Capítulo XVI

98 15 4
                                    

-No debí... no debí de haber dicho nada, ni una sola palabra- murmuro Buccellati, mientras Leone solo le miraba de lejos. Mantuvo su distancia de él, mientras le contaba toda la historia, lo que había ocurrido. Sin embargo, algo que le llamo totalmente su atención, es que Abel apareció repentinamente en la habitación, y se acercó a Buccellati.

-Hicimos lo que pudimos, no fue culpa de nadie- hablo, y la historia prosiguió.

¿A qué se refería?

"Bu... Buccellati" susurro adormilado, se encogía bajo el pasto, ya temblaba de frio y ahora también empezaba sudar, mientras dormía. Uno dos, tres días ya sin comer, sin cuidarse del clima, pero él se negaba a irse de ahí. Seguía esperando, sabía que Buccellati iría por él, sabía que Mista le diría que ahí lo buscaría, ahí lo encontraría. No quería irse, porque ahí lo vería.

De lejos, un licántropo lo seguía mirando, desde hacía tiempo, manteniendo su distancia hasta que ya no pudo más, se levantó del suelo y poco a poco se acercó a él, Abakio seguía temblando de frío en medio de la noche, no se defendió, ni siquiera se dio cuenta de él.

"Bu... Bu-Buccellati" repitió entre sueños, mientras el lobo camino rodeándolo lentamente. Respiro sobre su cuerpo, pudo sentir lo helado que estaba Abakio, que no evito sentir piedad por él, que se acostó junto a él. Se sentó tan cerca como pudo de Abakio, y trato de abrazarlo, de cubrirlo un poco, todo con tal de transmitirle algo de calor.

Sin embargo, tan pronto ya ayudaba aquel humano, un matusalén apareció repentinamente a metros de ellos. Tenia sus manos manchadas, su boca afilada, y aquel licántropo reacciono. Aun no era medianoche, y ese matusalén ya violaban el reglamento.

"Dame al humano" le ordeno, pero el licántropo solo gruño. Ni siquiera se puso de pie, no se apartó de Abakio "No hay que pelear, solo quiero al humano" repitió de nuevo, caminando poco a poco hacia ellos. El licántropo se le quedo mirando fijamente, a la misma vez que le volvía gruñir, llamando la atención de otro licántropo más que rondaba el lugar, obligando al matusalén a detenerse.

"Si no me lo dan, tendré que matarlos" les amenazo con sumo atrevimiento, pero ellos no se intimidaron. Aquel recién llegado, apenas sacudió sus manos contra su ropa, y limpio su boca contra su brazo.

"Bu-Buccellati" tartamudeo Abakio de nuevo, sin percatarse de lo que pasaba a su alrededor. Que solo empezó a toser una y otra vez, apoyándose inconsciente contra el licántropo.

"¡Dénmelo! ¡Quiero ayudarlo!" insistió, al ver que no obedecían

"¡No, no selo den!" interrumpió un tercero, apareciendo justo detrás de él, hablando a los licántropos, viendo al rubio a sus espaldas "Sé tus intenciones Giovanna, de nosotros no las puedes ocultar" le hablo el recién llegado, llamando su atención

"Es mi amigo" contesto, lo reconoener "Abel..."

"Tu enemigo" le interrumpió Abel seriamente, cruzando ambos la mirada "Ahora que perteneces a Buccellati, no quieres a nadie en tu camino" le dijo, mirándolo fijamente a los ojos.

"Eso es mentira" reacciono Buccellati, apareciendo junto con Guido, quien no paro de correr hacia Abakio, tan pronto había llegado aquel lugar "Es... ¡Estas mintiendo! ¡Dime que es mentira!" repitió Buccellati molesto en voz alta, pero Abel lentamente volteo a verle. Los licántropos solo veían la escena, preparándose a atacar.

"Solo lee el pensamiento" le contesto fríamente, mientras Giovanna retrocedió, apartándose de ellos.

"No, no, ¡Eso no es cierto!" se defendió el rubio. Pero a Buccellati solo le basto mirarlo a los ojos, y saber que Abel tenía razón, verse el uno al otro. Leer aquel pensamiento, y reconocer el error, saber la verdad.

"¿Me engañaste?" reacciono Buccellati, estupefacto. Lo había engañado "Giovanna ¡Eras mi amigo!"

"Y lo soy, lo soy Buccellati" le contesto rápidamente, caminando hacia él, al sentirse descubierto "Buccellati, te dije que quería que estuviéramos juntos... Todos" le dijo, evitando llorar, al sentir que Buccellati pensaba ahora mal de él. Sin embargo, el pelinegro solo pudo mirarlo fijamente y notar un poco de sangre que tenía aun impregnada en los labios, eso solo le hizo pensar en una cosa, en una persona. En Abakio.

"No voy a lastimarlo" hablo Guido, mirando al licántropo que estaba en medio de su camino, entre él y Abakio. Daba un paso tras otro, tratando de acercarse más a ellos, pero el lobo le gruño "Soy su amigo, lo estaba buscando" les repitió, alzando las manos al aire, para notar que era indefenso.

Guido opto por quedarse quieto, y el licántropo camino lentamente hacia él, frente a frente. Su olfato no pudo mentirle, era un humano. Pero aquel licántropo, no dejaba de ver aquellos matusalenes que estaban del otro lado, aún discutiendo.

"Por favor.... Déjenme ayudarlo" repitió de nuevo Guido, deseando en su interior poder entenderlos, aunque fuese por una noche, solo esa noche. Sin embargo, al menos su mirada le ayudo a que tuvieran compasión, y le dieran el paso hacia Abakio.

"Bucce... llati" murmuro de nuevo, y Guido corrió sin parar hacia él, tras notar que el licántropo no le hizo nada. Buccellati ignoro a Giovanna y corrió tras él, pero el licántropo ahora le detuvo a él.

"Ya estoy aquí Abakio, ya estoy aquí" murmuro Guido, tocando a Abakio rápidamente. Notando que el calor del lobo había ayudado un poco contra el frio que sentía, pero seguía temblando aun, y no dejaba de sudar. Ni siquiera se daba cuenta que su amigo, ahí estaba con el.

"Déjame pasar" rogo Buccellati, el lobo se interpuso "Por favor, déjame pasar" insistió, pero el licántropo le gruño

"Necesitamos un doctor" dijo Guido, mientras trato de tomar a Abakio en sus brazos, y el licántropo que había estado observando a Abakio, se había vuelto humano que no tardó en hacer eso por Guido. Tomo al de cabellos plateados en sus brazos, y le dio la espalda al resto para salir de ahí corriendo.

"Vámonos" fue lo único que le dijo a Guido, mientras él le siguió y Buccellati los miro partir.

"No, no, ¿A dónde van?" reacciono Buccellati, siendo incapaz de ir tras ellos "¿Guido? ¿¡Guido, a donde lo llevan!?" preguntó en voz alta, y quiso seguirlos, pero aun había un licántropo en medio de su camino, y mientras Giovanna ya había desaparecido, Abel tuvo que detener a Buccellati también.

"No, no ¡Abakio! ¡Abakio!" grito, tratando de soltarse del matusalén, quien le detuvo repentinamente al notar que el licántropo frente a ellos, estaba a nada de atacarlos "¡Déjame pasar! ¡Suéltame! ¡Abakio!"

"Déjelos ir" le hablo Abel, negándose a soltarlo "Buccellati, aun no es media noche, tenemos que irnos" le dijo lo más calmado que pudo, mientras el lobo los seguía mirando.

"No puedo dejarlo Abel" le contesto Buccellati, intentando liberarse.

"Tienes que dejarlo" le contesto Abel "Solo por ahora, debes dejarlo" le insistió seriamente, y no tuvo más opción, accedió.

-Eso fue lo último... que yo supe de él- murmuro Buccellati, apartándose de ellos, caminando hacia el balcón y golpeo bruscamente la pared. Se sentía fatal de solo recordar.

-Déjelo- hablo Abel a Leone, notando al humano preocupado.

-¿Qué más paso? ¿Qué paso con Abakio?- pregunto Leone nervioso por la respuesta, aunque no fue nada difícil suponerla.

-El amo ya no supo nada de él, solo yo- contesto Abel, volteándolo a ver, hablaba tan frío, tan tranquilo –La última vez que el amo, vio al joven Abakio.... Murió en sus brazos-

☆.☆.☆.☆
Cruzo los dedos por que guste a quien lee.

Midnight (AbbacchioxBruno)Where stories live. Discover now