EPÍLOGO

1.2K 79 12
                                    

EPÍLOGO:

Cuando te pones a ver esas películas o series en las que los protagonistas desaparecen un año, dos incluso y de repente, vuelven como Alejandro Magno después de una batalla, no creo que sea la única que se pregunta, ¿de verdad lo han conseguido? ¿En un solo año? Que suerte, ¿no?

Sin embargo, creo que es vivir el momento, que te das cuenta que... es parte de la vida cuando por fin tomas las riendas de tu vida. Cuando por fin ves en tus mano tu futuro, te das entonces cuenta de que la única manera que tienes de conseguir lo que realmente quieres, es yendo a por ello. Y a mí creo que me pasó cuando tomé aquel avión hacia París, con Maite a mi lado.

He de confesar que a lo primero, tenía mil dudas.

¿Qué pasará ahora en París? ¿Realmente merecía la pena? ¿Cómo iba a explicar a mis amigas que me había venido con la mujer que amaba a París y que esa mujer era... bueno, Maite? Eran muchas dudas las que pasaban por mi cabeza día a día. Después de todo, ¿qué es la vida, el amor, si no un montón de dudas tras otra? Porque sí, tuvimos nuestros malos días. La vida sería muy aburrida si congeniaras cien por cien con tu pareja. En el sentido, ¿qué os quedaba entonces que recorrer en la vida?

Sin embargo, y por muchas trabas que nos puso la vida... supongo que el destino estaba para las dos, para vivirlo juntas. Porque ocho años después, y aprovechando mi fiesta de graduación en Bellas Artes, entrando ahora por mis méritos esta vez y consiguiendo incluso mi doctorado, le pedí que se casara conmigo.

Y bueno, no hace falta decir que me dijo que sí.

La vida me sonreía, aunque creo que cuando por fin terminé de darme cuenta de que realmente me sonreía, fue aquel día.

Iba a abrir mi propia galería de arte. Sí. Una galería de arte con todas mis obras y nada más y nada menos que en Acacias. Porque sí, después de diez años, había por fin vuelto a Acacias... Había vuelto a casa.

-Pero Camino, por dios, que no le des más queso al pequeño Alberto- me decía Emilio- Que luego no come la papilla.

-Creía que se llamaba José- Jose, el padre de Cinta lo mira mosqueado- ¿Cómo que ahora es Alberto?

-Niño, no empieces que ya sabes que es Alberto José- Bellita se ríe.

-LO sé, niña. Lo sé. Sin embargo, ¿y lo bonito que suena José?

Sí, Emilio y Cinta por fin se habían casado también en este tiempo, teniendo al poco de casarse al pequeño Alberto José, que cumplía dos años ya. Emilio se había convertido en padre y yo en tía.

-Bueno, Alberto o lo que sea. No importa- Cinta se ríe, aunque Emilio no podía sacarse el modo de papá estresado- Que está con su tía, déjalo. Que Camino con las pinturas está que no la vemos.

-Tu mujer tiene razón- le digo, sujetando al pequeño que comía los trozos de queso como si fuera un ratoncito- Si es que es un pequeño ratoncito esta cosa sacada de otro mundo...

Sí, estaba enchochada con ese pequeño. Pero es que supongo que era las cosas de tía. Te conviertes en una especie de madre sin pensarlo cuando tienes a tu sobrino entre sus manos.

-Madre mía...- Emilio resopla- Maite, por Dios, dile algo.

-Yo no digo nada- Maite se mantiene neutral- Porque es que no sabes ni lo pesada que estaba en el avión sabiendo que iba a ver a su sobrino.

-¿Ves, Emilio?- Cinta se ríe porque se nota que está disfrutando al máximo con aquella conversación- Déjala.

-Sí, así va practicando para cuando tenga a los suyos...- miro a Bellita y la verdad es que me da vergüenza- ¿O habéis dejado a un lado eso de tener hijos? Que ya nos dijo tu madre que lo último que estabais haciendo es intentar tenerlo...

Amor, Pintura y otras cosas //Maitino Fanfic// Acacias 38 COMPLETADO #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora