Capítulo 5; Agua y aceite.

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Durante algunos días debía llegar más temprano de lo usual para hablar con Aizawa sensei de los avances que hice junto a Bakugou. Cuando salí de la casa mi papá aún no había despertado, a pesar de que discutimos anoche dejé listo su desayuno ya que él suele hacer los mios. 

En el paradero estaba esperando Bakugou, no pensé que estuviera diciendo la verdad anoche, pero al parecer sí que vive cerca. Tomamos juntos el autobús hasta UA donde nos esperaba Aizawa sensei apoyado en la entrada de la academia. —Buenos días, no esperaba que fueran tan puntuales, pero menos mal. Entremos.

Fuimos hasta la sala de profesores, nos sentamos en los sofás y Aizawa sensei abrió su laptop para comenzar a trabajar. Yo también saqué y encendí mi laptop y la dejé entre Bakugou y yo. 

—Himari, envíame lo que hicieron a este correo mientras Bakugou me cuenta que vieron. —Hice lo que me pidió y Bakugou comenzó a hablar. —Hicimos una lista con los estudiantes de la clase, y apuntamos sus fortalezas, debilidades, el objetivo al que debe apuntar según su debilidad y en la mayoría de los casos recomendaciones para lograrlo.

—Bien. —Dijo Eraserhead mientras abría en documento en su computador. — Veo que Midoriya es de los que no tiene recomendación.

—En algunos casos no pudimos encontrar una recomendación por la complejidad de su Quirk, en el caso de Izuku no sabemos por qué termina herido. —Le respondí esperando un regaño.

—Ya veo, buen trabajo, Pero ¿por qué no están ustedes en la lista? —Miré a Bakugou con los ojos muy abiertos y él frunció el ceño a Aizawa sensei. Mierda. 

—Nos concentramos en los demás. —Giré a ver a nuestro sensei que miraba con su típica cara de cansancio y fastidio. Comenzó a escribir en su laptop y miré a Katsuki interrogante, pero solo recibí de su parte una mala cara así que imité su acción. 

—¿Quieren escuchar ahora sus...?

—No. —Dijimos al unísono. A Aizawa sensei no pareció importarle y comenzó a leer lo que había escrito. — Himari Saito, eres fuerte física y mentalmente y llegas a conclusiones prácticas con facilidad. Debilidades; Confías demasiado en tu habilidad aún cuando tus cristales fácilmente pueden ser rotos por otros de tus cristales o por una fuerza bien ejercida, me di cuenta con sólo mirar tu forma de pelea en un exámen.

—¡Sensei! ¡No diga mis debilidades así como así! —Bakugou se burló. Ahora ya no podría intimidarlo con encerrarlo nuevamente, me hice bolita como manera de protección y para evitar la cara de satisfacción de Bakugou.

—Silencio. Que sepas que no fui el único de la clase en percatarse. Aparte de esa excesiva confianza con tu habilidad eres muy impulsiva lo que hace que tus cristales con el tiempo salgan con grietas. —Agaché la cabeza. —Bakugou, exactamente lo mismo, tus debilidad es que quieres solucionarlo todo a golpes y no escuchas a tus compañeros. Y tu impulsividad termina jugando en contra aún cuando no tendrías problemas para ganar esa clase de exámenes. Y si tus manos no sudan lo suficiente no puedes generar explosiones, también si abusas demasiado de las explosiones podrías lastimar tu brazos gravemente.

Miré a bakugou vengativamente, aunque no sabía como usar eso en su contra. —Sensei, no nos dio recomendaciones.

—No, ustedes son los de las recomendaciones. —Sonrió con maldad y no hizo un gesto con su mano para que abandonáramos la sala. —Las clases van a comenzar en unos minutos más. Pueden ir a tomar aire ahora, al finalizar el horario escolar les diré lo que harán los próximos días.

Salimos de la sala de profesores y fuimos al aula sin hablar. Muchos ya habían llegado y me acerqué a Shiro que conversaba con Kyoka y Sero. —Hola, chicos.

—¡Himari! Me fuí completamente sólo. —Dijo Shiro fingiendo un llanto a su dramatización. Aunque yo también lo extrañaba y solo había sido un día que no fuimos juntos a nuestras casas ni a la academia, desde guardería que nos conocemos así que siempre hemos estado juntos desde hace mucho, al punto de vernos como hermanos.

—Durante lo que queda de este mes tendré que llegar al colegio más temprano. Aún podemos irnos juntos por las tardes.

—No lo creo. —Dijo riéndo Sero. —En las tardes tenemos que cumplir con nuestros castigos.

Todos en el aula tomaron un aura triste, que se incrementó con la llegada de Aizawa sensei a la sala. 

Poco a poco nos acostumbramos al ritmo de las clases, y aún cuando eran agotadoras estábamos satisfechos, nuestros esfuerzos comenzaban lentamente a tener frutos en general. 

Al llegar el término de la hora escolar Shiro fue a limpiar con los otros chicos viéndose en la obligación de arrastrar a Denki y a Mineta con la ayuda de kirishima y Sero. En el aula solo quedaba Aizawa sensei, Bakugou y yo. 

El próximo día llegaría el verdadero desafío, deberíamos encontrar la manera de que nuestros compañeros redujeran sus puntos más vulnerables con materiales de apoyo en sus trajes. Además debíamos recomendarnos con Bakugou soluciones para minimizar en lo que éramos malos. Suspiré, ya estaba cansada de estos trabajos extras.

—No podré quedarme hasta las 8 en tu casa, bruja. 

—¡¿Cómo que bruja, idiota?! Vaya, el niño problemas tiene hora de llegada. —Las venas de la cara de Katsuki estaban por estallar y las explosiones de sus manos dejaron humo alrededor. 

—¡Cierra la puta boca! Me largo.

—Podemos trabajar en tu casa también si tienes problemas con llegar tarde. —Le sugerí antes de que se fuera.

—Ni loco. 

—Voy a seguirte a casa y te acusaré con tu mamá.

Bakugou se acercó hasta mí con una explosión que me hizo toser y me gritó. —¡Me sigues y te exploto la cara, maldita bruja!

—Ya cálmate, bakugou. Al menos dame tu numero de celular para que podamos trabajar así. Si no le llevamos nada a Aizawa sensei mañana nos va hacer pintar todo UA y quizás qué más.— Le dije molesta, la paciencia no era uno de mis atributos aunque lo ocultara cada vez mejor.

Ese día nos quedamos enviando mensajes hasta las 2 a.m con soluciones a los trajes de nuestros compañeros, aunque bakugou respondía solo con monosílabos. Al otro día Aizawa se encargó de entregar a cada uno su recomendación, pero nuevamente, bakugou y yo no nos dimos ninguna.

No podíamos hablar de la mejor manera sin llamarnos con apodos infantiles cada 10  minutos, éramos como agua y aceite, aún cuando ambos éramos igual de espesos que el aceite. 

De algún modo ambos nos estábamos quedando atrás, quería recomendaciones pero tampoco quería ser la primera en hablar.

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