ocho

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Abrí mis ojos gracias a los intensos rayos de luz que entraban por el ventanal, la habitación estaba vacía y con la puerta abierta.

Me levanté rápido vistiéndome con lo mismo que tenía puesto el día anterior y bajé las escaleras. Tenía pensado saludar a Alex e irme a mi casa, había vivido cosas muy intensas, no sólo con la gira sino también en la noche así que necesitaba estar un rato a solas, normal.

- Buenos días. - Un Alex sonriente se cruzó por mi vista al entrar a la cocina.

- Buenos días, Al.

Hubo un silencio muy incómodo.

- ¿Qué quieres desayunar? Compré estas donas pero si no te gustan puedo preparar algo más...

- No alex, está bien. Ya me voy, tengo que hacer cosas para la uni... Sabes - Mentira, ni yo sabía, digamos que tenía la universidad un poco dejada de lado.

- ¿Por qué mierda eres tan cruel conmigo? - Levanté la vista al escuchar la grosería, Alex apoyo sus brazos en uno de los respaldos de la silla enfrente mío y me miró serio. ¿Por qué era tan cruel con el?

- No soy cruel.

- Sí, lo eres - Alex evitó mi mirada y se dió vuelta quedando mirando a la mesada - Pero haz lo que quieras, no te voy a obligar a nada, anda.

Me acerqué a el y lo abracé por detrás, sentí como se tensó pero pronto tomó mis brazos y los acarició lentamente. No podía dar explicaciones y esperaba que el lo entienda. Simplemente era muy raro todo esto y por más que yo quiera explotar de amor y vivir un romance de película, algo me lo impedía y no sabía por qué.

Me alejé de el lentamente y subí las escaleras, tomé mis maletas. Alex estaba atrás mió, sentía su perfume.

- Déjalas, Ara. Yo puedo llevártelas más tarde. - Se acercó a mi y me dió un beso en los labios.

- Está bien.

- ¿Segura que no te quieres quedar? Podríamos hacer lo que quisieras por mi está bien.

- Lo siento Alex, enserio quisiera quedarme. Podría venir más tarde si quisie...

- Si, si, ven. Te espero en la cena. - Volvió a darme un beso y bajamos las escaleras. Alex era la intensidad hecha persona y amaba que sea así.

Me despedí de el con otro beso y fui hasta mi casa a pie. Pensé que me haría bien ir caminando pero sólo me hizo doler las piernas. Maldita vieja. Me saqué mis zapatos y puse un poco de música (multimedia) y me dispuse a ordenar mi departamento, no era nada comparado a la terrible casa que tenía Alex pero me gustaba así. Las únicas habitaciones diferentes eran el baño y mi cuarto. La cocina, el living, donde comía y demás cosas estaban en una misma sala que formaba la mayor parte del departamento. Había discos tirados por todos lados, mi guitarra, papeles, libros de la universidad dispersados en todo el departamento, puse todo en su lugar, tendí mi cama que a pesar de ser yo sola era de dos y abrí las cortinas del gran balcón para aprovechar el sol y que de luz natural. Prendí un incienso y la tele. Más y más noticias, cada vez se multiplicaban las muertes y los infectados, la idea de la cuarentena era cada vez más cercana y el hecho de solo pensar tener que quedarme sola en mi casa por días sin salir me volvía loca.

Me llegó un mensaje de un número desconocido, No tenía foto de perfil ¿Qué?

"Hola ¿usted es Ara Paez?"

"¿Y usted quien mierda es?"

Al menos dije usted... Acaso uno de los chicos me estaba haciendo una broma? ¿Habían extraido mi número? ¿Le he dado mi número a alguien sin acordarme?

En cuarentena con Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora