— ¿La televisión que se encuentra en el salón funciona? —Le pregunto.

— Sí, pero hay que lidiar con la jodida antena. ¿Quieres ver algo en especial?

— No, era solo por preguntar.

Bárbara se sienta en los escalones y mira su móvil. Cogemos algunas rayitas de cobertura y ella aprovecha para hablar con Asher mientras yo veo las fotos que mamá me manda junto a Tom. Ayer nos llamó al teléfono de la casa y estuvimos hablando con ella.

Está feliz, disfrutando del amor y la vida antes de que tenga que volver al trabajo. Podemos volver cuando empiece a trabajar, pero asegura que esta experiencia en Concepción será única y nos hará crecer como personas. Estoy dudando un poco esa última parte, pero si ella lo dice, vale.

— ¿Qué te pasa? —Le pregunta Diego.

— Nada, no me pasa nada.

— Está bien. Sube a ducharte, Bambi, dudo que aún esté ocupado el baño.

Voy a la cabaña y cojo todas mis cosas para después dirigirme al baño a toda prisa para que nadie se me cuele. Necesito sentir el agua fría por todo mi cuerpo y mi pelo, sobre todo en mi pelo. Cuando voy a dirigirme al baño, me paro porque la puerta de la habitación de los chicos está entreabierta y la maravillosa vista de la espalda de Leo hace que pare y me quede mirando.

Sus pantalones vaqueros cuelgan de su cintura y su espalda fornida me hace querer pasar las manos por ella. Está mirando por la ventana y pasa una mano por su pelo, también quiero hacer eso. Quiero hacerlo desde que me dio ropa suya para que estuviera cómoda y se puso tan cerca de mí para atar la cuerda alrededor de la cintura, y sobre todo, desde que sus manos se pusieron en mi cintura hace un par de días para ayudarme a bajar de la camioneta de Kenzie.

Muevo mi cabeza de lado a lado y me apresuro al baño para cerrar la puerta detrás de mí y respirar profundamente porque no sé lo que me pasa. No debería pensar eso sobre Leo y no puedo decirle a nadie cómo me siento porque él es... ¿Mi futuro hermanastro? Debo mantener más la distancia si no quiero volverme loca y me quito la ropa para meterme en la ducha.

Los días son largos en la granja si no quedamos con los chicos después de cenar, así que, me siento en el columpio que hay en el porche mientras Bárbara se deja caer sobre la silla que está en frente. A veces acabamos tan cansadas de todo el día que a las nueve estamos bostezando y deseando ir a la cama.

Sujeto un té frío entre mis manos y cierro los ojos hasta que el columpio se mueve. Diego se sienta a mi lado y su hermano se sienta en las escaleras del porche para fumarse un cigarrillo.

— Cuéntanos algo, Bambi. No tienes novio pero... ¿Hay alguien que te guste?

— No, no hay nadie. ¿Y a ti Diego, hay alguien que te guste?

— Oh, muchas chicas, en todos sitios. Altas, delgadas, rellenitas, bajitas, morenas, rubias...

— Mujeriego.

— No, nada de eso. Que me gusten las mujeres no significa que me acueste con cada chica que conozco. ¿Verdad, Leo? —Su hermano se encoge de hombros y frunzo mi ceño porque no está hablador como siempre.

— Me voy a la cama, te espero allí —Bárbara se levanta y Diego mueve el columpio de delante hacia atrás y apoyo mi mano en su pierna para que no lo haga tan fuerte. Parece que esto va a romperse de un momento a otro.

— Debería ir con ella —digo.

— Sí, deberías.

Me levanto y paso al lado de Leo para seguir a Bárbara hacia la cabaña y cuando estoy dentro, cierro la puerta.

— ¿Todo bien con Asher? —Le pregunto acercándome a mi cama.

— Sí —sonríe Barb quitándose la ropa—, estoy cansada, eso es todo. Parece que llevo un mes aquí.

— Me pasa —me quito la ropa para ponerme el pijama con desgana. Mañana me toca limpiar con Leo el establo y no estoy muy emocionada por ello.

— Sé que esto es una buena experiencia para nosotras —dice—, pero también lo hubiera sido California con papá.

— Lo echo de menos.

— Y yo. ¡Oh, demonios! —Bárbara me asusta cuando bajo la camiseta de mi pijama. Miro hacia la esquina donde ella mira y me alejo un poco—. ¿Eso es una araña? —Pregunta Bárbara mientras yo ya estoy corriendo hacia la puerta.

Abro la puerta y me choco con un cuerpo. Sus manos se ponen en mis brazos y miro hacia arriba para mirar a Leo. Hoy ha estado todo el día distante conmigo y no sé por qué. ¿He hecho algo? ¿Le pasa algo conmigo?

— ¿Qué ocurre? —Pregunta mirando hacia dentro.

— ¡Hay una araña! Bueno, es una mutación seguramente —dice Bárbara acercándose a nosotros.

Me aparto para que Leo pase y Diego viene detrás con una sonrisa divertida en su rostro. Apoya su cuerpo en el quicio de la puerta y lo miro. Luce tranquilo mientras su hermano se acerca a la esquina. Su vista se fija en mí y la pasa descaradamente por mi cuerpo en ese pequeño pijama de verano. A ver, pequeño, es un pijama normal, pero lo siento pequeño cuando me mira.

— ¿También te dan miedo las arañas? —Me pregunta mirando de nuevo a mis ojos.

— Sí, sobre todo las arañas.

— Y sobre todo si son del tamaño de mi mano —murmura Bárbara y me pongo detrás de Diego para ver cómo Leo observa la araña.

— No se ha movido desde que la vi —dice.

— ¡¿Qué?! —Exclama mi hermana por mí— ¿La habías visto antes?

— Sí, no es grande, por eso no dije nada.

— Leo, creo que tienes un poco distorsionado lo que es grande de lo que es pequeño.

— ¿Tú crees? Dices que es grande cuando es bastante pequeña, dulce B.

Nunca me ha llamado B delante de nadie, por lo que ahora mi hermana tiene su rostro confuso dirigido hacia mí. Ha dejado de importarle la araña porque sabe que hay algo que no le he contado.

— Es grande para ser una araña, querido Leo. Sé lo que es grande y lo que es pequeño depende de lo que se hable.

Diego suelta una carcajada y Leo sonríe de lado, divertido. Me salgo de la cabaña porque he visto demasiados videos de arañas que saltan y Bárbara se queda para asegurarse de que se ha hecho el trabajo y no hay ningún insecto más por ahí.

— ¿Quieres ver el cadáver? —Pregunta Leo al salir de la cabaña.

— No, me fio de Barb.

— De acuerdo —se ríe—, pero era pequeña —dice en voz baja—. Sabrás cuando algo es grande.

Dejo de respirar y miro a Diego, porque ha salido mientras él lo decía. El gemelo de pelo rapado sonríe abiertamente y niega con la cabeza.

— Buenas noches, Bambi —Diego da golpecitos en mi cabeza y entro en la cabaña a toda prisa, cerrando la puerta y apoyándome en ella.

— ¿Qué es eso de "B"? 

••

Bueno, menuda indirecta de Leo.

Diego se lo pasa muy bien observando la situación con Bambi.

El capítulo siguiente os va a encantar. Hay muchas emociones.

Y bueno, a nuestra chica no se le dan muy bien los animales.

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