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Finalmente salimos de casa, y tras cerrar la puerta, bajamos a la calle y nos metemos en el coche de Carlos.

Hace frío, pero aunque el coche de Carlos haya estado toda la noche en la calle, aún así se está mucho mejor que fuera, por lo que me quito la chaqueta y me ato el cinturón.

-Es en la casa de principio de curso, aquella en la que hicieron esa fiesta- me explica Carlos.

-Lo sé, me lo has dicho antes- respondo mientras él arranca el coche y sale del aparcamiento.

El trayecto no dura mucho, menos de lo que recordaba, y nada más llegar a esa calle, todos los recuerdos me empiezan a venir a la mente.

Fue esa noche en la que dormimos juntos, como lo hemos hecho hoy, esa noche en la que iba borracha y él me llevó a casa, esa noche en la que le pedí que no se marchara de mi cama, ya que no quería dormir sola.

Le miro mientras aparca, concentrado, con los ojos bien abiertos, y frunciendo el ceño, como hace siempre en el taller, finalmente da marcha atrás, y cuando lo ve bien, apaga el motor y salimos del coche.

Respiro hondo, y empezamos a andar por el camino de piedras que hay hasta la puerta. Y Carlos, ya que estaba en la carretera y yo en la acera, anda más rápido para alcanzarme, y cuando lo hace, sin decir nada me coge la mano.

Le miro, pero veo que está mirando hacia delante, sin ninguna expresión visible, hasta que llegamos a la puerta, y tocamos el timbre.

-Tienen que creérselo, ¿no?- me dice justificándose por tener su mano entrelazada con la mía.

Yo asiento, y vuelvo a mirar hacia delante, apretando un poco más mi mano contra la suya.

-¡Hola!- nos abre el dueño de la casa.- Adelante, pasad, pasad, están en el comedor- dice después de darnos dos besos a cada uno.

Entramos y más recuerdos pasan por mi cabeza, empiezo a recordar muchas cosas.

Todos nos saludan, y empezamos a charlar entre nosotros. Yo me voy con las chicas, y me presentan a una, que es la novia del dueño de la casa.

-Sí, estoy en la universidad, ¿y tú?- le pregunto mostrando interés.

-Yo trabajo en una farmacia, en el centro de Madrid- me responde.

-Chicas, han venido dos chicos más, esos de ahí- señala en dirección a la cocina.- Creo que esta comida va a ser entretenida...- alza las cejas.

-Uy... ¿Ya tienes alguno que te mole?- le pregunta otra.

-¿Qué te piensas?- sonríe.- El rubio me gusta mucho, desde que ha llegado no para de mirarme.

-¡No seas mentirosa!- se ríe su amiga.

-Y a vosotras, ¿os mola alguno?

Todas responden, y cuando es mi turno, respondo honestamente.

-Yo tengo novio- digo alzando las manos.

Respondo honestamente solo una parte, ya que no es el novio que ellas creen.

-Quien lo diria eh... Nuestro Carlitos enamorado...- Ríe una mujer.

-Pues sí, yo tampoco me lo esperaba- dice otra.

-¡Chicas! Venid que vamos a empezar a comer- avisan.

Suspiro y voy hacia Carlos, ya que doy por hecho que vamos a tener que sentarnos al lado.

Pues... que empiece la fiesta.

Empezamos a comer y todo avanza bastante normal. Sin muchas intervenciones por mi parte y Carlos respondiendo a todas la preguntas que nos hacen.

Mejor, así no levantamos sospechas y no nos equivocamos.

Dos Miradas No Se Cruzan Por CasualidadWhere stories live. Discover now