— Bueno, nos vemos en las fiestas entonces —dice Roddy quitando su brazo de mis hombros—. No tengo tu número de teléfono.

— No tengo nada de cobertura aquí. Ni siquiera lo llevo encima, es más, creo que está incluso apagado.

— Podríamos estar en contacto cuando acabe el verano.

— Deja de ligar con mi chica —Diego pone su brazo alrededor de mis hombros y me hace girar—. Respeta a mi hermana.

— Oh, vamos —se ríe—. No es tu hermana.

— Sí que lo es.

Salimos de casa de Justin y ni siquiera me aseguro que Bárbara y Leo nos siguen. Empiezo a caminar con Diego y rodeo su cintura con mi brazo porque aún no me ha soltado.

— ¿No te gusta Roddy? —Pregunta— Puedo patear su trasero si te molesta, pero no es mal chico.

— No he dicho que lo sea. No sé si estoy segura de querer un rollo de verano.

— Créeme, si hubiese una chica por aquí que no conociese, me gustaría tener un rollo de verano. Son experiencias.

— ¿Para contar a tus hijos?

— Para disfrutarlas. Algo loco y sin compromiso.

Sonrío y siento las pisadas de Leo y Bárbara detrás de nosotros, pero están alejados. El camino es un poco oscuro y me siento protegida porque voy con ellos dos. A pesar de que nos acabamos de conocer, sé que vamos a estar todos a una.

He podido observar que para ellos la familia es muy importante, y nosotras ahora formamos parte de ella.

— Supongo que debo dejarme llevar.

— Todo lo que pase en Concepción, se queda en Concepción, te lo prometo. Nadie va a decir nada, puedes hacer lo que quieras.

— ¿Puedo montar a caballo desnuda?

— Oh, Dios, no hagas eso —jadea—. Recuerda que somos personas y estamos en sequía.

Suelto una carcajada y lo empujo. Diego tira de mi pelo y huyo de él para que no vuelva a hacerlo. El problema de Roddy es que ni siquiera he dado mi primer beso, y tampoco me he acostado con nadie, por supuesto.

Soy inexperta respecto a todo y sé que él se dará cuenta en cuanto me bese y no quiero que corra la voz de que soy virgen, nadie tiene por qué saberlo y por ahora, Roddy no es alguien de quien me pueda fiar, no lo conozco.

Me quedo petrificada cuando algo pasa por delante de mí a la velocidad del rayo. Ha cruzado la carretera de un lado a otro  y doy pasos hacia atrás para chocarme con un cuerpo.

— ¿Qué era eso? —Pregunto.

— Una rata —dice Diego a mi derecha.

Una rata mutante, por lo menos. Las manos de Leo se ponen en mis hombros —ya que está detrás de mí— y me empuja para que vuelva a caminar.

— Ni siquiera sé por qué estamos yendo caminando. Roddy se ha ofrecido a llevarnos —dice Bárbara.

— Tu hermana quería caminar.

— ¿Qué pasa? ¿No has conseguido el objetivo de pasos hoy? ¡Es de noche!

— Ya sé que es de noche, Bárbara, por eso es el mejor momento para caminar. ¿No querías vivir experiencias? Estás caminando bajo las estrellas.

Mi hermana mira hacia arriba. Las farolas se acaban y nos fundimos en la oscuridad. Solo nos alumbra la luna y las estrellas se ven ahora perfectamente.

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