Capítulo 4. La caja de las fotografías

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CAPÍTULO 4

Las voces hacían eco en su mente resonando en la lejanía de la oscuridad. La conciencia fue volviendo lentamente, y de nuevo, Ezio fue quien inundó sus pensamientos. Como si esto lo hubiera activado, un relampagueo de dolor le recorrió toda la cabeza hasta llegar al cuello. La oscuridad empezó a esfumarse y una tenue luz apareció entre sus párpados. Le tomó un par de segundos acostumbrarse al destello, y alcanzó a distinguir un par de sombras que danzaban a su alrededor. Eran Gally y Ezio.

–Vaya, me diste un susto de muerte.

Sinnoh se incorporó como mejor pudo, pero el dolor de cabeza era verdaderamente fuerte. La voz de Gally hacía eco en su cabeza, como si le hubiera gritado en vez de hablarle. El otro se acercó hacia ella con un plato en las manos que tenía un líquido humeante.

–Vamos, come un poco de sopa. –Ezio la miraba ahora con una denotada sonrisa fingida. Sinnoh torció la boca y se enderezó sobre la almohada. –No entiendo que te pasó, pero ahora parece que estas mejor.

Su voz expresaba que estaba mintiendo. Debía verse terrible por la expresión de la cara de Gally. Ezio forzó aún más la sonrisa, casi esperando que al sonreír se fuera el malestar de la chica.

–Sí, seguro. –Sinnoh rodó los ojos y medio sonrió. Ezio suspiró de alivio.

La puerta sonó y se fue abriendo al tiempo que Luisa ingresaba en la habitación. Tanto Ezio como Sinnoh torcieron la boca y fingieron que no la habían visto. Él le dio el plato de sopa y ella comió en silencio. Luisa se recargó en la pared, con expresión lánguida y pálida, sin dejar de mirar a Sinnoh. Ella tampoco dejó de mirarla, pero se concentró en la sopa. No se había dado cuenta del hambre que tenía hasta que probó la primera cucharada de sopa.

–¿La hiciste tú?

Ezio negó con la cabeza. –La hizo Schuntz.

–Va –Sinnoh cabeceó y siguió comiendo. Ezio le dedicó una mirada llena de irritación a Luisa, quien lo ignoró o simplemente no notó que la miraba.

–¿Y ahora qué? ¿La niña se enfermó?

–No empieces, Luisa.

–Por favor; Henry casi muere en la Fosa y lo único que le aguarda al llegar son tus berridos de niña echándole en cara las reglas de no salir de noche, y ella se desmaya en su primer día ¿y le das sopa? ¿Qué clase de broma es esta?

–Aprende a cerrar el hocico, Luisa. –gruñó Ezio escupiendo a un lado, un claro símbolo de menosprecio. Sinnoh tuvo ganas de levantarse a aplaudir, pero prefirió mantenerse al margen. Luisa gruñó molesta y se quedó allí, tragándose su orgullo. Ezio no parecía tranquilo cuando ella estaba cerca. –Después les digo de qué se trata, por ahora solo cierra la boca.

–Shuck –Luisa hizo una mueca y le enseñó el dedo corazón a Sinnoh. –Ezio, tu estas obsesionado con las reglas ¿no? Pues bien, se supone que solo podemos traer a un Refugiado cada dos meses, y tenemos dos. Deberías deshacerte de la enana.

–Cuida tus palabras, perra. –Gally hizo fuerza en los brazos y daba la impresión de que sus venas se estaban hinchando demasiado.

–Levanta un solo dedo en mí contra, lerjo, y terminarás viendo tus entrañas –señaló a Sinnoh. –Igual que ella.

– ¡A callar! –Ezio se levantó, al parecer, involuntariamente, haciendo fuerza en los brazos. El cabello negro se le veía remojado en sudor y su pecho de inflamaba en fuertes respiraciones, como de cuando te quedas sin aire. –Luisa, ya basta. Conozco las reglas, ¿debo recordarte que fui yo de los primeros en estar aquí? Yo armé las reglas, junto con Charlie y Fuego. Si quiero, puedo deshacerlas, ese no es tu maldito problema. Ahora deja de lloriquear y sal de aquí.

G.E.B.O: ConspiraciónWhere stories live. Discover now