Capítulo 2; Jane doe.

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Horas después..

Desperté aturdido, mirando hacia los lados sin poder reconocer el lugar en el que estaba. Tenía un dolor de cabeza que jamás en mis 20 años había sentido, lo juro. Volví a dejar reposar todo mi cuerpo sobre la superficie en la que me encontraba -un colchón, supongo- y cerré los ojos, pasándome las manos por la cara. No recordaba absolutamente nada. ¿Cuando había decidido dormirme? ¿Cómo y por qué había llegado hasta aquí? Lo último que recuerdo fue en la escaleras del patio junto a Coral y Kash. 

Entonces empecé a recordar; probablemente había sido por el puto porro que me había dado Kash.

Comencé a maldecirle en voz baja mientras poco a poco me incorporaba en lo que terminé por identificar como una cama. Miré a mi alrededor para encontrarme paredes blancas y aparatos de médicos. Entonces descubrí donde estaba; la enfermería del patio. En el patio había una enfermería junto a los baños; en ella nos atendían cuando nos hacíamos pequeñas heridas haciendo actividades; originalmente era de la antigua cárcel, pero decidieron dejarla ya que sería bastante útil y así es; ¿de donde si no robamos algunas pastillas? 

También era una buena excusa para perder la clase de después de la hora de patio, que ahora que recuerdo yo ya he perdido.. Sonreí ante la pequeña buena noticia a la que había llegado y me bajé de la camilla, caminando hacia la puerta, que se abrió justo en ese instante.

-¿A dónde te crees que vas?.- Preguntó Simone, la enfermera. Era, probablemente, la mejor de todo el hospital. Amable y con carácter a la vez, honesta, cariñosa y con un instinto maternal enorme.

-¿A mi habitación? Ya es de noche.- Hice un pequeño gesto hacia el exterior. Simone levantó una de sus cejas y negó con la cabeza, agarrándome del brazo para llevarme de nuevo hasta la camilla.

-De eso nada, antes tenemos que hablar.- Informó mientras me hacía sentarme en la camilla, cogiendo una de esas linternas que usan y una especie de paleta fina de madera.- ¿Me puedes explicar qué hacías mezclando medicamentos?.- Preguntó, mirándome seria mientras analizaba mis pupilas con dicha linterna.

-¿Yo? Solo me estaba fumando un porro. Y no es el primero, joder.- Respondí un tanto a la defensiva, encogiéndome de hombros. Es cierto que me había tomado un par de ibuprofenos antes de ir a clase, pero si lo decía corría el peligro de que descubrieran que no solo nos pasan marihuana y tabaco. Y bueno, quizás un par de pastillas para mantenerme despierto durante el día. No había pegado ojo en toda la noche y no nos dejan dormir por el día, así que algo tenía que hacer.

-River, me lo dijiste tú.- Sonrío con ironía, sacudiendo la cabeza de lado a lado. Me abrió la boca y analizó mi garganta -o eso creo.-

-Ahh.. los ibuprofenos. Vine aquí para tomarme uno antes de ir a clase, me dolía bastante la cabeza y no quería perderme la clase de Historia.- Respondí con una pequeña sonrisa sincera -o al menos intentaba que lo fuera.-

-Tu favorita.- Respondió con una pequeña sonrisa, dándome una pequeña palmada en el hombro para que bajara de la camilla.- Está bien pero la próxima vez me gustaría que me lo consultaras antes. Y si no me encuentras aquí, sabes donde hacerlo.- Sonrío y guardó la linterna en el bolsillo de su bata. Asentí con la cabeza y me bajé de la camilla, saliendo hacia el patio. 

Simone era como nuestra madre, y a quien más respetábamos. Se preocupaba por todos y cada uno como si fuéramos sus propios hijos y la verdad es que eso muchas veces es lo que más se necesita aquí dentro. Pero como bien se sabe, no hay cariño como el de la propia madre.. Y hablando de ella, ¿qué estará haciendo ahora mismo?

Sacudí la cabeza de lado a lado levemente, cerrando la cremallera de la sudadera y escondiendo la boca bajo esta para que no se me cortaran los labios del frío; metí las manos en los bolsillos y comencé a caminar hacia la entrada del edificio. En esta planta baja se encuentran la sala de visitas, el comedor, la sala de música y el salón de actos, en cuyos lugares a estas horas no solía haber nadie, pero esta vez parecía ser distinto. Ah, también está el portón que divide el psiquiátrico del mundo real; de ahí no podemos pasar. En el salón de actos parecía estar alguien, así que decidí acercarme a mirar.

En el olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora