Capítulo 2x08: Los monstruos interiores atacan de nuevo ¡chan, chan, chan!

13.2K 626 27
                                    

Capítulo 2x08: Los monstruos interiores atacan de nuevo ¡chan, chan, chan!

Las tierras se abrieron para dar paso a la Furia que vivía bajo nosotros. El cielo cerró sus puertas con unas espesas nubes que oscurecían la vida. Los niños dejaron de temer al monstruo de sus armarios, para centrar sus miedos en una zona concreta del estado de Nueva York.

- ¿CÓMO SE TE OCURRE? ¿PERO EN QUE ESTABAS PENSANDO?...

- YA LE HABÍAS VISTO Y ME LO HABÍAS OCULTADO…

- TÚ TAMBIÉN ME HABÍAS OCULTADO QUE ESTABA AQUÍ. ¿ACASO NO CONFIABAS EN MI PARA DECÍRMELO?...

- ¡QUÉ ME HAS MENTIDO! ¿CÓMO VOY A CONFIAR?...

Ambos chillábamos en medio del bosque, ambos al mismo tiempo y ambos recriminándonos nuestras mentiras. Solo que yo conocía las suyas desde hacía una semana y no me hubiesen importado, si a él no se le hubiese ocurrido invitarle a estas mini vacaciones.

Estuvimos así durante un buen rato, los pájaros hacía rato que habían salido volando asustados de nuestras voces, creo que ni los insectos se atrevían a acercarse a un rango de diez metros de nosotros y estábamos lo suficientemente lejos, como para que la gente de casa no nos oyera.

Era nuestra primera discusión seria y estaba siendo horrorosa. Pero quizás estuviese siendo peor por todo lo que esto conllevaba. Él me había dicho que me amaba y yo no se lo había dicho a él, después se entera, o más bien, se percata, que yo ya sabía que Marcos estaba en la ciudad. Y todo eso mezclado con que estaba aquí, él estaba aquí y se iba a quedar cuatro días, los tres juntos de nuevo, bajo un mismo techo.

A mi me iba a dar algo…

- ¡Vale! ¡Ya está! – dije sentenciando los gritos. – Somos adultos, hablemos esto como Dios manda.

- ¿Por qué no me lo dijiste, Anne? – preguntó ahora con algo de tristeza en la voz.

- Supongo que por el mismo motivo por el que no me lo dijiste tú. Por miedo. – Él pareció comprenderlo, señal de que mi razonamiento había sido lógico. – Me encontró un día en el parque, hace casi una semana. Empezó a actuar como si el tiempo no hubiese pasado, a decirme cosas que ya no venían a cuento. – no sabía cuanto debía contarle de nuestra conversación, no quería mentirle, pero tampoco quería decirle exactamente la verdad. – Estaba muy enfadada con él, entonces fue a verte y me mandó un mensaje diciéndome que no te dijera nada, que para él, tú eras lo primero.

El sopló indignado mientras daba pequeños paseos por la zona del bosque donde estábamos, incluso murmuraba cosas por lo bajo, cosas que no era capaz de entender, pero que no tenía muy claro de querer hacerlo.

- Entonces ¿qué? ¿Decidiste hacerle caso y mentirme? – su enfado aumentaba de tamaño conforme pasaban los minutos.

- Sois amigos, Sam. Yo nunca quise que eso terminara y si en mi mano está que volváis  a serlo, pues haré lo que haga falta. – dije yo también enfadada.

- Eso es muy gracioso, sobre todo teniendo en cuenta que si estamos así es por ti.

¡Dios! Eso me había dolido y mucho. Como si me hubiesen clavado un puñal en el estomago y lo hubiesen retorcido. Pero que podía decirle, llevaba razón, aunque nunca me hubiese imaginado que él pudiese recriminármelo de esta forma.

Intenté aguantar, pero huí antes de que pudiese verme llorar. Corrí hacia la casa tan rápido que para cuando él quiso darse cuenta, yo ya estaba lejos. ¿Cómo había podido decirme eso? Debí irme de verdad, debí alegarme de él al completo, nunca debí dejarle entrar en mi vida de nuevo. Todo lo que tocaba lo rompía y ya había tocado demasiadas cosas por aquí.

En Busca de la FelicidadWhere stories live. Discover now