Capítulo 114. No te echo de menos.

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Yo niego con la cabeza.


- Callaita. 


Y me besa en los labios, me envuelve con ellos, con su lengua, y yo me dejo arrastrar, soy presa de lo que ella quiera hacer con la mía. Pero, de repente, para y muerde mi labio inferior con tanta intensidad que me quejo por el mordisco, un poco dolorida.


- Será mejor que controles esa lengua o tendré que hacerlo yo. Pero, antes, permíteme presentarme. Aquí, para ti, soy Lady Queen. Este es mi Reino y, como tal, deberás seguir mis normas. Por ello, te dirigirás a mí con respeto: añadirás la palabra "señora" a cada frase o pregunta que me hagas, ¿queda claro?


Mmm... Lady Queen... Me encanta. ¡Ah!, ¿y quiere que le hable de usted? Bueno, puedo jugar a ese juego. 


- Sí.

- Sí, ¿qué?

- Sí, Señooraaa -digo en tono burlón.

- Yo que tú, no tentaría a la suerte... Soy muy estricta con mis normas. Si quieres que la Reina te trate... bien, tendrás que portarte bien -y me clava las uñas en el muslo. 


Yo me quejo, pero vuelvo a preguntar:


- ¿Y por eso me has atado aquí con estas correas? ¿Teme que escape, mi Señora? -digo, tirando de ellas, con toda la serenidad que puedo encontrar en mi cuerpo. 

- No creo que vuelvas a huir de mí. En realidad, son solo para que tengas donde sujetarte.


Zorra... Cada cosa que dice me abrasa por dentro. 


- Así que eres una Reina... Y yo, ¿qué soy?

- ¿Tú? La favorita de la Corte -y me atraviesa con la mirada.

- Y eso implica... 

- Que te calles -me pinza un pezón por encima del sujetador con tanta fuerza que está en el límite entre lo doloroso y lo placentero-. Tienes la fea costumbre de interrumpirme, así que te diré lo que quiero, y solo cuando acabe tendrás permiso para hablar. ¿He sido clara? -y aprieta la mano que tenía sobre mis braguitas empujándome hacia arriba.


Yo arqueo la espalda por el empujón y gruño bajo su mano, que ha colocado sobre mi boca a modo de mordaza. 


- Ni un ruido, ¿queda claro?


Yo asiento obedientemente. No sé dónde está la chica que yo conozco y no sé qué ha hecho con ella, pero lo que está haciendo esta conmigo... No tiene nombre.


- Te he traído aquí para que conozcas otra parte de mí. Tranquila, no te haré daño, al menos, no intencionadamente -y se ríe, la muy perra-. Ya has sufrido bastante en una camilla así... Aunque fuese por tu bien, ¿verdad? -acaricia donde me clavó las uñas antes, con suavidad, despacio.


Yo así no puedo respirar. Tiene todo mi cuerpo alerta y estoy empezando a necesitar todo el aire que tengo a mi alrededor para sobrevivir a ella.

La sala de los menesteresWhere stories live. Discover now