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—¡Maldita sea! Ni datos ni cobertura. ¡Perfecto! —alcé el móvil de nuevo hacia el aire, lo apagué y lo encendí. Deslicé la barra de notificaciones, pero nada, era como vivir en la Edad Media, estaba en un castillo y sin cobertura, lo siguiente que sería, ¿un príncipe azul encima de su caballo?

Tiré el móvil sobre la cama de la rabia y me quedé un rato admirando la habitación. Esta era parecida a la de una cabaña, pero dos veces más grande. El suelo estaba recubierto por una alfombra de pelo blanco, las paredes eran de la misma piedra que los pasillos y al lado de la cama había una chimenea que era lo que le daba el toque de cabaña.

Me acerqué a la ventana y abrí las dos puertas para salir al pequeño balcón con vistas al bosque que rodeaba la mitad del castillo. Me apoyé en la repisa y admiré las hermosas vistas durante un rato hasta que apareció un niño. Mis ojos se abrieron de par en par y sacudí la cabeza. «Es imposible... ¡Ese niño tiene cuernos de cabra!» dije en mi cabeza. ¿Qué era lo que estaban presenciado mis ojos?
Se me ocurrió una idea, lo más rápido que pude, agarré el móvil y lo encendí. El niño abrió una pequeña puerta de madera para entrar al bosque, llevando consigo una cesta. Entré en la aplicación de la cámara e hice como si le estuviera haciendo una foto, acerqué la imagen y mis ojos no me engañaron, exactamente, al niño le salían esas cosas de la cabeza. Volví a mirar y me quedé helada al descubrir que me estaba mirando, corriendo cerré la ventana y sentí como el corazón se me fue acelerando por ello. ¿Era un demonio?

Necesitaba explicaciones ahora mismo. Había sido obligada a venir, traída a un castillo de a saber que parte de Italia y encima, en solo dos días ya había visto demasiadas cosas que no deberían existir. Abrí la puerta de la habitación y salí al pasillo, no había nadie en este, busqué a Caleb en su cuarto, pero no se encontraba allí.

—Señorita, ¿está buscando algo? —era una voz gruesa femenina.

Era de lógica que no solo estuviéramos dos en este castillo, así que no me sorprendió encontrarme con más gente. Me giré a la vez que le daba mi respuesta.

—Sí, estoy buscan... —solté un pequeño grito que enseguida tapé con mis manos —. Un, un demonio —tartamudeé y la mujer se echó a reír. Después miró hacia los lados como si no me refiriera a ella.

—Me ofendes, tampoco soy tan horrenda.

—¿No eres...?

—¡No, dios santo! Me llamo Sandy y soy una Nephilim, aunque no lo parezca, esto —señaló el tercer ojo que tenía en su frente —Es solo una deformación. Deberías acostumbrarte, en el castillo verás unas cuantas, niña. —no quería matarme, íbamos bien.

—¿Nephilim? ¿Hija de humanas y ángeles? —la examiné de arriba a abajo sin poder creérmelo.

—Exacto. ¿Por qué ahora sonríes? —preguntó al ver cambiar la expresión de mi cara.

—Soy un poco fanática de este tipo de cosas —me miró y por su expresión vi que no había entendido a lo que me refería —. Ángeles, vampiros, demonios, Nephilims...

—Hoy en día, esos temas llaman mucho la atención entre los jóvenes humanos —se retiró de la cara un mechón blanco de su cabello y se cruzó de brazos.

—Lo siento, no debí comportarme así, es solo que me sorprendió. Descubrí hace un par de días que las cosas que más me gustan viven a nuestro alrededor y aún no me acostumbré —me disculpé y esta vez la miré como si fuera una persona normal y corriente.

Intenté desviar mi atención del tercer ojo, si no fuera por ese defecto, la mujer pasaría totalmente por una humana. Me recordaba a mi tía, eran iguales de altura, rellenitas y de cabello canoso. Pero esta señora lo tenía mucho más largo y además parecía más mayor, lo supuse por las tantas arrugas que tenía en su rostro.

—Bueno, bueno, también fue mi culpa por aparecer de golpe ante ti, pero que no vuelva a pasar —yo asentí varias veces y sonreí.

Un chico apareció tras Sandy con un cesto de ropa, le saludé con una nueva sonrisa, pero se me quedó mirando con mala cara durante unos segundos sin decir nada. Parecía tener mi edad, puede que un poco menos y tener muy mal genio.

—No es humana, siento su aura —comentó el chico rubio en tono frío.

—Te equivocas, soy totalmente...

Una voz me interrumpió, el ruido de unos pasos acercándose hizo darme la vuelta.

«Si las miradas mataran, él ya estaría de nuevo en el cielo» pensé al ver al ángel.

—Por fin apareciste, te estuve buscando por toda la planta baja. Ya me temía que te hubieras perdido.

En cuanto le tuve a mi alcance abrí la mano y le di un fuerte golpe en la cabeza por no avisarme de que había más gente y de seguir sin darme explicaciones. Le sonreí inocentemente, el ángel tenía las manos puestas sobre su cabello. Si eso le había dolido, significaba que era un ángel de lo más débil y no sería difícil que alguien lo matara.

—¡Joder, Selina! ¿Por qué hiciste eso?

—¿No sé, podrías volver a explicarme por qué me trajiste a Italia? Es que no me quedó muy claro la primera vez.

La anciana y el niño se nos habían quedado mirando, no parecían estar molestos, más bien lo que estaban eran interesados en que hacía yo aquí. Caleb se puso serio y me agarró del brazo, pidió perdón por la escena a los dos y me llevó arrastras hasta la planta baja. Entramos en un cuarto que parecía ser una sala de estar. Vi un montón de sillas tapizadas con terciopelo y una chimenea, me senté en una con las piernas y brazos cruzados y miré con mala cara al chico que estaba enfrente. Llevaba su melena en un moño mal hecho, dejando unos mechones sobre su rostro.

—¿Te dolió el golpe?

—No, me dolió más que me lo dieras tú —bueno, me conformaba con eso.

—¿Qué hago aquí y por qué el chico rubio me dijo que no parecía humana?

—Sé que te va a ser difícil de escuchar...

—¡Suéltalo, todo! Ya estoy harta de que me mientas, tú no eres así, Caleb —me apresuré a decir y esperé su estúpido argumento.

—Se podría decir que tu verdadero físico es este. Cuando aún eras un bebé te cambiamos algunos rasgos con magia celestial, ya que no sabíamos si en algún momento de tu vida alguno podría llamar la atención de los mundanos. Al igual que tu aura, hicimos que se viera como el de una humana. Pero en tu dieciocho cumpleaños...—hizo una pausa, yo le estaba escuchando atentamente —el poder desapareció, tu aura es más fuerte que la de cualquier otro Nephilim, por eso, desde ahora, muchos demonios querrán matarte para conseguir ese poder.

—hizo una pausa, yo le estaba escuchando atentamente —el poder desapareció, tu aura es más fuerte que la de cualquier otro Nephilim, por eso, desde ahora, muchos demonios querrán matarte para conseguir ese poder

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Selina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora