Viento a favor

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Viernes

La noche se había convertido en un auténtica tormenta. José Manuel, que había llegado temprano del trabajo, estaba preocupado pues Isabel no llegaba y la intensa lluvia podría generar problemas graves, el solo pensar que le pudiera pasar algo a su esposa lo ponía mal, sumándole que ya un par de veces la había llamado al móvil y enseguida saltaba a buzón.
Estaba por volver a llamar cuando tocaron la puerta, inmediatamente fue a abrir y al hacerlo se quedó sorprendido.

Isabel ¿qué pasó? ¿Porque vienes así? -dándole paso y cerrando- voy por una toalla para ti.

Descuida, yo me iré a quitar esta ropa mojada de una vez. Ahora te cuento que pasó. -se encamina a la habitación.

Mientras esperaba a su esposa, lo hizo con una copa de vino, ya más tranquilo, muchísimo más.
Isabel regresó de nuevo a donde él estaba, con una bata de baño, descalza y con una toalla envuelta en la cabeza sujetandole el cabello.

Necesito una de esas también.

Ya te la sirvo -va por otra copa, la llena y se la extiende, ella se había sentado en el sofá, soltando un gran suspiro- ahora si ¿me contarás que sucedió?

Da un trago y lo disfruta tanto que llega a gemir de placer, hecho que logra hace que los sentidos de José Manuel se disparen- me robaron mi bolso... Así que hay que cambiar las cerraduras.

¿Cómo que te robaron el bolso? ¿Te lastimaron? -exaltandose.

No hombre, tranquilo, sabes como soy, como me pongo ante situaciones así, así que se lo di sin objeción y luego me bajé del taxi. Fue el taxista. -relajada da un sorbo más a su vino- vaya que es muy bueno.

¿Quieres olvidarte del vino un momento? ¡Te robaron Isabel! Hay que denunciar.

José, que estrés ir a poner una denuncia por unas llaves, un poco de dinero y un teléfono, ni siquiera me van a tomar en cuenta, así que se quede. Solo hay que cambiar la cerradura.

Dios mio, un día de estos vas a hacer que me dé algo. - se sujeta la frente con la mano- por eso venias mojada.

Pues si, caminé unas cuadras, el desgraciado no pudo robarme estando ya aquí afuera, no, me hizo caminar con esos tacones que de por sí me estaban matando ya.

Ríe de incredulidad- no, es que no puedo creer que te quejes más por los tacones y la caminata que por el robo en sí.

Ay bueno que quieres que haga? No puedo revertirlo.

Por eso te he dicho que no me gusta que andes en taxi.

Lo sé, lo sé, no me regañes por eso de nuevo por favor, me duele la cabeza.

¿Y por eso piensas acabar te la botella de vino sola?

Bueno si me quieres acompañar es tu decisión -se levanta y se va a servir más- por cierto ¿y Lisa?

Fue a una pijamada a casa de tu hermano, Alfonso -poniéndose de pie para ir con ella y servirse un poco más-

El señor duro le ha dado permiso a su princesa de salir eh -lo mira sonriendo mientras le sirve más.

No soy el señor duro.

No es lo que tu princesa da a entender eh.

Lisa me ama.

No lo dudo -se estaba sirviendo más cuando se escuchó un fuerte estruendo, ella se asustó tanto que movió la copa, el líquido que había en ella manchó la bata;  apenas dejó la copa en la encimera, la luz se cortó.- mierda.

El mejor secreto guardadoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin