Alex se lo quedó mirando.


—¿Éste quién es? —preguntó extrañado. Sin cortesías fingidas ni nada parecido.


—ÉL es Tom, cielo —le dijo su madre tomando de la mano al hombre— Es mi esposo, nos casamos en las Vegas ¿Verdad que es fabuloso?


Nick miró a Alex sorprendido. El chico frunció el ceño y tragó saliva.


—Fabuloso —repitió muy tenso— Sí, fabuloso como una escupitajo en el ojo.


—Hijo, yo...


—¡Vaya! —dijo repentinamente irritado— Eh... ¿Qué ha pasado con Bob?


—¿Bob? —preguntó ella pensativa.


—El rubio del coche rojo...


—Oh, cielo, John, era John —Alex se encogió de hombros—. Ese es historia, le dejé hace semanas... Pero Tom, es el amor de mi vida.


Alex sonrió.


—No tienes por qué casarte cada vez que encuentras tu amor eterno, mamá —le dijo él con tomo feliz, aunque en realidad fuera un claro reproche. Ella se quedó algo cortada. Miró a Nick.


—¿Y este chico quién es? ¿Un amigo? —preguntó.


Alex abrió la boca para decirle que no, que él no tenía amigos.


—Sí —dijo Nick  acercándose, Alex se lo quedó mirando sorprendido— Soy un amigo. Me llamo Nick.


—¡Qué bien! —exclamó ella,luego miró a Tom— Eh... nosotros nos vamos a descansar... Adiós chicos.


Al pasar por al lado de Alex, Tom le miró de arriba abajo y luego le sonrió de lado. A Alex no le gustaba aquel hombre.

Se giró hacia Nick.


—¿Por qué has dicho que somos amigos?


—¿No quieres que lo seamos?


—¡Vaya! Sí, claro —dijo como si solo eso fuese algo imposible y maravilloso.


—Pues entonces, lo somos —le dijo él sonriendo.


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