Intento 9

641 54 17
                                    

Después de que el policía me deja seguir mi camino hacia...

<Tu muerte segura>

... conduzco lo más rápido que me permite la ley, hasta estacionar en casa de Serena. Intento regularizar mi respiración, inhalando y exhalando lentamente hasta que siento que me voy tranquilizando poco a poco. Tengo todo planeado, y aún me quedan cinco minutos para que se ponga en marcha mi plan, pero me preocupa la llamada de Serena. ¿Que habrá hecho su padre esta vez? En realidad, no me importa, estoy preparado para todo.

<¿Estás seguro?>.

Hasta estoy preparado para escuchar mi fastidiosa consciencia, así que te quedarás con las ganas de arruinar mi ánimo.

<Tú te lo pierdes>.

Abro la puerta del auto, me bajo y arreglo mi corbata, mirando la hora para comprobar que estoy a tiempo, ya que los nervios igual me comen por dentro.

Ustedes se preguntarán porqué sigo adelante con esto, pero, no puedo detenerme, tengo que intentarlo, una vez más, Serena vale cada intento. Mi sueño es que ella salga de su hogar con la bendición de sus padres, que sus ojos brillen de emoción en el momento en que su padre acepte que ya es una mujer y que es amada por mi con todo mi corazón. Nada de eso se lograría si fuéramos y nos casáramos en secreto. Nada. Y yo quiero que ella recuerde ese momento para toda la vida.

Camino hacia la puerta cuando noto algo extraño en la casa. Me quedo helado cuando veo una cinta amarilla rodear todo el frontis con la leyenda "Peligro". Pero... ¿qué está pasando aquí? Si antes estaba nervioso, ahora empiezo a angustiarme con lo que pudo haber sucedido. Saco mi teléfono y marco rápido a Serena, mientras toco el timbre como loco. Y ahí, como salido de una película post apocalíptica aparece Kenji. Está con una mascarilla en la boca, lentes de protección en los ojos, una capa de látex le cubre el cuerpo y en las manos tiene unos gruesos guantes amarillos de cocina.

La boca se me abre hasta caer casi al suelo de solo verlo así. ¿Que pasó? ¿En qué momento me perdí?

<Es tu suegro, ¿qué te sorprende>.

Intento abrir la cinta, pero Kenji se acerca rápido y me rocía con desinfectante en aerosol, dejándome ciego.

—Ni te atrevas a entrar, Darien. Nadie que venga de la calle puede entrar en mi casa —me asegura, sin dejar de apretar el atomizador, mientras se aleja caminando hacia atrás.
—Pero, ¿qué pasó? —consulto, intentando sacar de mi cara todo aquel líquido químico que me está irritando los ojos.
—¡Una pandemia! ¿Acaso no viste las noticias?
—No sé de qué habla, señor Kenji.
—Hay un brote de Influenza en Alaska y llegará aquí en cualquier momento... ¡en cualquier segundo! —me cuenta con voz de loco, rociando desinfectante por todos lados. En eso, Serena se asoma con cara de fastidio a la puerta, pero su padre nota su presencia—. ¡Adentro! ¿Acaso quieres contagiarte?
—¡Papá! ¿Por qué te empeñas en arruinar mi vida? Por favor...
—¡No! Prevenir es curar. ¿No recuerdas la ultima pandemia? Pasamos meses encerrados para no enfermarnos. Esta vez seremos previsores.
—Señor Kenji, usted está exagerando. Aquel brote de Influeza está a miles de kilómetros de aquí y lo más probable es que sea un proceso que se quede solo en ese lugar.
—Y tu, ¿cómo lo sabes? No puedes asegurar algo así.
—Soy médico, ¿lo recuerda? —digo, abriendo mis brazos, para demostrar que no quiero aprovecharme de la situación.
—¡Con mayor razón! ¡Fuera de aquí! Debes venir todo infectado —asegura, echando más aerosol, hasta que se le acaba por completo—. ¡Ikuko! ¡Tráeme otro bote!
—¡Por Dios, papá! Deja de hacer el ridículo de esa forma —dice Serena, acercándose hacia mi.
—No te atrevas, mi pequeña. Tu tocas a ese sujeto y ya no podré dejarte entrar —afirma su padre, señalándola con seriedad.
—Bien, si eso es lo que quieres, yo me voy con Darien.
—¡No! Sere, por favor.
—¡Basta, papá! No puedo vivir encerrada por tu paranoia. Además, no podrás detener mi matrimonio con Darien, pues seremos padres de una hermosa hija —suelta como si no fuera nada, haciendo palidecer a Kenji y a mi en partes iguales.
—¡¿Ah?! ¡¿Qué has dicho?! ¡¿Cómo te atreviste?! ¡¡¡Eres un hijo de...!!! —grita desde la puerta, corriendo rápido hacia mi con aquel extraño traje, lo que me provoca un escalofrío de terror, pero justo antes de llegar, se tropieza con la capa que trae puesta, pegándose tan fuerte en la cabeza que queda tirado en el piso sin poder moverse.

Pedirlo o no pedirlo... esa es la cuestión Where stories live. Discover now