Capítulo 17; Mamá

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Luego del festival, y de comenzar las pasantías, estuvimos sin ir a U.A cerca de dos semanas. Por ende teníamos un último fin de semana libre antes de volver a clases, sólo para rendir los benditos exámenes finales, que debíamos aprobar si o sí para ir al campamento. Sólo pensar en eso hacía que mi rostro se contrajera en una mueca. 

Sin embargo, la semana de estudio con Bakugou, antes de que comenzara el festival fue bastante productiva, la materia con la que tenía problemas ya la podía explicar sin ningún problema, así que estaba confiada para los exámenes. Aún así, durante el fin de semana agregué a mi bolso un cuaderno con los apuntes más importante de la materia, además del temario de cada examen, me quedaría sábado y domingo en el departamento de mi mamá así que era conveniente prevenir a que olvidar la materia.

Hoy era viernes, y una vez llegué de la última pasantía con Mirko preparé un bolso que ahora tenía sujeto en la espalda esperando afuera de mi casa a mi padre con Inosuke en mis brazos. Sabía que cada vez que arreglaba este bolso significaba que iba a quedar solito hasta que llegara papá en las tardes, quien justo llegaba a casa en su auto con vidrios polarizados. Me subí al asiento del copiloto con Inosuke y partimos a la estación donde tomé un tren hasta la prefectura de Kioto. Era un viaje largo, y a pesar de llevar esta rutina desde que era niña seguía poniéndome nerviosa de ver a mamá. Durante el camino mordía mis uñas hasta que sentía el ardor por dejarlas demasiado cortas.

Cuando llegamos a la estación papá se bajó del auto junto a mí, dándome un abrazo de despedida —Bien, princesa. Nos vemos en unos días. Viaja con cuidado y avísame cuando hayas llegado. ¿De acuerdo?

—De acuerdo. Nos vemos. Cuida bien de Inosuke.

Subí al tren y por la ventana le di un ultimo adiós a mi papá. La relación entre mis padres nunca fue la mejor, y hasta ahora evitaban hablarse. El porqué no lo sabía, ninguno hablaba del otro y si alguna vez se mencionaban, cambiaban rápidamente de tema. Aunque nunca sentí verdaderamente curiosidad, suponía que toda aquella enemistad era consecuencia de algún pleito. Suspiré en mi asiento apoyando mi cabeza en la ventanilla mientras mordía mis uñas. 

Después de algunas horas había llegado, y una vez afuera del vagón con mi equipaje y mi celular en mis manos caminé al departamento de mamá. Generalmente me venía a buscar, pero como ya estaba bastante frío no quise esperarla. Me aseguré eso sí, de mandarle un mensaje avisándole que iba hacia allá. 

No conocía las locomociones de Kioto, por lo que me tocaría caminar hasta la avenida principal y luego seguir derecho al departamento. Cuando reconocí los deptos me adentré en el edificio con prisa. Llevaba un cortaviento que poco calentaba así que cuando suspiré con agrado por el calor del interior el vapor salió de mi nariz y aproveché el momento para mensajear a papá. 

Abrí la puerta del piso con mi llavero y me encontré a mi mamá pegada a la pantalla de su computador con las luces de la casa apagadas. Cuando me vio dijo —¡Vaya! has llegado, no me he dado cuenta de la hora. ¡Lo siento!

Sonreí nerviosa —Hola, mamá. 

—Ven pasa. Déjame encender las luces. Dios. No me había dado cuenta de que ya estaba oscuro. ¿Quieres beber algo? Podríamos pedir algo para comer. ¿No tienes frío? —mamá se movía de acá para allá, y no me animé a perseguirla para darle un abrazo, al final le respondí —Podemos pedir una pizza. Y no te preocupes, aquí está calentito. 

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