Capítulo 1x07: La reina de las cagadas.

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Capítulo 1x07: La reina de las cagadas.

Cuando una mente humana no es capaz de comprender determinadas circunstancias, ¿esta se bloquea? Al principio creía que no, que cada pregunta tenía su respuesta y cada problema tenía solución. Pero justo en ese momento, cuando caí derrotada en la arena de la inmensa playa y me senté a mirar al mar, me di cuenta de lo equivocada que estaba. No solo no tenía respuestas para el sin fin de preguntas que llenaban mi mente, sino que no encontraba el remedio para solucionarlo.

- ¡Vaya! si que eres una llorona, princesita. – dijo una voz detrás de mí.

Marcos me miraba con la misma expresión que lo había hecho en el autobús y más dudas sobre él se posaban en mi cabeza.

- Vaya, si que eres imbécil. – le contesté con algo de malicia.

No estaba para aguantarle, no me apetecía entrar en una discusión en la que saldré peor parada. Quería a alguien que me apoyara, un amigo, un hombro en el que llorar a gusto y una mente abierta que me pudiese explicar que diantre pasaba dentro de mí. Y desde luego y la experiencia me lo había demostrado, ese no era Marcos.

- ¿Saben que dicen de estas aguas? – me preguntó con un extraño brillo en los ojos. Entonces se levantó y se quedó de cuclillas demasiado cerca de mí y dijo: - Que está congelada.

Y tras eso pasó un brazo por debajo de mis piernas y otro por mi espalda y me levantó.

- No no no no… por favor Marcos. – empecé a rogar mientras le golpeaba el pecho.

- Solo hay dos cosas que puedes hacer para que no te tire al agua. – siguió diciendo con su mirada maliciosa y a la vez muy atractiva. - Pon morritos de princesita mientras me dices lo atractivo que soy.

Le miré con una ceja levantada y con total incomprensión. Después de todo lo que él me había hecho ¿y ahora quería que lo elogiara? Ni en broma.

- Escúchame bien niñato – dije escupiéndole las palabras e incorporándome para poner mi cara frente a la suya – nunca diré tal cosa.

El levantó los hombros y salió corriendo conmigo encima. No me tiró al agua como yo esperaba, más bien fuimos los dos y en cuanto caímos, los músculos de mi cuerpo se empezaron a agarrotar debido al frío.

Marcos salió de un salto y empezó a decirme que le imitara, solo que la tiritona apenas me dejaba ponerme en pie y cada vez que lo conseguía, los temblores me hacían volver a caer. Al final tuvo que entrar y sacarme de la misma manera que me había metido, en brazos.

Ni siquiera me negué, apoyé la cabeza encima de su pecho e intenté temblar lo menos posible. El vestido azul se ceñía a cada parte de mi cuerpo dejando poco para la imaginación, pero aún así vi como Marcos intentaba no mirarlo, y digo intentaba porque falló en dos ocasiones.

El jardín trasero de la casa estaba a rebosar de gente, todos habían llegado y ya estaban atracando el mueble bar.

- No... qui… quiero qu… que me vean. – conseguí decir entre castañeos de dientes.

Marcos fue por el lateral de la casa y entró por lo que parecía una puerta para el servicio. Luego, tras unas cuantas vueltas por los pasillos intentando encontrar la habitación, llegamos a esta y me bajó al suelo frente al armario de roble blanco que había en una pared.

- Ven, pégate a mí. – dijo mientras me echaba por encima la manta que acaba de sacar del armario y nos arropaba a los dos con ella.

Me pegué a él en contra de mi voluntad, pero una vez mi cuerpo rozó el suyo, noté que también estaba tiritando de frío. Inconscientemente le puse mis manos en su pecho e intenté darle todo el calor que tuviese.

En Busca de la FelicidadWhere stories live. Discover now