Miro a mi alrededor y veo que nadie me está prestando atención. Bajo los shorts y después mi camiseta de tirantes, dejándolos en la toalla. Bárbara me había convencido de comprar el bikini que llevo puesto. La parte de arriba es negra con un estampado de cerezas y la parte de abajo es negra, de corte en V que deja mis nalgas completamente fuera, por lo que había tenido que conseguir un depilado completo con cera que me dolió como el infierno.

Estoy segura que mi madre me había oído gritar desde donde quiera que esté. Mi hermana se pone detrás de mí y se encarga de echar protector solar en mi espalda mientras yo lo aplico en mi pecho y abdomen. Me unto también por las piernas y cuando me giro para mirar a Bárbara, observo lo bien que le queda el bikini azul cielo que se ha comprado. Le dije que no era apropiado este tipo de bragas para venir porque veníamos con chicos que ni siquiera conocíamos. Me había llamado antigua y me había dicho que necesitábamos que nuestro culo se pusiera moreno.

Me giro porque siento la mirada de alguien sobre mí. Él está sentado en su toalla, debajo de una de las sombrillas y mastica lentamente un trozo de sándwich que acaba de morder. Leo siempre tiene un ojo sobre mí.

— Qué envidia de tetas —escucho decir a Ginger y la miro para verla apartando la toalla de Roddy a un lado y poniendo la suya—. Yo tengo dos botones —pone las manos sobre su bikini.

— Dímelo a mí —ríe Bárbara.

En mi opinión, mi hermana tiene un pecho bonito. No es grande como el mío, ni tan pequeño como el de Ginger. A mí no me gusta el mío, aunque a los chicos parece que sí porque es donde suelen mirar siempre. Lo malo de ser pequeña y tener un gran pecho es que es lo único que se te ve. Pecho y cabeza. Ginger también lleva un bikini como nosotras y me quedo un poco más tranquila por no ser las únicas. Sé que es una tontería, pero saber que tengo a los chicos mirando mi trasero no sé si me gusta o me incomoda.

Roddy nos hace una seña desde la orilla y los chicos se apresuran a ir con él, deseando meterse en el agua. Me demoro para guardar el teléfono móvil y las gafas de sol en la mochila y veo como Kenzie está de brazos cruzados esperando a Leo.

— Ahora voy, Kenzie —le dice el chico. Ella lo mira con los ojos entrecerrados y me mira. Agacho mi vista a mi mochila y guardo con cuidado las gafas de sol en su funda.

— De acuerdo —dice.

Cuando se aleja, miro a Leo, que me está mirando. — Me estás poniendo jodidamente difícil que no te toque.

— La vida es dura, Leo West. Es solo un bikini, de todos modos —salgo de la sombrilla— ¿No vas a venir al agua?

Leo se levanta y me apresuro a caminar porque la arena quema bajo este sol abrasador. El castaño pone sus brazos alrededor de mi cintura y me levanta. Me está cargando solo con un brazo.

— No es necesario —río sujetándome a sus brazos.

— No voy a dejar que vayas saltando por la arena. Sobre todo cuando están pendientes de cada movimiento que hacen tus pechos al moverse.

— Oh —es lo único que consigo decir. ¿Quién me está mirando? — ¿Celoso?

— Protector.

— ¿Hay diferencia? —Pregunto cuando me deja sobre la arena mojada.

— Claro que la hay.

Hago una mueca y el agua llega a mis pies. Está fría. Somos los únicos que aún tenemos el agua por los tobillos. Los demás nos animan a entrar, sobre todo Diego, que llama a su hermano "blando" por no entrar del tirón. Me agacho y mojo mis manos para llevar agua a mis muñecas y a mi nuca. Llevo mi pelo recogido en una coleta por lo que es fácil hacerlo.

[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AMAZON] Where stories live. Discover now