Perder el control {Todoroki Shoto}

Prólogo

Mi Kosei es una basura, me ha traído más problemas de los que me gustaría admitir. Verán desde el primer día en el que lo manifesté ha sido una larga trayectoria de pleitos, ya que no es precisamente inocente. Se imaginarán lo complicado que es alguien confíe con esta condición, me ven como alguien inestable y peligrosa. Control sanguíneo: con tan solo ingerir una pequeña gota de sangre podría control al propietario y a los componentes de la misma, útil para cerrar heridas o inutilizar miembros. Aunque tiene un límite y es que el control funciona por máximo quince minutos y tampoco funciona con todo el mundo, aquellos que son del grupo sanguíneo AB+ son inmunes a mí. Es más, son mi veneno.

Nunca quise desesperadamente ser una heroína, me gusta pero no me enloquece. Lo que a mis padres les decepcionó un poco, ya que querían que al menos uno de sus hijos sea un héroe. Y crecí con ese propósito, aunque no era mío, pero al menos tenía uno y más teniendo en cuenta que mi Kosei es más acertado para un villano que para un héroe.

Irónico, porque estaba en la puerta de la gran Academia de Héroes U.A esperando para rendir el examen de ingreso para el curso de héroes. Suspiré cansada, me había despertado hace menos de dos horas. Miré bostezando al marcador en la pared que indicaba en qué área debía ir a realizar la prueba para dirigirme ahí arrastrando los pies con las manos en los bolsillos. Éramos muchos adolescentes en lo que simulaba ser una ciudad, esperando por la batalla urbana.

Present Mic ya nos había hablado sobre los robots que aparecerían durante la prueba, lo que no me ponía muy contenta pues, los robots no tienen sangre. Me frustró, ya no tenía forma de entrar. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la bocina indicando el comienzo del examen, lo cual desesperó a mis eufóricos compañeros de evaluación.

Bufé con pesadez, y corrí tratando de ingeniar un plan para pasar la prueba. Descarté la opción de controlar alguien, puesto que los puntos ganados no me corresponderían. Ya habían pasado cinco minutos, la mitad del examen ya lo había perdido, perdido en pensar en qué momento fue una buena idea venir. Giré mi vista a ambos lados para visualizar a algún pobre distraído y utilizar mi Kosei, pero me repetía lo inútil que sería, e incluso si trataba de ayudar a alguien los efectos serían internos. Recurriendo a la última opción que me quedaba; un golpe seco al robot.

―Debo estar loca― Pensé en voz alta. Para después correr en dirección a la parte abdominal de una máquina cerrando el puño concentrando mi fuerza y depositarle el golpe en donde quería, acompañado de un sonoro grito de batalla. Y nada. No solo el robot ni siquiera se inmutó por mi golpe, sino que también me rompí la mano por la dureza de la superficie.―Claro, no tengo ni súper fuerza ni súper resistencia, a mí sola se me ocurre hacer esto― Me lamenté con enojo y sarcasmo aguantando los gritos de dolor que deseaba sacar. Estaba rendida, ya no había nada que hacer. Suspiré con impotencia, mientras me recargaba en una pared sintiéndome una total inútil.

―6...― escuché gritar al ruidoso Profesor―5... 4 ... 3 ...― No puedo creer que no haya podido hacer nada― 2... 1... ―Un estridente sonido indicó el final del examen práctico haciendo que creciera un nudo en mi garganta por la frustración― ¡Eso es todo! Dentro de una semana les llegarán los resultados― Anunció― Por favor los que estén heridos, dirigirse a la enfermería― Dijo animadamente.

Como bien exclamó el insoportable héroe rubio, dicho y hecho, una semana después se me fue entregada una carta con el sello de la academia. Lo miré con desgano sabiendo la respuesta, mi padre me ayudó a abrirla, ya que tenía la mano enyesada. Con un semblante forzosamente animado, trataba de ser optimista, para posteriormente emerger un holograma del gran All Might moviendo frenéticamente los brazos y con una estúpida sonrisa plasmada en la cara.

―Le lamentamos informar que en el examen práctico ha sacado un puntaje total de cero... ―Bajé la cabeza confirmando mi decepción con mi mejor cara de pocos amigos. Mi padre me dedicó una mirada con lástima, aunque ya le había comentado sobre mi fallo, pero aún así trató de ser entusiasta― Pero en el examen teórico se ha ganado un merecido puntaje de noventa y siete sobre cien. A lo que le proponemos una vacante en Departamento de Estudios Generales...― Prosiguió el Héroe profesional, pero ganándose mi desinterés total, lo estaba ignorando profundamente sin poder evitar pensar. "Genial, estoy en la clase de incompetentes, 1-C" Para levantarme de mi silla y dirigirme a mi cuarto con la sangre hirviendo sintiéndome una total fracasada.