Capítulo 55. El experimento.

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<Natalia.Lacunza ha añadido contenido a su historia> 

Un vídeo en el que aparecía un martillo en el suelo y dos cuadros recién colgados en la pared del comedor de la morena: uno que contenía el dibujo de ella tumbada en el sofá con Queen encima y el cuadro del atardecer en el mar. Al final, cambia a la cámara frontal y aparece la payasa de la cantante, en un primerísimo plano, bailando al ritmo de Amanecí contento con una sonrisa que le achinaba los ojos. 


Alba negó con la cabeza y dio un sorbo a su café. Tenía una hora libre. 

La storie le puso contenta a ella también. La verdad era que Natalia lo estaba pasando bastante regular últimamente. Había ido a verla ensayar un par de veces en la última semana y, para su gusto, todo sonaba infinitamente mejor de lo que insinuaba la cantante. No entendía tanto drama por su pequeño 'problemilla'. Ella, como fan de póster que era, advertía esa vacuidad en su manera de cantar, un poco distante con la letra y con las sensaciones que describía, más artificial que de costumbre, pero estaba segura de que podría dar un concierto y poca gente lo notaría. La Mari y ella, sus más observadoras fans, la conocían demasiado bien como para no darse cuenta, pero había que reconocer que el público, por lo general, no lo miraba todo con tanta lupa. 


- Albi, que el problema no es que se note -intentaba explicarle unos días atrás-, el problema es que la que lo nota soy yo -movía mucho los brazos mientras iban de camino al cine. 

- Una semana llevas de ensayos, UNA -se carcajeó, empujándola por el hombro-. A lo mejor, Natalia -le dijo, como si fuera su madre-, tienes que hacer de tripas corazón y empezar la gira con las canciones cogidas con alfileres y, según vaya avanzando, verás como te vas sintiendo cómoda con ellas. 

- Anna me va a mandar a la mierda, la estoy acaparando -la miró con una gran sonrisa traviesa. 

- Anda, pava, si ella está encantada de echarte una mano. ¿Te ayudan las clases de interpretación? 

- Pues sí, bueno, no sé, dímelo tú -se rascó la nuca. 

- La verdad es que se nota la diferencia -suspiró, encogiéndose de hombros-. Nada, chica, que vas a tener que fingir una temporadita hasta que vuelvas a tu ser -Natalia le pasó el brazo por los hombros. 

- Yo no soy de fingir, rubia -le dijo al oído. 

- Eso me deja más tranquila -se mordió el labio de tal forma que hizo tragar en seco a la cantante. 

- Me apeteces -gruñó, incendiada con su gesto. 

- Y tú a mí -apretó los dedos en su cintura y desvió la vista al frente, sacudiendo la cabeza para deshacerse de la inminente excitación-. Pero volviendo al tema, es eso o aplazar la gira, y ya, ya sé que esa opción ni se contempla. 

- Ni de coña. Yo... yo tengo la esperanza de que, una vez me suba a los escenarios, todo volverá a la normalidad. El público te ayuda muchísimo a meterte en las canciones, es brutal, Albi. 

- No me lo puedo ni imaginar. 

- En el concierto de inicio de gira puedes verlo desde el escenario, si te apetece, en un lateral -le propuso con ilusión. 

- Todavía no asimilo estar saliendo con mi ídola -parpadeó varias veces. 

- Nada, tendremos que ir aprendiendo las dos sobre la marcha. 


Intentaba hacer como que se conformaba con aquel arreglo, pero Alba sabía que estaba muy disgustada por lo que ella consideraba 'no hacer su parte del trabajo'. Aún le quedaban dos semanas y media de ensayos, era una agonías. Tenía una confianza plena en ella y en sus capacidades, aunque le preocupaba que no fuera capaz de sentirse satisfecha. Sabía que eso le estaba matando la cabeza. 

La sala de los menesteresWhere stories live. Discover now