Capítulo 11 : Soledad

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Después de la práctica, recibí un mensaje de Devan informándome que iría con Alec y unas chicas a Don Donut's. Yo cedí porque era viernes, aunque me aseguré de recordarle que el toque de queda comenzaba a las doce. Sabía que querría meterse en alguna fiesta o ir a la casa de su amigo. Lo conocía, por lo que era mejor que tuviera presente la normas. No iba a atravesar la misma preocupación de la vez anterior por su falta de consideración.

Las cosas habían estado tensas entre ambos desde que me negué a permitirle visitar a Marcus de nuevo. Al principio, creí que estaba lo bastante arrepentido como para que se le olvidara odiarme, pero parecía que a la larga el enojo había ganado. Como Devan no era violento, no se atrevía a enfrentarme, ni siquiera a alzarme la voz o protestar cuando no le daba tanto dinero como me pedía. Sin embargo, el abismo entre los dos estaba creciendo. Las miradas hostiles, los comentarios mordaces y la tensión iban silenciosamente en aumento.

—Creí que me harías esperar media hora más.

Aminoré el paso cuando divisé a Verónica apoyada contra mi vieja pick-up.

—Si querías verme, debiste esperarme fuera de las duchas. Hace frío aquí.

Ella lanzó una mirada enfurruñada al cielo nublado.

—Detesto noviembre.

—Ni siquiera ha empezado a nevar. —añadí.

Dejé mi mochila sobre el capó y me situé a su lado.

—No me gusta la nieve. Algún día viviré en un lugar como Florida y seré completamente feliz.

—Por ahora, esto es lo que tienes. —me burlé hundiendo las manos en los bolsillos de mi chaqueta de los Lobos.

Ambos nos quedamos en silencio por un momento sin hacer nada más que contemplar a los alumnos que abandonaban la escuela.

—¿Dónde dejaste a los chicos? —preguntó ella.

—No lo sé. Mitch tenía cosas con Skyler, Zac debía recoger a su mamá y Tyler y los otros fueron a Mochee's.

—Las chicas los acompañarían, creo.

La miré de soslayo.

—¿Qué sucede, Row? ¿Por qué hoy es mi turno y no el de William o Ian o Zac?

—Lo haces sonar como si fuera una puta. Duele que tú lo digas.

Gruñí y la tomé de la cintura para acercarla a mí.

—No quise lastimarte. Nunca te reprocho nada, lo sabes. —le acaricié la mejilla antes de guiar su barbilla arriba. —Dime qué está mal.

—Tengo días buenos y días malos. No se puede decir que hoy sea uno bueno. 

Lo sabía, por supuesto. También sabía que era el único a quien le confiaba ese tipo de emociones. Había una razón por la que Row actuaba de la forma en que lo hacía, pero yo evitaba en lo posible pensar en ello. Prefería ayudarla de la única manera en que podía: con sexo o ratos de afecto. Ambas funcionaban para mí y también para ella.

—¿Qué necesitas?

Sus ojos verdes, grandes y afligidos, me dieron la respuesta.

—Hoy no puedo, Row. Quedé con Willow para estudiar, sabes que lo necesito.

—Creí que podrías hacer una excepción.

—No hoy.

—Bien.

—¿Por qué no llamas a Zac más tarde? Apuesto a que dejará cualquier cosa que esté haciendo para correr a verte.

Sacudió la cabeza, su abundante melena roja cubriéndole una parte del rostro.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Where stories live. Discover now