Capítulo 1; Sid, Kash y Coral.

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-Ni se te ocurra.- Una voz tan áspera como la lengua de un gato se pronunció entre las duchas, haciéndome abrir los ojos bajo el chorro del agua para lenvantarlo y encontrarme con Sid en la entrada a las duchas. 

Su mirada se clavaba sobre la mía con gran intensidad al igual que sus pies parecían estar clavados al suelo en aquel momento, vigilándome desde allí. Le dediqué una mirada de desprecio, volviendo a bajar mi mirada hacia mis piernas a las cuales ya me encontraba abrazado. Tragué saliva con fuerza y agarré con conciencia la hojilla de plata, posándola sobre los anteriores cortes que tenía en mi muñeca. Nunca dejaba que se quedara sin al menos unos cuatro o cinco, era mi manera de disfrutar del dolor, de hacerme sentir algo que, tras tanto tiempo terminaba por creer que merecía. Acaricié, sin llegar a dejar ni marca sobre mi piel, pero me vi incapaz de hacerlo. Sentía la mirada de Sid socavar sobre mi cuerpo, observando cada movimiento que hacía, cada detalle.. Estaba allí y no pensaba moverse hasta detenerme. Rodé los ojos y me puse en pie, dándole un pequeño golpe al grifo para que el agua dejara de caer. Sacudí la cabeza hacia los lados como un perrillo tras su ducha y emprendí mi camino hacia mi taquilla, murmurando un ''eres gilipollas'' al pasar junto a Sid, quien simplemente soltó una pequeña carcajada.

-Gracias.- Murmuró, siguiendo mis pasos. Mientras recorría el trayecto corto hasta mi taquilla con furia, sentí como Sid se encendía un cigarro para celebrar su victoria.

-No, gracias no. ¿Por qué no me dejas en paz, tío?.- Gruñí mientras cogía mi ropa y guardaba la cuchilla en uno de los bolsillos de mi pantalón.

-Porque hacer eso es malo. No sirve para nada.- Respondió con aires de sabiduría, haciéndome soltar una pequeña carcajada a la vez que abría mi taquilla.

-Si sirve. Es mi manera de manejar el dolor, de hacerme sentir bien..- Respondí, cogiendo mi toalla, comenzando a secar mi cabeza. Al sentir como la oscuridad de la toalla cayendo sobre mi rostro me dejaba a oscuras, me consentí un par de segundos para repasar lo que acababa de decir. Escuché un pequeño resoplido de mi compañero, quitándome de inmediato la toalla de la cabeza para mirarle, con tanta furia como antes.- No sabría explicártelo. El caso es que..

-El caso es que eres gilipollas, River. ¿Cuantas veces te he dicho que no quiero verte haciendo esa mierda?.- Preguntó, mirándome como si tuviera toda la razón del mundo.

-¿Ninguna?.- Le dediqué una pequeña mueca de asco mientras pasaba la toalla por distintas partes de mi cuerpo.

-Bueno, pero lo he pensado, eso cuenta.- Respondió, esbozando una de esas sonrisas que lograban producirme escalofríos o sonrisas, según qué situación.

-No. ¿A caso yo te digo algo cuando te metes un par de somníferos? ¿Eh?.- Sintiéndome con toda la razón del mundo, metí la toalla en la taquilla y la cerré de golpe, mirándole con seguridad.

-Pues claro que no, tú también te los metes.- Asintió con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa, más divertida esta vez. Los músculos de mi mandíbula indicaban que quería sonreír así que me di la vuelta rápidamente, cogí mi ropa, me abracé a ella y comencé a caminar hacia la puerta tras resoplar.

-Vete a la mierda.- Respondí mientras poco a poco lo dejaba atrás, sacudiendo la cabeza de lado a lado mientras soltaba una pequeña risilla por lo bajo.

Sid es uno de mis amigos aquí dentro, si es que así se nos puede considerar. Creo que nuestra amistad, o lo que quiera que sea eso, es el resultado de la fusión de un tornado con un volcán.. Ambos somos dos grandes catástrofes naturales, tan diferentes como tan iguales. Él es alto, algo musculado, mayormente tatuado, con marcas de guerra -cicatrices de peleas en el reformatorio y en la calle- y la cabeza rapada casi al cero, según él, como los tipos peligrosos. 

En el olvido.Where stories live. Discover now