El día llegó

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Las dos semanas prometidas habían pasado, semanas en las cuales apenas y se habían visto Isabel y José Manuel, ella prefirió ir lo menos posible, incluso evitaba ver a Lisa, dándole su tiempo, su espacio pero eso sí, dejándole saber que su capricho no se llevaría a cabo pues anunciaron todos de la boda, incluso la familia de José vendría desde España.
Isabel se encontraba nerviosa y estresada, por más ayuda que tuvo, encontrar todo de prisa se le complicó pero al final no fue imposible. Estaban terminando de peinarla, se miraba al espejo, se sentía tan bonita, esperaba que igual la viera José.
Sintió en su estómago una revolución al pensar en él y en ella, esta noche. Su compadre les había regalado una noche en un lujoso hotel de la ciudad con mucha champaña y una limusina que los transportaria a allá. Aún no estaba segura de su la ocuparían dadas las circunstancias.

El reloj marcó las 5:00 pm, su corazón latió de prisa, había llegado la hora de partir hacia la iglesia, salió de la casa de sus padres y se dirigió al auto, allí, al pie de la puerta trasera aguardaba su padre con esta abierta. Llegó a él, sonriente.

Hola papi.

Mi pequeño tesoro -con los ojos llenos de lágrimas.

No pa, no llores por favor, sabes que pierdo.

Ya ya, lo siento hija -saca un pañuelo del interior de su saco y seca sus lágrimas- adelante hija.

Le sonríe a su padre y sube, se acomoda, cuando cierran la puerta del auto ella suelta un gran suspiro. Su padre sube al igual que el chófer y emprenden camino, durante el trayecto estuvo callada, raro en ella, faltaban unas cuadras para llegar cuando su padre rompió el silencio y la cuestionó.

¿Estás segura de querer hacerlo?

Completamente papá, nunca había estado tan segura de algo.

Está bien mi cielo... Te ves preciosa, José Manuel caerá rendido.

Gracias papá -ríe un poco- ojalá así sea.

Asi será...

De nuevo el silencio reinó hasta que llegaron, bajaron del auto y esperaron un poco afuera ya que José aún no estaba, ella preocupada, creyendo lo peor, quizá se arrepintió. El miedo recorrió todo su cuerpo, estaba a nada de salir corriendo cuando su hermana llegó a avisar que ya y Lisa con no muy buena cara apareció delante de ella, con una canasta con pétalos de flores.

Pss -llamando a la pequeña.

Lisa volteó.

Qué bonita te ves.

Gracias... Tu también Isa.

Gracias -le sonrió calidamente- ¿lista?

Si... ¿Y tu?

También -llega su padre y la toma del brazo.

Lisa mira a Alfonso y sonríe enormemente- hola abuelito -corre a abrazarlo.

Hola pequeña hermosa -se agacha un poco, abrazandolo y besandola- que bonita te ves, eres toda una princesa.

Gracias abuelito ¿verdad que si?

Isabel estaba en shock por cómo Lisa lo había llamado y no era más que emoción, al parecer estaba muy sensible, más de lo normal pues de nuevo quería llorar, sin embargo se aguantó, Lisa volvió a su lugar y ella le susurró a su padre- ¿abuelito?

Le nació decirme así y me dijo que como ahora es de la familia... No me quizo decir tío o Alfonso.

Pues no, está muy bien como te llama pues a final de cuentas eso eres -le sonríe- su abuelo.

El mejor secreto guardadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora