Max abrió la puerta de la limusina y la mantuvo abierta con ademán caballeresco.

David miró todo a su alrededor. Dentro había unos sillones de cuero, una nevera y un teléfono y...

—¡Dios mío!¡Este coche tiene tele! —exclamó cuando vio la televisión de pantalla plana que había en un rincón. Se acercó y la miró como si ese fuese su nuevo dios.


En el techo había un rectángulo como ventana. Por lo que se podía abrir y mirar el cielo.


Hillary sonrió y abrió la nevera. Allí haba algunas copas y unas botellas de champán.


—Oh, nena. Siempre tan detallista —exclamó Max acercándose a ella. David apartó la mirada cuando se besaron. No le gustaba nada ver esa clase de cosas.


No entendía porqué pero el hecho de ver a Max besando a otra persona hacía que se pusiese de mal humor...

Bueno, sí lo entendía, pero no le gustaba eso que sentía.

Nick le dio a un botón de la televisión y la música inundó el vehículo.


Ellen rio y le dio un empujón para que le dejase pasar y así servir el champán.

La chica se quedó con la mano estirada cuando le tendió la suya a Max, que ni se había dado cuenta porque besaba a Hillary apasionadamente.

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David no había probado mucho champán en su vida, solo en las celebraciones como año nuevo o navidad. Y se dio cuenta de que aquello no podía considerarse champán comparado con lo que estaba bebiendo. La calidad de la bebida hizo que pronto la botella estuviera bien vacía.

No se estaba nada mal allí.

Sentía el aire dándole en la cara. Max le había dado un cigarro con hierba, que según le había dicho era para las ocasiones especiales.

Supuso que si hubiese ido por la calle y hubiese visto pasar una limusina a toda velocidad por la calle principal con un chico asomado por la ventanilla de arriba, hubiese pensado que estaban locos.

Pero en este caso él era el loco, él era el que estaba en una limusina y pasándoselo en grande.

Max le dijo que se hiciese a un lado. Y obedeció. Max se asomó también, el espacio era reducido, por lo que estaba muy pegados, muy, muy cerca el uno del otro.

David apartó la mirada sonrojado. Max le quitó el porro de la mano para llevárselo a los labios sin apartar los ojos de él.

—Te gusta esto, ¿eh? —le dijo Max brindando con su copa.

David rio y extendió los brazos dejando que el aire le rozara.

-Ufff —suspiró sonriendo— Me encanta.

—Pues díselo a todos —le susurró muy cerca de su oreja.

BAJO LA PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora