernas cederían cuando vi esos curiosos, iris de color esmeralda vagar por todo mi cuerpo. Temblaba bajo su escrutinio, con las rodillas débiles y el corazón revoloteando.

Italiana, pensé. Dinah había estado en lo cierto. Lolo definitivamente
parecía italiana.

Se sintió como si los minutos pasaran en silencio mientras estuvimos inmóviles, sin saber qué decir.

Tratando de salvar un mínimo de profesionalidad, salí de mi estupor y di un paso hacia adelante, tímidamente tendiéndole mi mano.

―Hola... ―dije con voz quebrada.

La mirada severa nunca ni una sola vez se desvió de la mía, con sus ojos oscuros, punzantes.

―Soy Camila. ¿Usted... usted debe ser Lolo?

En un segundo, fui testigo de la palidez que se propagaba por sus mejillas y sus ojos cayeron al suelo, con el cabello castaño largo cayendo para ocultar su rostro. Estaba protegiendo su anonimato. Vin me había dicho lo incómoda que era con cualquier aclamación o reconocimiento. Su mentor claramente no estaba mintiendo.

―Está bien. ―Me apresure a decir―. Soy la conservadora de la exposición. Tu presencia aquí se queda conmigo. Estoy éticamente obligada a proteger tu anonimato si así lo deseas.

Los hombros de Lolo parecieron relajarse un poco, y suspirando a regañadientes, pasó hacia atrás su cabello largo despejando su rostro y levantó la cabeza.

Esta vez pude verle más claramente. Era increíblemente hermosa , y en la mejilla izquierda, llevaba el tatuaje de un crucifijo negro justo debajo de su ojo. Ella simplemente gritaba peligro. Tenía los ojos desconcertantemente evaluadores como si no confiase en mí, o en alguien más en realidad.

De repente, Lolo se adelantó y estrechó su mano con la mía. Cuando nuestras manos se tocaron, me quedé sin aliento, ligeramente jadeé ante el calor de su abrasadora palma. Se me había olvidado que había estado sosteniendo mi mano para saludarla, demasiado prendada de su aspecto y temperamento silencioso.

―Camila ―dijo con voz ronca. Mi corazón dio un vuelco al oír su acento ronco.

—Lolo ―respondí nerviosa―. No te puedo decir lo feliz que estoy de conocerte por fin ―dije sin aliento. Su boca se apretó, como si mi entusiasmo se perdiera en ella o la irritase. No lo podría decidir.

Aclarando mi garganta, me soltó e hice un gesto hacia la exposición en vías de desarrollo.

―¿Qué piensas? ―le pregunté nerviosamente, temblando sutilmente en mi voz. Me posicioné a su lado para hacer frente a la galería―. Soy una admiradora entusiasta de tu trabajo, así que esto es realmente un sueño hecho realidad para mí, diseñar esta exposición.

Lolo permaneció en silencio, así que me volví hacia ella, y sus ojos oscuros se estrecharon como en desagrado mientras nuestras miradas chocaron.

Una oleada de calor se extendió por todo mi cuerpo bajo su pesada atención.

Podía sentir mis mejillas ardiendo.

―¿Pasa algo malo? ―le pregunté, enhebrando nerviosamente mis dedos por mi largo cabello.

La expresión de Lolo se quedó en blanco, el mayor estrechamiento de sus ojos fue el único cambio en su mirada.

Lolo volvió la mirada hacia la extensión de la galería y lentamente inclinó la cabeza, estudiadamente escudriñando algo delante de nosotras. Reflejando su postura, traté de seguir su mirada y ver lo que estaba mirando.

Sweet hope; Camren GiPWhere stories live. Discover now