35º

1.1K 144 17
                                    

Había podido descansar mejor que estos últimos días, el dormir con alguien sabiendo que no pasaría nada me daba la oportunidad de descansar la mente y dejar de pensar que algo aparecería en la esquina la habitación o que ese chico, volvería a meterse en mi cabeza y controlarme a su antojo.

-¿Ya estas despierta? –Murmuró mi amigo con voz adormilada y miró el despertador –Son las ocho ¿quieres que nos quedemos un rato aquí? –asentí.

Apoyé la frente en la tela del pijama que cubría su pecho, podía oír los latidos de su corazón, como poco a poco se aceleraban. Estábamos uno frente al otro, con el brazo que tenía bajo mi cabeza me comenzó a hacer masajes en el cabello, el otro lo colocó sobre mi cintura para acercarme más hasta pegar por completo nuestros cuerpos.

-¿Te imaginaste alguna vez que así también es como nos comportaríamos si fuésemos pareja? –no sé porque pregunté tal tontería, pero el reaccionó, dejó de acariciarme.

-A veces, a Sharon le gustaba la pareja que hacíamos, pero no quiero recordar que esto se acabara cuando encuentres a tu alma gemela –pegó su frente con la mía después de darme un beso en ella.

-Eres como mi hermano, tus cariños nunca estarán prohibidos aun teniendo yo pareja, ambos sabemos que no va a pasar nada entre nosotros de lo que tengamos que preocuparnos ¿verdad?

-Claro, eso sería demasiado raro –siguió acariciando mi cabello.

Podía ser que por su forma de ser, muchas mujeres le etiquetarán rápido como el chico perfecto, tanto físicamente como de carácter muchas caerían rendidas a sus pies, si, puede que con Mikkel ocurriera lo mismo. Pero ambos eran muy diferentes entre sí, literalmente eran polos opuestos. Aunque si no tuviera este tipo de relación con el ángel, no negaría que por mi parte pudiera haber ocurrido algo.

-Debe estar por acá, es un libro viejo. –saqué y metí libros en las estanterías del segundo piso de la biblioteca.

-Selina, todos estos libros lo son –comentó mi amiga desde la planta baja.

-Solo recuerdo que estaba cerca de un libro que hablaba de seres angelicales.

-Eso tampoco ayuda mucho.

Kim se había prestado a ayudarme a buscar un libro que hablaba de los poderes de los ángeles. Si el fuego de la noche de la muerte de mi tía, era lo que yo creía, y ese chico lo sabía, podría estar en un buen lio. Yo no me creía que fuese solo por la mezcla de sentimientos, aun así, aún seguía sin saber muchas cosas de mi e investigar me ayudaría.

-¡Lo encontré! –me apoyé en la barandilla y la pelirroja me lo mostró.

Nos sentamos en sillas de la planta de abajo y soltó el libro en la mesa haciendo que el polvo se esparciera en el aire y tosiéramos. Agité las manos para disiparlo y lo vi. La encuadernación era de cuero negro, algo desgastado, lo abrí y pasé las hojas de un tono amarillento con dibujos y textos de un tono negro tirando a marrón, por el desgaste de la tinta. Muchos de los libros del lugar parecían tener siglos, diría que hasta milenios del mal estado que tenían.

-¿Qué es lo que buscas exactamente? –preguntó acercando la cabeza al libro escrito en latín por lo antiguo que era.

-Caelesti igne –leí, era lo único que llegaba a entender.

-¿Fuego del cielo?

-Sí, ¿podrías hacerme el favor de llamar a Caleb? –me enseñó su dedo pulgar y fue a buscarlo.

Sabía lo que era el fuego celestial, pero donde lo leí, era la típica página de fanáticos mortales por estos temas. Era mejor asegurarse con algo que sí que podría haber escrito una persona o ángel relacionado con este mundo. Al lado de una de las columnas del texto, había una cabeza humana con alas, bastante rara, aunque en este mundo eso debía ser normal. La puerta de la biblioteca se abrió, Kim y Caleb caminaron hacia mí. El chico echó una mirada rara al ver el libro.

Selina ©Where stories live. Discover now