24. DAVID y MAX

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Max miró el jardín, pequeño para no variar, en una esquina estaba un chico arreglando unas flores. Estaba sin camiseta y a cuatro patas.

Debía tener dieciséis o como mucho diecisiete.

Su cabello era cabello color chocolate y tenía unos músculos bien torneados dorados por el sol.

Bastante guapo.

—¿Dónde está mi primo? —gritó David. El chico les miró y se puso en pie de un salto.

Abrazó a David tan fuerte que casi lo ahogó.

—¡David! —Dijo riendo— ¡Estás más alto!

—Todo crece, amigo —le dijo David apartándose. Eric esbozó una sonrisa amplia.

—Menos tu picha.

A Max le cayó bien aquel chico casi de inmediato. David rio y pensó que no sabía cómo había aguantado tanto tiempo sin su primo. Sin sus bromas estúpidas y sus combates de playstation. Tenía tanto que contarle que el chico iba a flipar. 

—Eric, este es Max —le dijo David. Max miró mejor al chico.

Tenía cierto aire familiar con David. Aunque el parecido con su padre le diferenciaba bastante de la familia de su madre, que tenían la estructura facial angulosa y de pómulos marcados.

—¿Tú eres el rico?

—El mismo —dijo Max sonriendo.

—Pues vivirás de coña —le dijo Eric riendo— ¿Qué hay que hacer para compartir tu dinero?

—Casarte conmigo —le dijo Max también bromeando.

David los miró a los dos y decidió dar fin a esa conversación tan extraña.

—Dice la abuela que vayas a buscar al abuelo —le dijo David a su primo.

—Y una mierda —le dijo Eric de malos modos— Os venís conmigo, porque todo el mundo quiere conocer al rico.

Max sonrió.

—¿Y a mí que me jodan? —le dijo David indignado de que su familia no quisiera verle.

—Oye, que ahora tú también eres rico —le dijo Eric— Ahora te querrán más que nunca.

David rio y salieron a la calle mientras el primo Eric le decía a Max que si le apetecía podía comprarle una moto para navidad, si es que no sabía qué regalo hacerle.

—¿Dónde vamos? —le preguntó Max muy bajito para que no le oyese Eric. David sonrió. Nunca haba visto a Max tan nervioso, estaba callado y le seguía a donde fuese, estaba manso, y fuera de lugar.

—Vamos a casa de mi tío —le dijo también bajito.

—¿Si tienes un tío porque te llevaron con tu padre? Creía que solo podía ocuparse de ti él —le dijo sin entender.

David sonrió.

—Ahora lo entenderás.

Y cuando llegaron Max lo comprendió a la perfección.

BAJO LA PIELOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz