Capitulo 11. Una guerra que ganar

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No podía comprenderlo. En realidad, lo hacía, pero no podía tragárselo. Le parecía una estúpida mentira; pero había evidencia. Desesperada, arrojó lejos la carpeta desperdigando en el suelo las fotografías y corrió a los extremos de la habitación. Más fotografías y papeles que mostraban la completa construcción del cuerpo; la base de metal y de cables, las partes humanas que fueron seleccionadas de entre miles para ponerlas en donde debían, el por qué eligieron a aquella mujer para que diera su rostro.

–No…

La mujer se llamaba Elena. Resultó que de entre miles de mujeres que fueron examinadas y probadas ninguna podría donar la piel del rostro porque había algo en el androide que no lo aceptaría. Fue entonces cuando la doctora Elena se ofreció para las pruebas, y con agujas examinaron su rostro rogando porque fuera el correcto. Y resultó serlo. Solo la cara de esa doctora sería aceptada y podría ser implantada en el androide a la perfección, dándole la oportunidad de reproducir células y “envejecer” como un ciclo natural de tejido humano.

Luke tuvo más o menos la misma reacción que ella. También se pasó a los muros a examinar fotografías y documentos variados. Pero había una gran diferencia; Sinnoh parecía ser más creada que Luke. El muchacho tenía varias piezas de metal, pero no todo su cuerpo estaba conformado por él. Sin embargo, la mayoría del cuerpo de Sinnoh estaba construido con metal, cables y otras cosas. Lo que tenía de piel humana era poco, y para colmo, ni siquiera era de una sola persona.

Sinnoh se miró a si misma con un gesto repulsivo.

Y le dieron ganas de vomitar.

Se balanceó hasta la puerta, intentando reprimir a su estómago. Tranquilízate. Por favor, no ahora. Se palpó el estómago y aferró su camisa en un gesto de esfuerzo. Se guardó las ganas de vomitar y respiró hondamente, agitada. El sudor corría por su piel, piel que no era suya. Nada de ella era suyo. No era ella. Luke tocó su hombro y la miró con gesto preocupado. Ésta alzó la vista, intentando normalizar su respiración.

–Creo que hay algo más que tienes que ver.

Sinnoh se resignó y siguió a Luke. De todos modos, no puede ser peor que lo que ya he visto. Pero se equivocó. En un extremo de la habitación había varios montones de fotografías y más documentos; sin embargo, éste poseía también lo que parecían artículos de noticias. Periódicos y esas cosas. Envíos de fax, impresiones, periódicos, y todos anexados, de nuevo, a una de esas carpetas de antes. Igual que  las anteriores, tenían números encima. “0 & 1”. Sinnoh tomó nuevamente el cero. Empezó a leer. Las primeras hojas eran simples fotografías de todos los ángulos posibles de ella como androide terminado. Fotografías con datos ilegibles, radiografías, estudios, otras cosas. Lo siguiente que encontró parecían informes de alta confidencialidad provenientes de un laboratorio oculto en alguna parte de Sierra Leona.

“XX/XX/XXXX – Sierra Leona
Informe #68. El experimento S-000 ha sido terminado con éxito. Sin embargo, hace horas que debió haber despertado. Aunque sus signos vitales son normales a los de un ser humano, no hemos logrado que despierte. Administraremos un poco de antitoxina y adrenalina directa y esperaremos los mejores resultados.

XX/XX/XXXX – Sierra Leona
Informe #69. Han pasado dos semanas desde que administramos la medicina, pero no se muestra resultado. Para asegurarnos, hemos reconfigurado el sistema del S-000 y hemos agregado un poco más de E.T.H.O.S.E.N.U.M en su sistema central. Si logramos que despierte pronto, será la mejor arma jamás creada en la historia de la humanidad.”

Sinnoh dejó de leer un momento. ¿Arma? ¿qué carajo es esto? Continuó pasando la vista por las hojas.

“XX/XX/XXXX – Sierra Leona
Informe #80. El S-000 ha despertado hace un par de días. Su comportamiento radicalmente violento nos hace replantearnos un poco la situación, y a pesar de todas las muertes que ha causado el experimento en el plantel, hemos decidido arriesgarnos a perfeccionar al androide. Tras 137 víctimas, logramos frenar al S-000 desactivando sus circuitos y los pocos que quedamos lo aseguramos para transportarlo al laboratorio en Rusia. Estamos seguros de que la doctora Nikolaevna podrá restituir las funciones predeterminadas del S-000 como nosotros no pudimos por nuestros escasos recursos.”

G.E.B.O: ConspiraciónOnde as histórias ganham vida. Descobre agora