𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒆𝒆𝒏

Comenzar desde el principio
                                    

Greyback agarró a Harry y lo arrastró hacia la luz, forzando a los otros prisioneros a arrastrarse con él.

—Lo sé, está hinchado, señora, ¡pero es él! —apuntó Scabior—. Si lo mira un poco más cerca, verá su cicatriz. Y está aquí, ¿ve a la chica? Es la sangre sucia que ha estado viajando con él, señora. No hay duda de que es él, ¡y también tenemos su varita! Aquí, señora...

Scabior le pasó la varita de endrino. Ella levantó las cejas examinando la varita luego de observar, por unos momentos a Potter. Sus ojos se encontraron con los de Alaska, y entonces habló:

—Traiganlos dentro —dijo mientras los prisioneros eran empujados por los amplios escalones de piedra—. Y síganme.

Narcissa entrelazo su brazo con el de Alaska mientras encabezaban la marcha por el pasillo, adentrándose en la Mansión. La mujer parecía estar cansada, más de lo que se le veía la última vez.

—¿Es él en realidad? ¿Harry Potter? —Alaska asintió y notó la expresión de la mujer amargarse—. ¿Y en qué necesitas mi ayuda exactamente?

La rubia no contestó de inmediato, recordando las palabras que Cissy le había dicho el día de su cumpleaños: haremos lo que sea para ayudarte... estamos a tu lado.

—Necesito tiempo para arreglar esto, solo un poco de tiempo.

—Cariño… —la mirada de Narcissa suplicaba más información.

—No puedo decirle, no aún al menos. Les explicaré todo a su debido tiempo ——. Pero debo advertirte, puede que ésto no termine bien.

—¿En qué te has metido? Yo creí que estabas en Hogwarts, con Severus…

—Eso no importa ahora, pero no deje de confiar en mí, Cissy. Me aseguraré que estés bien junto a Draco, encontraré la forma de mantenerlos a salvo luego de que logré mi cometido. Lo prometo.

Narcissa no respondió, más Alaska sabía que haría lo que le pidió. La mujer parecía más preocupada por Alaska que por la confusa situación que estaba viviendo.

—Mi hijo, Draco, está en casa por las vacaciones de Semana Santa. Si ese es Harry Potter, él lo sabrá. —les dijo Cissy a los carroñeros luego de un momento de silencio.

El salón deslumbraba después de la oscuridad exterior, una leve calidez se esparció por el cuerpo de la chica al llegar a un lugar familiar luego de tanto tiempo. Dos figuras se levantaron de sus sillas situadas enfrente de la recargada chimenea de mármol cuando los prisioneros fueron introducidos a la fuerza en la habitación por los carroñeros. Alaska pudo observar a Draco mirar a los carroñeros y prisioneros con el ceño fruncido y luego, esa expresión cambió casi al instante cuando su mirada se fijó en ella, una leve sonrisa sincera que se vio interrumpida por un gesto de preocupación.

—¿Qué ocurre, Al? —preguntó, acercándose a ella—. ¿Qué haces con ellos? ¿Te han hecho algo o…?

—Draco, ven aquí. —la fría voz de Lucius Malfoy llegó a sus oídos, y el rubio no se vio feliz con la interrupción, pero no se opuso a la orden—¿Lo reconoces? ¿Es Harry Potter?

Draco observó al chico que se encontraba frente a él, con el rostro deformado. Miró de soslayo a Alaska y, de forma casi imperceptible, negó con su cabeza.

—¿Bien, chico? —raspó el hombre lobo.

—¿Draco? —dijo Lucius, intentando ocultar su emoción—. ¿Lo es? ¿Es Harry Potter?

—No puedo... no puedo estar seguro. —dijo Draco.

El chico estaba manteniendo las distancias con Harry, intentando comprender porque su novia no quería que dijera la verdad.

en tiempos de guerra ⁷ ━━ harry potter sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora