Gale ha empezado a cazar otra vez, pero ahora con un permiso y sólo de manera recreativa. Dona lo que caza al comedor social del Dos.

Aún no le he dado la noticia, y espero que se la tome bien. No tiene ninguna razón para no hacerlo, pero espero que esté dispuesto a venir conmigo.

Llega a casa a las doce y media. Yo cuelgo la guitarra que me he comprado en el gancho de la pared y bajo las escaleras para saludarle.

Me mira mientras se quita las botas, sentado en el sofá.

—He limpiado el suelo y ahora me lo vas a llenar de barro —le regaño.

Él me mira serio.

—Bueno, vengo del bosque, de cazar —me mira como si me pasara el día delante de un teclado, lo cual no es mentira—: ahí hay barro.

Me da las botas. Las meto en el fregadero para que él las limpie luego.

—Pues date una ducha, ¿no?

—Cinco ardillas y dos conejos —me ignora—. Eso hubiera sido una buena mañana en el Doce.

Asiento. Se reclina para apoyar los codos en sus piernas y me mira en silencio. Elevo una ceja.

—¿Qué?

Él me da una pequeña sonrisa.

—Nada, Thyr. —Se levanta y se acerca para darme un beso en la mejilla—. Me voy a pegar una ducha.

Sube las escaleras y pierdo la oportunidad de hablar del tema. Suspiro. Después de un rato vuelvo a mi habitación, y veo las invitaciones en la mesa.

Las agarro y las miro con nerviosismo mientras oigo el agua del baño correr.


El lunes por la mañana me doy cuenta de que aún no le he dicho a Gale lo de las invitaciones. Decido que no puede esperar más, y me escribo una gran "G" en un post-it para acordarme. Lo pego en la esquina de uno de los monitores de mi oficina.

Trabajar para el gobierno es aburrido, pero por lo menos Gale y yo trabajamos en el mismo edificio. Nos dedicamos a cosas muy diferentes, pero al fin y al cabo ambos hacemos papeleo para el Capitolio.

Tengo que organizar documentos en la red, y esta vez me doy cuenta de que son planos de armamento usados en la guerra. Suspiro, intentando no pensar más en ello.

Después de teclear códigos y pasar por cortafuegos, veo que uno de los archivos tiene acceso restringido. A veces, Gale es capaz de darme acceso a este tipo de archivos, así que decido que esta es la excusa perfecta para ir a hablar con él.

Meto la información en un disco duro y salgo de mi oficina. Ser la jefa de la planta significa que tienes algo de privacidad, lo cual está bien, porque de vez en cuando estar tanto tiempo delante de la pantalla me hace querer tirarme de los pelos. No sé cómo lo hacía antes de la guerra.

Paso por delante de la mesa de mi asistenta tras darle una sonrisa; pero no sirve para nada porque ella no levanta la mirada del papeleo: es una mujer aplicada. El pasillo está lleno de gente yendo y viniendo a sus oficinas o cubículos. Esquivo a un hombre que lleva dos cafés en la mano y subo las escaleras que quedan a mano izquierda.

Al llegar arriba, me paran las puertas de cristal con "EJÉRCITO DE PANEM" escrito en ellas.

Gracias a mi rango tengo acceso al código, así que escribo 0867274 en el panel a la derecha. Las puertas se abren.

Sigo caminando por el pasillo. Este está más vacío, y la estancia es mucho más silenciosa que el piso en el que trabajamos los hackers y técnicos. A Gale le gusta que no haya mucha gente por aquí, porque no le gusta que le reconozcan de las propos de la rebelión.

A STORM LIKE HER ━ Gale HawthorneWhere stories live. Discover now