—Es una pena...


—¡Venga, Max! No seas cabrón, ayúdame a...

—Y las palabras mágicas son...


—Por favor —le dijo a regañadientes. Max se sentó a su lado. David le miró por el rabillo del ojo— ¿No vas a vestirte antes?

—No —dijo Max sujetando un bolígrafo— tengo la esperanza de que te calientes y accedas a acostarte conmigo.

—Me parece que no, espera sentado —le dijo él divertido. Le enseñó lo que no sabía hacer con una ecuación—. Esto es una mierda —le dijo hastiado.

—No, son matemáticas— bromeó Max.

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Nick miró alrededor, estaban frente a la puerta de un piso en un edificio alto y elegante. Cuando Alex le explicó que iba a buscar drogas pensó que irían a un barrio feo, no a un edificio domótico con portero.

Alex llamó a la puerta. Una mujer morena con uniforme abrió.

—Hola —le dijo Alex con una amplia sonrisa— ¿Está Mikel?

—Eh... ahora el señor está ocupado...

Alex empujó la puerta y entró en la casa tranquilamente, a pesar de la negativa de la mujer.

—No importa, esperaremos —le dijo apartándola a ella y cruzando la entrada decidido. Nick le siguió con paso vacilante. No se esperaba nada aquella reacción del muchacho, por lo visto no estaba dispuesto a quedarse sin su bolsa.

La casa era un loft. El salón y el dormitorio eran una sola habitación.

—¡Señor! —llamó la mujer alarmada— no he podido detenerlo...

-Tranquila, Carlota - dijo una voz ronca de hombre.

Ambos chicos miraron hacia la cama.

—¡Hola! Mikel —le saludó Alex feliz como si fuese un encuentro casual y no acabase de irrumpir en su casa por la fuerza— ¡vaya! ¡Son muy guapos!

Nick alzó una ceja. El hombre llamado Mikel era alto y de piel morena. Estaba en la cama con un chico muy joven y una mujer. Los tres estaban completamente desnudos.

Nick se sentía muy incómodo y se preguntó si estaba haciendo bien acompañando al niño loco del instituto en aquella aventura.

—Verdad que sí —le dijo él poniéndose en pie, se puso un albornoz de color negro y dejó a los dos chicos en la cama con cara de impaciencia— Bueno, el tuyo no está mal...

Miró a Nick de arriba abajo con lascivia y Nick se quedó quieto intentando no parecer tan nervioso como estaba. Alex rio.

—Es Nick —le presentó, El joven le saludó con la cabeza. Max era el que solía comprar droga cuando iban de fiesta, así que nunca había conocido a ningún camello. Por supuesto, este era uno de categoría, debía suministrar a personas con cierto nivel económico y social. Los pobres camellos que vendían en las esquinas por la calle eran solo trabajadores suyos. El hombre se abrochó el albornoz y se acercó a Alex—. Vengo a por la bolsa que te pedí.

BAJO LA PIELWhere stories live. Discover now