Capítulo 1.

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Es tan injusto...

—Yashiro-san.

La vida es tan insípida sin un romance dramático y apasionado como en las historias de los libros...

—¿Yashiro-san?

Los días simplemente pasan y no hay nada que llene este vacío...

—¡¿Yashiro-san?! —finalmente voltee a ver a mi profesor— Dime, ¿No entiendes la explicación? ¿El problema sigue siendo demasiado complicado para ti?

Volví a dejarme caer desanimada contra la mesa de mi pupitre.

—¡Ah, Yashiro-san! ¿Te sientes mal? ¿Estás enferma?

—En estos momentos no necesito de una ecuación matemática, Yugi-sensei— refunfuñé. No me importaba verme infantil, me sentía frustrada— Es injusto que yo sea la única aquí encerrada mientras que todos se divierten posteando en redes sociales sus vacaciones en la playa, yendo de picnic e incluso jugando videojuegos...

—Supongo que es así... pero, ¿Cómo dejaste que pasara esto? —pregunto acercándose un poco más— Estuve dándole un vistazo a tu historial académico y tus calificaciones de secundaría se encontraban dentro del promedio, ¿Cómo llegaste a bajar tanto tus notas, Yashiro-san?

Ahogué un chillido.

—¡Sensei, usted no entiende el corazón de una dama! La mejor época de toda chica para vivir su historia de romance es durante su etapa de estudiante... pero, a como van las cosas, no conseguiré tener pareja para mi baile de graduación.

Después de eso hubo un breve silencio.

— ¿Ese es el problema?

Levante la cabeza y lo fulmine con desprecio.

¿Le parece absurdo? ¡Por supuesto que ese es mi problema! Vaya ofensa...

— ¡Claro que lo es! ¿Sabe lo difícil que es conquistar el corazón de un chico? ¡Ellos no son nada cooperativos! Durante el semestre pasado me esforcé muchísimo, investigue y lo intente repetidas veces, pero todas fueron un total fracaso.

—Lamento escucharlo...

—Gracias, pero, ¿Quiere saber qué fue lo peor? —inquirí parándome del asiento y colocando mi pie sobre la silla, confesé— ¡Estas piernas gordas que no me ayudan en nada! Incluso el último de mis crush's se burló de mí diciendo que tenía piernas de rábano, ¿no es eso demasiado infantil?

La reacción del maestro me dejó perpleja. Sus ojos dorados centellaron con admiración al verme los gordos tobillos. Me sentí extraña.

— ¿En verdad son reales? ¡Son increíbles! —susurró suavemente haciéndome sonrojar.

Vaya actitud tan inusual viniendo de un profesor... además, ¿lo dice enserio? Mis piernas, ¿no son tan horrorosas como pensaba?

Mi pulso se descontroló cuando vi su mano desplazarse con la intención de tocarme el tobillo.

—¿Se-sensei? —balbucee con el rostro rojo y las orejas en llamas.

Para mi alivio, pareció recordar su posición, por lo que avergonzado carraspeo un poco antes de adoptar nuevamente la compostura de un profesional.

—Me disculpo... Entonces, ¿En qué lección nos quedamos? —cuestionó volviendo al pizarrón.

—Uhm... no de nuevo, no quiero...—rezongué hundiéndome de hombros—Por más que lo intente, simplemente no me puedo concentrar, es tan aburrido...—volví a sentarme dejando caer la cabeza hacia atrás con fastidio.

Enséñame, sensei.Where stories live. Discover now