ж Capítulo XVII: Los lazos que nos unen (II) ж

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—Lo que yo pienso es lo siguiente. Si bien Nenium te dijo que Agatha nunca presentó poderes mágicos hasta que tuvo nuestra edad, quizás algo pasó en ese momento en el cual estuvo a solas con su hermana y... pues... se deshizo de ella para ser la única que pudiera salir de este pueblo.

—¿Por qué sería la única en salir del pueblo? Cualquiera puede entrar en la escuela.

—No, no cualquiera. Y esto es algo que debieron haberte enseñado. —Emerald no pudo evitar encogerse un poco, había muchas cosas que desconocía de su propio mundo—. Solo los que poseen el gen dominante, en el caso de los magos o virtuosos, pueden acceder a la escuela, ya que es más sencillo poder moldearlos. Los hermanos que poseen el gen recesivo tienden a ser inestables, así que son instruidos en casa para que desarrollen otro tipo de habilidades.

—Yo... no lo sabía. Igor jamás me habló acerca de esto.

—Imagino que, por ser de la familia dominante, los Lagnes sí podrían hacer ingresar a ambos hijos a la escuela.

—Mi hermana —dijo ella con la voz temblorosa— nunca recibió entrenamiento mágico, nunca la dejaron explotar su potencial.

—¿Y pese a eso aún defiendes a tu progenitora? —cuestionó él con desdén—. Agatha es una mujer sin escrúpulos que ve solo por sus intereses. Es la peor reina que Delia tuvo. Si tu padre siguiera vivo, otra sería la historia y otro sería el destino, pero, por desgracia, las cosas no fueron así.

—Mi madre no es una asesina...

—¿No lo es? —bufó—. ¡Diamond, tu madre tiene en sus manos la sangre de mucha gente!

—¡Ya basta! —Ella se tapó los oídos mientras Julian hablaba. Quería que se detuviera, pero al mismo tiempo necesitaba escuchar todo de lo que era capaz su madre para poder dejar de quererla como aún lo hacía.

—Si deseas que pare, lo haré. Pero créeme cuando te digo lo siguiente, Diamond: la persona en la que menos debes confiar es en la mujer que te dio la vida.

Emerald asintió y comenzó a caminar en completo silencio. Draven, Eugene y Privai, quienes se habían detenido metros más allá al ver que ambos, al parecer, estaban discutiendo, decidieron esperarlos. Aunque por el rostro de Draven era notorio que quería ir a ayudar de alguna manera a su amigo, el orgullo pudo más y terminó frenándolo a mitad de camino.

Al llegar, Julian prácticamente le arrebató el mapa a Draven y caminó al frente. El muchacho castaño, incómodo como estaba, se acercó de forma lenta a Diamond, que lucía bastante acongojado.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja para evitar ser escuchado. Emerald volteó a observarlo y enarcó una ceja.

—¿Te importa cómo esté? —respondió de forma cortante, pero él, en lugar de sentirse aludido, se limitó a emitir un suspiro.

—Mira, sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero...

—¿Tuvimos diferencias? —Una risotada escapó de sus labios—. ¡Dejaste de hablarme sin que pudiera explicarte nada!

—¡Casi me matas!

—¡Pero no fue porque quisiera hacerlo!

Antes de que ambos pudieran continuar con su discusión, un trueno retumbó a lo lejos y enseguida comenzó a llover a cántaros. Julian, quien se encontraba junto a los otros dos muchachos, les gritó se reunieran con ellos, ya que habían encontrado una cueva en donde podían resguardarse de la lluvia.

Emerald y Draven subieron a toda prisa la pequeña elevación que los separaba. Al entrar, vieron que Julian acomodaba algunas ramas en el centro. Luego de chocar un pedazo de piedra y un trozo de carbón, emergió una chispa que hizo luz.

Emerald, la usurpadora del trono [YA A LA VENTA]Where stories live. Discover now