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Siento que quiero despertar pero algo me lo impide. A de ser lo haragána que soy. Si lo se, no es la actitud de una persona que porta un coeficiente como el mío, de no ser por el despertador no abriría los ojos nunca.

Miro al techo y toda la habitación parece dar vueltas, me siento como si tuviera una resaca de los mil demonios pero de donde podría conseguir ese efecto, si nunca he probado alcohol. Me parece algo asqueroso. El simple hecho de que pueda vomitar y que me vea algún conocido, agregaría más problemas a mi pobre ser. Vuelvo a cerrar los ojos porque se que en algún momento la alarma me ha de despertar.

Al abrirlos nuevamente me asusto más de lo debido. Así que tomo todo mi autocontrol y lo pongo a trabajar para pasar desapercibida. No sé cómo llegue aquí pero estoy recostada en la meseta de la cocina frente a mi madre.

- ¿Estas bien cariño? -pregunta ella con una sonrisa deslumbrante, mirarla es como ver un clon mío. Somos idénticas, de no ser por nuestras edades fuéramos gemelas. Mi madre está muy bien cuidada lo opuesto a mi, yo me pongo lo primero que veo con una coleta y ya estoy.

- Si madre todo bien. Es solo que te miro y veo lo hermosa que eres.

- Tu te verías igual mi dulce Vero si solo te arreglara un poco más.

- No lo dudo madre. Tengo que irme o perderé el bus.

- Adiós mi cielo y cuídate mucho -me apresuro a salir de la cocina pero ella es más rápida y me detiene justo en la puerta y me planta un beso en la frente, me abraza y me da una bolsa de papel con un sándwich de queso con mantequilla de maní. Si es una combinación rara pero son nuestros favoritos.

Al llegar a la parada todo pasa de lo más normalito, todos pasan a sus asientos cuando llega el bus y yo me voy hasta el fondo donde nunca se sienta nadie. Espera acabo de decir nadie bueno hasta ahora corrijo, porque hay un chico de esos hijos de papi. ¿Te preguntarás que como lo sé? Bueno pues esta muy bien vestido, demasiado, aparte de que esta de buenaso el condenado. La pregunta es: ¿que hace un bombón como este en el bus?

-Hola me llamo Frank Petrov.

-¿Petrov?

- Si. Es que deciendo de un largo linaje de Rusos. ¿No es gracioso?

-Disculpa, pero ¿Petrov, Ruso y en bus? Eso no combina. Es como soy rico pero ando en bus.

-Si. A que no es muy común. Suelo decir que soy especial.

- Más bien Retrasado, diría yo-¿no me digas que tendré competencia de pringao?

-¡es un placer conocerte!

-Te das cuenta que no te he dicho ni siquiera mi nombre. ¡Sabiendo!

-Si. Lo he notado, creo que no es necesario porque es evidente.

-¡EVIDENTE!- mierda lo he dicho tan fuerte que todo el bus me esta observando. Si lo que quería era molestarme, lo acaba de lograr.

-Claro. Es que con esa cara tan angelical es indudable que te llamas Dulce.

-¡¡DULCE!!-esta vez no lo dije alto. Lo grité a todo pulmón, literalmente.

Todos me miraban y reían al mismo tiempo que me decían "HOLA DULCE". Era tanta la atención hacia mi que el bus había llegado y nadie se percató, pase de estar en el asiento trasero a salir a la primera.

Creo que no he comenzado con buen pie este maravilloso día. Tal vez lograron sentir mi sarcasmo. Si pensé que este sería el momento más incómodo del día, cuanto me equivoqué pues en cuanto sono el timbre, el maestro llamo nuestra atención para presentar a un nuevo estudiante. Que transfirieron de la bella Rusia.

En cuanto escuché la palabra Rusia supe de quien se trataba, antes que entrara. Tragarme tierra y vomitame en casa. Pues que creen nuestros asientos son dobles como en esa película que mi madre siempre ve donde hay una chica y un vampiro.

Sentaron al nuevo a mi lado. Me quedé petrificada por que no moví ni un pelo, mientras que el muy infeliz se sienta, me sonríe y me dice "hola dulce" toda la clase estalló en una sola carcajada.

Por mi mente solo pasaba la imagen de la puerta para salir corriendo, entonces el maestro llamo la atención de todos e inició la clases.

El día transcurre con normalidad con la diferencia que a cada momento alguno me dice "hola dulce ".

La chica en mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora