Yo niego con la cabeza.
- Callaita.
Y me besa en los labios, me envuelve con ellos, con su lengua, y yo me dejo arrastrar, soy presa de lo que ella quiera hacer con la mía. Pero, de repente, para y muerde mi labio inferior con tanta intensidad que me quejo por el mordisco, un poco dolorida.
- Será mejor que controles esa lengua o tendré que hacerlo yo. Pero, antes, permíteme presentarme. Aquí, para ti, soy Lady Queen. Este es mi Reino y, como tal, deberás seguir mis normas. Por ello, te dirigirás a mí con respeto: añadirás la palabra "señora" a cada frase o pregunta que me hagas, ¿queda claro?
Mmm... Lady Queen... Me encanta. ¡Ah!, ¿y quiere que le hable de usted? Bueno, puedo jugar a ese juego.
- Sí.
- Sí, ¿qué?
- Sí, Señooraaa -digo en tono burlón.
- Yo que tú, no tentaría a la suerte... Soy muy estricta con mis normas. Si quieres que la Reina te trate... bien, tendrás que portarte bien -y me clava las uñas en el muslo.
Yo me quejo, pero vuelvo a preguntar:
- ¿Y por eso me has atado aquí con estas correas? ¿Teme que escape, mi Señora? -digo, tirando de ellas, con toda la serenidad que puedo encontrar en mi cuerpo.
- No creo que vuelvas a huir de mí. En realidad, son solo para que tengas donde sujetarte.
Zorra... Cada cosa que dice me abrasa por dentro.
- Así que eres una Reina... Y yo, ¿qué soy?
- ¿Tú? La favorita de la Corte -y me atraviesa con la mirada.
- Y eso implica...
- Que te calles -me pinza un pezón por encima del sujetador con tanta fuerza que está en el límite entre lo doloroso y lo placentero-. Tienes la fea costumbre de interrumpirme, así que te diré lo que quiero, y solo cuando acabe tendrás permiso para hablar. ¿He sido clara? -y aprieta la mano que tenía sobre mis braguitas empujándome hacia arriba.
Yo arqueo la espalda por el empujón y gruño bajo su mano, que ha colocado sobre mi boca a modo de mordaza.
- Ni un ruido, ¿queda claro?
Yo asiento obedientemente. No sé dónde está la chica que yo conozco y no sé qué ha hecho con ella, pero lo que está haciendo esta conmigo... No tiene nombre.
- Te he traído aquí para que conozcas otra parte de mí. Tranquila, no te haré daño, al menos, no intencionadamente -y se ríe, la muy perra-. Ya has sufrido bastante en una camilla así... Aunque fuese por tu bien, ¿verdad? -acaricia donde me clavó las uñas antes, con suavidad, despacio.
Yo así no puedo respirar. Tiene todo mi cuerpo alerta y estoy empezando a necesitar todo el aire que tengo a mi alrededor para sobrevivir a ella.
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La sala de los menesteres
FanfictionAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...
Capítulo 114. No te echo de menos.
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