Capítulo 7. Un piano, una canción, un recuerdo y un secreto

4.5K 178 18
                                    

- Creo que me voy a poner un rato con el piano ¿vienes? -asentí con la cabeza y ambas nos levantamos del sofá y nos dirigimos hacía el piano que estaba justo detrás del sofá esperando a que alguien lo usara. Mimi se sentó en el banquito y yo me acerqué una silla de la mesa del comedor para sentarme y estar más cómoda.

- ¿Con qué canción estás? -pregunté curiosa. Lo cierto es que hacía mucho tiempo que no me acercaba a un piano y me daba bastante respeto, llegó un punto en que pensé que lo habría olvidado todo, así que nunca más me acerqué a un piano por el miedo a ser consciente que ya no lo sabía tocar, y la verdad que en ese momento dudaba de mi capacidad para enseñar a alguien a tocarlo.

-Con esta, me la pasó el profe, pero es un poco coñazo -acerqué la cabeza para conseguir leer el título de la canción en la partitura.

-¿¿Que dices?? -esa era una de mis canciones favoritas y de uno de los cantante que más admiraba sino el que más, no me podía creer lo que estaba diciendo Mimi.

- ¿Te gusta? -dijo algo sorprendida- A ver, a mi es que me van los temas con un poco más de ritmo -intentó justificarse.

- Pues deberías darle una oportunidad, es una canción preciosa.

- ¿Entonces? ¿La sabes tocar?

- Bueno... La sabía tocar, hace tiempo que no la toco -dije algo triste. Me daba pena haber olvidado lo que un día fue el centro de mi vida, a la vez que me imponía y me entristecía muchísimo. Mimi se dio cuenta de la situación y enseguida intentó animarme.

- Seguro que te acuerdas Ana, esto es como ir en bicicleta, no se olvida, y si no la aprendemos juntas de nuevo -me dijo mientras me acariciaba el hombro, le respondí con una media sonrisa que no le convenció del todo- O si lo prefieres, podemos buscar otra

- Venga tócame lo que sepas -dije zanjando el tema.

- Uy, mejor vete tapando los oídos -Mimi empezó a tocar el piano con muchas ganas pero con poca destreza, la veía perdida, muy perdida, pero aún así podía identificar vagamente la melodía de la canción y eso me dio el empujón que necesitaba. Me levanté de la silla y me hice un hueco en el banquillo junto a Mimi que resignada dejó de intentarlo. Cerré los ojos y me transporté a la Ana de hacía algunos años, en su habitación, tocando el piano, la flauta y cantando a todas horas. Empezaron a sonar las primeras notas de la canción y me iba animando más y más, sin abrir los ojos todavía seguí avanzando en la melodía, en mi mente ya no estaba en el piso de Mimi, ni tenía 26 años. Estaba en mi casa de Tenerife y volvía a ser esa niña con ilusión y pasión por la música. Sin darme cuenta e instintivamente me arranqué con la letra de la canción


Y es que no sabes lo que tú

Me haces sentir

Que no hay momento que

Yo pueda estar sin ti

Me absorbes el espacio

Y despacio me haces tuyo

Muere el orgullo en mi

Y es que no puedo estar sin ti


Me absorbes el espacio

Y despacio me haces tuyo

Muere el orgullo en mi

Y es que no puedo estar sin ti


Canté las últimas estrofas hasta terminar con la última nota, todo quedó en silencio, abrí los ojos y rompieron los aplausos, me giré para mirar a Mimi que no paraba de aplaudir y vitorearme- ¡Uau! Me dejas alucinada Ana, no sabía que también cantabas -dijo con la cara desencajada- tía es que estoy flipando ¿desde cuándo?

- Desde siempre -dije tímidamente- Anda! Para ya, no es para tanto -dije sonrojada para que dejase de aplaudir

- Joder tía pues para no ser para tanto ya podría cantar yo así

- Todo es ponerse Mimi -dije humildemente

- ¿Por qué lo dejaste? No lo entiendo...

- No lo sé -respondí cabizbaja. Mimi me agarró de la barbilla con su mano derecha y me subió la cara de manera que cruzamos miradas y me sonrío- fue una decisión muy difícil -continué- Es muy complicado vivir de esto y yo... Yo, no sé... No soy tan valiente como tú

- ¿Como que no? -dijo Mimi sin creerse mis palabras- Dejaste tu tierra y tu familia atrás para venir aquí a vivir tu sueño, o no es así?

- Más bien huí -la corregí- que es todo lo contrario a ser valiente -Mimi me miraba con una cara muy apenada.

- Nunca es tarde para recuperar tu camino -intentó animarme- Estamos en la capital, aquí hay muchas más oportunidades, tu sabes que no es fácil, pero no imposible. Además, que tienes un talento increíble, eres una persona muy luchadora y si te lo propones, lo lograrás.

Tal vez Mimi tenía razón, cuando pisé Madrid dejé atrás toda mi vida y empecé completamente de cero, fue un cambio tan radical que incluso dejé de lado mi verdadera pasión, seguramente motivada por el miedo de volver a fracasar. La idea de comenzar en una ciudad desconocida sin amigos ni ningún lazo con nada ni con nadie me produjeron una sensación de libertad y adrenalina que nunca más volví a sentir, pensaba en ser una nueva versión de mi misma, mejor, más exitosa, más buena, más fuerte, más valiente, pero al parecer nada de eso había sucedido, por dentro seguía siendo la misma, con mis defectos y mis virtudes, mis debilidades y mis fortalezas y, por mucho que me empeñase en esconderlo, Mimi ya lo había descubierto.

- ¿Entonces? -la dulce voz de Mimi interrumpió mis pensamientos- ¿Vamos a intentarlo? -asentí con la cabeza- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo -ambas nos balanceamos hacía la otra y acabamos en un largo abrazo. Un abrazo de esos que desearías que nunca se acabarán, entre los brazos de Mimi sentía hogar, y daba igual cuando, donde o porque, ya que un abrazo de Mimi siempre me hacía sentir mejor, no importaba si estábamos en medio de una discoteca después de beber más de la cuenta o si nos acabábamos de encontrar después de unos días sin vernos, por simple o tonto que fuese ese momento, era el más especial y mágico de todos.


Jueves 19 de marzo - Día 6 de confinamiento

Atrapadas en Madrid | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora