Alcohol y olvido

419 30 12
                                    

Abordaron con calma pero entre risas la limusina que los esperaba a las afueras del salón de fiestas. Seguían bebiendo champaña, olvidándose de todo lo malo y dedicándose a disfrutar. Mientras esperaban en un semaforo Isabel se dedico a investigar para que servían los botones. Uno de ellos levantó un cristal obscuro que los escondía de la vista del chófer.

Mm interesante -sonríendo le dice a José.

Bastante... Al fin sólitos -ríe. El alcohol estaba haciendo un buen trabajo solatandolos.

¿Alguna idea de que hacer? -levanta una ceja, coqueta.

En realidad muchas ideas -sonríe a medias.

Da un trago de su copa- te voy a decir algo pero no quiero que te hagas el creído.

Ríe- a ver dime.

-Sigues besando muy rico.

Se carcajea -y no es lo único que hago más rico

-Pues no sé, no me has dejado investigar más

-Uyyyyy, percibo un reclamo por allí -bebé de su copa.

Lo es... -lo mira- ¿que no te gustó? ¿Ya no me deseas? Dime la neta sino para resignarme en este matrimonio.

-Solo a alguien muy estúpido no le gustarias mujer.

Pues pareces estúpido José Manuel -sirviéndose más de beber.

-¿Disculpa? ¿Que acabas de decir?

-Qué pareces estúpido, parece que no te gusto, me rechazaste una vez, eso duele ¿sabes? -una vez que se termina de servir le da un buen trago.

-Deja de beber tanto.

-¿O qué? -retandolo.

-O mañana te estarás muriendo y encima ni vas a recordar tu bonita boda.

-Al menos me divertí porque eso de que el amor y que los novios.

-Isabel... -molestandose- deja de decir eso, carajo.

-Pues callame -lo mira- sabes como -bebe.

Niega mirándola.

Ríe irónica -sabía, cobarde.

Le toma el rostro haciendo que lo mire a los ojos -soy todo menos cobarde y ya te dije, me gustas, me gustas muchísimo -acercó su boca del todo a la de ella, besandola con fuerza desde un comienzo, moviendo sus labios, encontrando la reacción inmediata de Isabel.

El beso poco a poco fue aumentando de intensidad, estaban frenéticos, el sonido de sus respiraciones agitadas y sus lenguas juguetear era lo único que se escuchaba allí.
Isabel no dudo mucho en colocarse sobre él con facilidad pues antes de salir de la fiesta se cambió por un vestido de seda, color marfil, mismo que se amolda a a su silueta y tenía a un buen escote.

José no dudó mucho para poner las manos en sus piernas, subiendolas lentamente mientras con ellas, el vestido, así llegó hasta su trasero, lo apretó apenas pudiendo abarcarlos todos.
Isabel abandonó su boca soltando un gemido cuando sintió su feminidad rozar la entrepierna abultada de ese hombre. Él aprovechó para bajar los labios a su cuello, sin ser gentil, lamio su tersa piel, beso y hasta dio suaves mordidas, era más que claro que moría de deseo por ella.

Estaban tan absortos en el momento que no se dieron cuenta que hace un par de minutos el auto había parado definitivamente, lo cual quería decir que habían llegado a su destino.
El golpe en la ventana de atrás los sacó de su nube de pasión pero no de su calentura; les avisaron que habían llegado, Isabel se cubrió con su abrigo mientras que José se puso su gabardina que por suerte tapaba el bulto de su entrepierna. Al salir el chófer les estrego una llave, eneguida supieron de donde era, además que tenía un número. Ingresaron, pasaron por el lobby de prisa y entraron al ascensor, apenas las puertas se cerraron y de nuevo quedaron solos, José la arrincono entre una de las paredes y él, besandola con muchas ganas, sus lenguas jugaban y sus manos acariciaban sus caderas, su trasero, queriendo subir el vestido para tocar directamente. De nuevo atacó con su boca el cuello de la dama, haciendo a Isabel suspirar y gemir. No se aguantaban más, le había descubierto ya su trasero, los besos bajaban por su pecho, todo era demasiado rápido sin embargo en un dejo de cordura Isabel notó una cámara fijamente hacia ellos.

El mejor secreto guardadoWhere stories live. Discover now