Capítulo 1; Sid, Kash y Coral.

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12.15 AM

Cómo desearía volver atrás en el tiempo, cómo desearía poder volver a sentir esa nostalgia al ver los rostros en las fotos, al recordar en mi cabeza una simple cara y ponerme triste o alegre.. Cómo desearía volver al pasado, en general. Antes de ese accidente, mi vida era perfecta.. o al menos para mi. 

Tenía a mis padres. 

Tenía a Ben, mi mejor amigo. 

Tenía una vida feliz, alegre, normal.. Ningún problema de salud, tanto física como mental. 

Tenía un trabajo a tiempo parcial en mi pizzería favorita, iba a un colegio normal.. TODO era NORMAL. Probablemente no era el chico más rico de la ciudad, ni el más guapo, ni el más listo pero era feliz con lo que tenía hasta que un terrible día todo decidió acabar. 

Desde entonces cada día y cada noche, cada hora y cada segundo, me pregunto qué hice mal para merecérmelo. ¿A caso no hay millones de personas peores por ahí fuera y tiene que pasarme a mi? ¿A un pobre e inocente chaval?

No me lo pensé de nuevo, le di otra calada al porro que Sid se había dejado en mi habitación. Volví a sostenerlo entre los dedos mientras poco a poco soltaba el humo, mirando hacia el techo de mi habitación. Cada vez que miro hacia arriba pienso en que Ben está vigilándome, cuidando de mi. 

-¿Me perdonas por haber olvidado como es mirarte a los ojos?.- Susurré en voz baja mientras de mis ojos se escapaban pequeñas lágrimas.- ¿Me perdonas por no poder reconocer tu cara en mi memoria si no miro una de nuestras fotos..?.- Un nudo poco a poco se formó en mi garganta, haciendo que mi voz temblara. Sentía como mi respiración poco a poco se iba acelerando, muy lentamente. El llanto quería salir, mi cuerpo, mi mente y mi corazón querían desahogarse llorando.. Era la única manera. 

O al menos, la única manera sana.

Me senté en la cama rápidamente, apagando lo poco que quedaba de porro en la pared para después tirarlo a la papelera que tenía junto al escritorio. La tristeza y la melancolía poco a poco se iban transformando en furia, una furia incontrolable que probablemente no quisiera controlar al fin y al cabo.

Me puse en pie caminando hacia el escritorio agresivamente, abrí el cajón y cogí la pequeña hojilla de plata que nadie, absolutamente nadie sabía que poseía y salí de mi habitación con la cabeza agachada en dirección a los baños de los chicos. Podía escuchar los ruidos provenientes de las habitaciones de mis compañeros; gemidos, carcajadas, risas, susurros.. todo tipo de ruidos, cosa que me tranquilizaba porque sabía que ninguno se iba a dar cuenta de que no estaba en mi habitación. Abrí la puerta del baño, que estaba al final del pasillo justo frente a la cabina de vigilancia -como así llamamos nosotros al lugar en el que está siempre un monitor vigilándonos-; Abrí la puerta suavemente, mirando de reojo como el monitor se había quedado casi dormido sobre la mesa. Me adentré en los baños -que eran una gran mierda- y tras pasar las cabinas de los retretes llegué a la zona de los bancos, taquillas y duchas. En ellas teníamos cada uno nuestro jabón, toalla, chancletas.. Era casi como el vestuario de un gimnasio, una de las pocas cosas buenas que tenía esta mierda de sitio. Me desvestí frente a mi taquilla hasta quedar en calzoncillos, caminé hacia las duchas y abrí el agua de la última de la primera fila. Me senté en el suelo abrazándome a mis piernas y dejé que el llanto poco a poco fluyera de mi interior. Mi respiración se volvía a acelerar, mi corazón comenzaba a palpitar cada vez más rápido, la furia mezclada con tristeza envolvía mi cuerpo a través de mis venas, mi mano apretaba cada vez con más fuerza la hojilla de metal sobre la palma de mi mano, produciéndome un pequeño corte que lejos de producirme dolor, produjo lo contrario. Rajarme las venas era mi manera de desahogarme, y exacto, es una puta mierda pero.. ¿qué puedo hacer? yo soy una mierda. Una basura, un cero a la izquierda, un inútil..

En el olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora