5. TODOS

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Pillar drogas, por supuesto, ¿Qué otra cosa podría ser tratándose de Alex?


Nick se quedó mirando como Alex lamía su helado con su rosada lengua mientras ambos tomaban un taxi.

Eso de que a los hombre se le conquista por el estómago era algo completamente cierto por parte del chico.

Nick se sintió realmente sucio cuando pensó lo que pensó de las lamidas del chico a su helado. Imaginar algo así de un chico tan inocente le parecía casi perverso.

Tal vez Alex no se diese cuenta, lo más probable es que no fuese consciente de ello...pero tenía algo que le hacía sexy.

Nunca se había dado cuenta de ello hasta que Max se lo dijo y ahora no podía dejar de verlo. Odiaba tener que darle la razón.

Igual que Max tenía un aura de chico malo que gustaba, Alex tenía una de niño bueno e inocente. Aunque eso pudiese sonar a enaltación de la pederastia pura y dura.

Según le había dicho tenía un año menos que él, cumplía dieciséis.

Pero supuso que eso no tenía nada que ver. Era algo característico del chico, independientemente de la edad.

Alex era diferente al resto de chicos que había conocido, parecía que todo lo que había a su alrededor le emocionase sobremanera y todo le llamase la atención.

El taxi llegó y ambos muchachos subieron sin decirse ni una palabra más.

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David miró a Max de reojo, aunque quería hacer como que le daba igual, no podía dejar de mirarle.

Acababa de salir de la ducha y las gotas de agua resbalaban por su cuerpo musculoso, perdiéndose bajo la toalla que ataba en su cintura.

Max notó que le estaba mirando, pero disimuló. Se quitó la toalla tirándola al suelo distraídamente.

David apartó la mirada de inmediato, sonrojado y acalorado.

Y el chico de cabello negro se puso a buscar en su parte del armario algo de ropa. David se volvió rápidamente cuando supo que Max no lo notaría y vio el trasero del pelinegro.

Era tan maravilloso como se había imaginado. Después de confirmar que Max poseía un precioso culo se volvió antes de que el otro le mirase.

Max suspiró y se puso la ropa interior. Se acercó al chico rubicundo que estaba apoyado en el escritorio, de espaldas a él.

—Oye, estamos solos ¿y si aprovechamos y...? —le dijo acercándose por atrás.

—¿Me ayudas con los deberes? —le interrumpió David desviando el tema rápidamente.

Max y él se llevaban mejor que antes, se seguían peleando constantemente, pero les gustaba. Era una relación de amor-odio bastante divertida donde nunca se aburrían. Y así les gustaban las cosas en realidad.

—La verdad, no me apetece —le dijo sonriendo. David le miró con reproche.

—No me obligues a suplicarte, no lo haré.

BAJO LA PIELWhere stories live. Discover now