Capítulo 8. No son humanos.

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Sinnoh apretó los puños y sintió que el mundo se le venía abajo. No sabía por qué. Pero sentía que el Universo la aplastaba. Se inclinó hacia adelante, miró a Ezio y a Gally y se echó a llorar como una niña. No le importó parecer una marica. Los chicos la abrazaron y la apretaron contra ellos, dándole una falsa sensación de seguridad y de calma que no le bastó. Una sensación de calma que no recordaba haber sentido nunca y que estaba segura jamás sentiría. Porque en esas condiciones, era imposible sentirse segura.

Sinnoh levantó la cara de los hombros de sus amigos y se secó las lágrimas con la mano. Los miró, interrogándolos en silencio y maldiciendo al cirujano en su interior. Se levantó de golpe, y los chicos lo hicieron tras ella. Observó pequeños hilos metálicos viajando alrededor de su brazo, que parecían cosidos a su piel y que llegaban hasta las yemas de los dedos, insertándose verticalmente como pequeñas agujas.

Con paso decidido, avanzó hacia el cirujano. Éste no pareció percibir la amenaza, por lo que no retrocedió. Sinnoh avanzó hasta él y de repente lo tomó del cuello, alzándolo en el aire. Estaba impresionada por la propia fuerza que le había brindado el hombro metálico; parecía tener un mayor soporte y resistencia sin sentir dolor alguno. Era increíble. Gally y Ezio se dedicaron a mirar, como si entendieran la repulsión que ella sentía.

–Bien, te haré unas preguntas. Como no me las respondas, te arranco una extremidad. ¿Oíste? –el tipo asintió, tragando saliva. La piel de su garganta se arrastró lentamente. Sinnoh parpadeó. –En La Espiral, tu compañero Smith no paró de llamarme Cero. A todos les dijo su origen, quiénes eran. Pero a mí no. Dijo que no podía alterarme a estas alturas. ¿De qué estaba hablando? 

–No lo sé –gruñó el hombre, inconforme, tratando de rasguñar el brazo de Sinnoh. Ésta cerró los dedos sobre su garganta.

–Primer strike. Segunda oportunidad, volveré a preguntártelo. ¿De qué estaba hablando?

–No lo sé –repitió el hombre con angustia reflejada en el rostro. Unas gotas de sudor caían por su frente. Sinnoh torció la boca y apretó un poco más.

–Como quieras. –Sinnoh tomó impulso con su otro brazo y lo golpeó fuertemente en el rostro. El tipo casi lloriqueó, aferrándose la cara con aparente y evidente dolor. –Lo preguntaré una vez más. Si no me respondes, te mataré a golpes. ¿De qué estaba hablando?

–Tu no… no eres de aquí… tu no naciste… tu y Luke son… son… –empezó a llorar  como una nena, cubriéndose el rostro con las manos. A Sinnoh le dio lástima, pero no podía echarse atrás cuando tenía la respuesta en la cara.

–¿Luke y yo somos qué?

–Son…

–¿QUÉ?

–No son humanos. 

Sinnoh se quedó sin habla. Evidentemente no esperaba esa respuesta. Jamás la hubiera esperado. Se quedó pensando un momento, con la vista perdida en el vacío de los ojos de ese hombre que lloriqueaba y luchaba por liberarse. Cuando reaccionó el hombre la miraba fijamente. Ella lo miró, confundida.

–¿Qué?

–Lo que oíste. Ustedes no son humanos, aunque tienen mucho ADN humano.

–Pero… eso… ¿qué estupideces estás diciendo?

–No son estupideces. Es la verdad. Ustedes fueron creaciones de la NGA. 

Le empezó a doler la cabeza. Sentía el frenético latir de su corazón aumentar con cada palabra que el hombre pronunciaba. No podía ser posible. Le parecía una patética mentira.

–Buen intento, idiota. Pero no me creo ni una de tus malditas palabras.

–Te juro que es la verdad. Yo mismo ayudé en el diseño de ustedes. Lo juro. 

G.E.B.O: ConspiraciónWhere stories live. Discover now