29º

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—Si me quieres a mí, suelta a esa mujer, ella no ha hecho nada.

—No, cariño, mi vida no vale nada al lado de la tuya. Debes escapar —gritó mi tía a pleno pulmón y el demonio que la sujetaba le tapó la boca con otro de sus tentáculos.

—Sabes que no haré eso, pienso liberarte — no tenía nada con que defenderme, estaba literalmente entre la espada y la pared. Solo se me ocurrió correr hacia el demonio, pero uno de sus compañeros me alcanzó a dar con su cuchillo, lanzándome a varios metros de ellos.

La poca luz que desprendía la luna me dejaba distinguir a lo que nos enfrentábamos. Me arrodillé en el suelo y apoyé la mano en la piedra de la pared del castillo, me levanté entre muecas de dolor por el golpe contra el suelo. Oía la voz de Caleb, pero mis ojos no podían encontrarle, solo divisaba a Mikkel que acababa de llegar, tenía de nuevo la chaqueta que le protegía y su pistola apuntando a uno de los demonios.

—¡Selina! Arriba, ten cuidado —mi arco y flechas cayeron del cielo, Caleb estaba en el con sus enormes alas sobrevolando a aquellos monstruos.

Coloqué las flechas en mi espalda y tomé una, la instalé en el arco y la lancé hacia uno de los tentáculos del demonio principal, pero esta simplemente le rozó. No podía creerme que mi puntería me estuviera fallando en un momento como este.

—No te lo voy a volver a repetir, suelta a mi tía, esto es entre tú y yo —su cuerpo superior era como el de un humano, pero de un tono grisáceo.

Le estaba apuntando con la segunda flecha, pero él también estaba armado, con uno de sus tentáculos sujetaba una espada negra, de la cual salían llamas de un rojo intenso.

—Te importa esta mujer, ¿a qué si? Me gusta el dolor , el sufrimiento, quiero vértelo en la cara —mi tía soltó otro chillido cuando el tentáculo comenzó a apretarla más y más. No podía verla así, disparé varias flechas al cuerpo, pero el Polypus ni se inmutó, en cambio, él me devolvió todo eso haciendo más daño a Sharon.

Me llevé las manos a la cabeza, no podía, no quería seguir oyendo aquellos lamentos de dolor que me atravesaban los oídos.
No sabía que hacer, miré a mi alrededor, los chicos solo habían matado a dos demonios, eran demasiado fuertes, Mikkel disparaba una y otra vez, uno menos, pero después de más de diez disparos. Se dio prisa en recargar la pistola, mientras tanto, Caleb, cogía a un demonio y lo llevaba varios metros por encima de los árboles y cuando lo soltó, le atravesó con su largo bastón, pero cuando cayó al suelo, seguía vivo.

Tomé dos flechas a la vez y se las lancé a la cabeza hasta ver como su cuerpo se convertía en una masa negra. Fui decidida hacia el hombre con cuerpo de pulpo y sujeté una flecha con mis manos, tiré el arco a un lado y cuando uno de sus tentáculos se quedó quieto, le clavé el palo en el. Un grito de dolor salió de su boca sin dientes, apartó el tentáculo de la boca de mi tía, la cual pude ver que estaba sin conocimiento o al menos eso quería hacerme creer a mí misma.

—¡Maldita mocosa! —no tenía ojos, si los huecos, pero aún así era como si me estuviera mirando fijamente. Además, tenía la misma marca que los otros demonios en uno de sus largos tentáculos.

Arrojó a mi tía al piso, intenté ir por ella, pero me cortó el camino con su espada. Un Sengario fue hasta ella y la cogió, colocó una de sus afiladas manos sobre el cuello de mi única familia de sangre y la otra sobre su pecho, con lo afilado apuntándole al corazón. Necesitaba ir hacia ella, clavé las dos últimas flechas al Polypus y cuando pretendí escapar uno de sus tentáculos se enrolló en mi pierna, estos parecían tener veneno, haciendo que la parte agarrada comenzase a dolerme. Gritaba y golpeaba sus extremidades a la vez que me movía en el aire, no podía perder el tiempo con él, entonces me soltó, así como si nada, salí disparada hacia donde estaban los chicos.

Selina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora