6. TODOS

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Nick abrió los ojos cuando sintió como alguien se estiraba perezosamente a su lado. Y lo primero que vio fue una cabeza rubia incorporándose en la cama.


Alex también se había despertado. Se agarraba la cabeza con ambas manos.


—¡Vaya! —susurró achinando los ojos— mi cabeza...


A Nick también le dolía mucho la cabeza y tenía los síntomas claros de una resaca monumental.


Fuera se oían ruidos, voces de mujeres. En especial la voz de UNA mujer, que era quién estaba armando más jaleo.


Alex abrió mucho los ojos y su cara se tiñó de una profunda sorpresa. Salió corriendo, literalmente.


Nick fue detrás sin entender lo que pasaba. Se quedó arriba de la escalera.


En la puerta de la casa había un montón de maletas, que unos hombres apilaban en el recibidor de la casa. La mujer que hacía tanto ruido era Amy DeLoop, la madre de Alex.


Nick la hubiese conocido en cualquier parte. Salía en todos los canales de música, en Internet, en la radio. Su hermana era muy fan de sus canciones.


Su cabello rubio era tan claro como el de Alex, lo tenía largo y liso.


Debía tener unos treinta y cinco como mucho. Era preciosa, por eso era la fantasía sexual de la mitad de los habitantes del planeta.


—¡Mamá! —exclamó Alex saltando los escalones casi de dos en dos. Amy le sonrió con alegría. Alex le abrazó con cariño— ¡Has vuelto!


—Sí, hijo. Miami es un muermo —le dijo ella acariciándole el pelo. Alex le miró a la cara sonriendo—. Pero ahora estoy muy cansada, así que me voy a la cama...


La sonrisa de Alex se congeló en su cara.

Nick pudo ver el momento exacto en el que comprendió de que ella seguía sin acordarse de su cumpleaños.

Alex se apartó de ella con repentina frialdad. Y luego Alex dibujó en su cara una de esas sonrisas que no eran felices, pero que la gente no sabía distinguir.

Sonrió sin ganas de sonreír, pero nadie se dio cuenta.

Excepto Nick.

Nick notó de que esa sonrisa no era como las otras. Era forzada y en sus ojos no brillaba ningún tipo de júbilo.


—Vale —le dijo intentando parecer alegre.


—Cariño, ¿Dónde has dejado mi caja? —dijo un hombre moreno, con el cabello despeinado y una perilla ridículamente cuidada.

BAJO LA PIELWhere stories live. Discover now