Ha desaparecido

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Salir de esa habitación fue un golpe muy duro para ambos a pesar de que seguian sin decir palabra alguna. Cada uno iba pensando, recordando todo lo sucedido en esa habitación, ese pasillo e incluso en ese elevador, cuando subieron a el.
El suspiro de José Manuel provocó que Isabel lo mirara, el dolor de cabeza que tenía se incrementó por las luces de ese espacio; sentía que le iba a estallar, nunca había tenido una cruda así, de hecho nunca había tenido una cruda.
Dentro de ese malestar estaba el deseo de saber que tanto pensaba él.

Bajaron del ascensor y salieron del hotel, la limusina aún estaba ahí a su espera.

¿Iremos en ella? -interrogante la miró.

Pues es nuestra única opción por el momento.

Sino hy de otra... Está bien -suspira y le permite entrar a ella.

Isabel de adentra y se acomoda, enseguida se pone a mirar por la ventana. José sube enseguida, la mira de reojo y cierra los ojos apoyando su cabeza en la parte trasera del asiento. Ella lo mira y nota como está, regresa su mirada a la ventanilla, viendo todo a su paso pues el auto ya estaba avanzando, le es imposible no acumular lágrimas en sus bellos ojos, está vez eran de tristeza.

El camino fue silencioso y hasta incómodo, el ambiente era tan denso que se podía cortar con un cuchillo. Al llegar bajaron, entraron al edificio y subieron al departamento de Isabel, allí estaban solos de nuevo.

Lisa está con tu hermana ¿verdad?

Si, con mi hermana y mis papás, en el hotel.

Okey. Me daré una ducha sino te importa.

No no, has lo que quieras, es tu casa. Y yo ya me bañé en el hotel. Solo me cambiaré.

Claro... -suspira y va a la habitación.

Va tras ella -Isabel...

Dime -se gira mirándolo.

Entraré por ropa así me voy cambiando en la habitación de Lisa.

Ah... si, bueno -desanimada- que tonta si creías que te iba a querer acompañar a la ducha -pensó.

Pasó de largo al baño y se encerró.

Solo a ti se te ocurre pensar eso Isabel, solo a ti. Estás viendo que olvidó la gran noche que pasaron -hablaba consigo misma mientras se desnudaba- pero eso te pasa por beber tanto. Maldito dolor de cabeza que tengo ahora.

TOC TOC

¿Si? -pregunta Isabel a punto de entrar a la ducha.

¿Está todo bien? Te escuché hablar. -dice José del otro lado de la puerta.

Ah no, todo bien, estaba hablando conmigo misma.

Espero no haya una riña allí dentro o me veré forzado a derrumbar la puerta, te pías molesta.

Le es inevitable sonreír- descuida, no llegará a eso. Solo me regañaba por esta cruda.

¿Te duele la cabeza?

Bastante, desearía no tenerla. -ingresando a la ducha.

Te prepararé algo para que lo tomes cuando salgas.

Está bien, gracias...

Por nada... -suspira y se aleja de la puerta, saliendo de la habitación con su ropa y yendo a la otra donde se cambia y al terminar va a la cocina.
Pará este entonces Isabel enjabonaba su cuerpo, mismo en el que aún sentía los estragos de la noche anterior. Por un momento se permitió sonreír, había estado entre sus brazos otra vez, sintió su calor, sus caricias recorrer su cuerpo, sus labios tibios sobre tu piel. Suspiró y regresó a la realidad, esa realidad donde esa noche, no había existido.

El mejor secreto guardadoKde žijí příběhy. Začni objevovat