Capítulo IV

201 20 4
                                    

Me cuesta ordenar ideas.
GRACIAS por comprensión, apoyo y paciencia.

Y más porque... sé que les debo tres actualizaciones.

☆.☆.☆.☆

Abrió los ojos lentamente, sentía los parpados pesados que le costó trabajo despertarse. Estaba acostado boca abajo, en algo suave que rápidamente identifico como la cama, al sentir que una sabana blanca le cubría hasta los hombros.

Se sentó tan pronto se despertó, y trato de recordar que había pasado. Pero todo era tan borroso dentro de su mente, y tan confuso lo que pensaba que no evito sentir un ligero dolor de cabeza al inicio. Solo hubo una cita, era de noche, habian salido del cine, tenía hambre y camino hacia el parque y Leone...

¡Leone!

Reacciono rápidamente, levantándose de la cama y camino por la enorme habitación. Todo a su alrededor era extraño, nada conocido y la decoración que miraba era realmente antigua

Abrio la puerta, salió al pasillo, el cual tan pronto miro, lo noto enorme. Vio varias puertas a su alrededor, y apenas se podía distinguir hacia donde caminaba, al estar todo oscuro, en el interior. El silencio era enorme, podía oírse el eco de los pasos que poco a poco, se volvieron más y más rápidos al querer buscar una salida. Tenia que salir de ahí, tenía que encontrarlo, tenía que verlo.

¡Leone!

El pasillo se le estaba haciendo largo, demasiado largo mientras seguía corriendo y no encontraba ya ni una sola puerta, no hallaba una salida. ¿Donde demonios estaba? La desesperación, lo convertía en su víctima, y a su amigo, su compañero, no aparecía.

-¡Leone!- alzo su voz, esperando encontrarlo en aquel enorme lugar -¡Leone! ¡Leo...- trato de gritar de nuevo, pero solo sintió como alguien le golpeo contra la pared. Detuvo su camino bruscamente, tomándole del cuello a la vez que lo apretaba y lo levantaba contra el suelo. Trato de verlo, pero el aire tan rápido se le estaba terminando. El chico de pelo negro, pero corto y alborotado, solo le levanto con una sola mano y aunque Bruno intentaba soltarse. No lograba nada. El aire, se agotaba.

-¿A dónde crees que ibas?- le pregunto, mientras solo le apretaba más y más lentamente. Bruno noto que los ojos de ese chico también le brillaban en un rojo carmesí y su boca se veía afilada. Le recordaba a él... a ese chico que había visto antes. ¿Pero que eran? ¿Qué querían de él?

-No puedes ir a ningún lado...- murmuro al no oír respuesta, bajándolo lentamente a su misma altura. Y Bruno sentía que ya no podría soportar un instante más, los ojos empezaban a llorar, su garganta empezaba a lastimar –Bruno- susurro a su oído, acerco su rostro contra el suyo y lentamente suspiro desde su pecho, hasta su cuello

-Delicioso-

-¡Suéltalo!- le ordenaron repentinamente, alzando su voz. A lo que él rápidamente obedeció, dejando caer a Bruno contra el suelo, empezando a toser bruscamente y tratando de recuperar el aliento. Bruno alzo su vista y lo reconoció, aun vestía ese traje elegante y escuchaba sus pasos a través del pasillo, acercándose hasta él.

El otro chico, solo pudo bajar la mirada y apartarse de ellos, aun así Bruno nunca pudo dejar de ver al recién llegado, sintió como acaricio su rostro, hincándose ante él.

-Perdónalo- murmuro –Carece de modales- le dijo, en ese acento tan marcado y educado, mientras Bruno noto a ese chico como le brillaban mas y mas sus ojos, pero a diferencia de antes, ahora mostraban un color verde, y tan profundo

-¿Te lastimo?- le pregunto, pero Bruno no dijo ni una sola palabra. Ni siquiera aparto la mano de ese chico, que siguió acariciándolo, hundiendo su mano contra su cabello negro

-¿Qué quieres de mí?- apenas y pudo murmurar, sin apartar su mirada de sus ojos

-Shh, no tengas miedo- le contesto, a la vez que lo seguía acariciando –No voy a lastimarte, no dejare que nadie te lastime Buccellati- le contesto, mientras Bruno ni siquiera pudo evitar sentir su mirada pesada, él seguía acariciando su pelo, su rostro y Bruno lentamente se estaba durmiendo, sentado en el suelo. Pero el otro chico, no evito mostrar su claro desprecio, contra el ser humano.

-No sé para que lo quieres, es patético-

-Cuida tus palabras Narancia- reacciono el tercero rápidamente, en un tono firme y serio. Volteando a ver al chico, que estaba parado a un par de metros detrás de él –No vas a querer que te lastime ¿Verdad?- le dijo, mientras Narancia lentamente no evito sentir un dolor de cabeza.

Cerró los ojos y el dolor fue creciendo, sentía como sus recuerdos de su mente. Sus pensamientos se iban alterando, cosas de su pasado, todos sus pensamientos se volvían claras pesadillas, que podrían matar de dolor

-Basta... Giorno... basta- rogo, apretando su rostro contra la pared –Lo siento... Perdón- suplico y tan pronto dijo esas palabras, el dolor ceso. A la vez que, un hombre rubio de traje negro, Prosciutto, apareció en la puerta de una habitación

-Mi señor- saludo, hincándose justo tras de Giorno. Ni siquiera pregunto porque Narancia se apoyaba contra la pared, y respiraba lentamente

-¿Cómo salió todo?- pregunto Giorno, y ni siquiera volteo a verlo. Sin embargo hubo un pequeño silencio, que llamo la atención tanto de Narancia como de Giorno -¿Prosciutto?- insistió Giorno tranquilamente, mientras él solo se mordió el labio

-Llegaron ellos... mi señor- respondió Prosciutto, y Giorno volvió la vista a él, tan pronto oyó esas palabras, entendía claramente a quien se refería Giorno al oírle decir 'ellos'

-¿A qué te refieres con eso?- pregunto Giorno, mientras su mirada se clavo sobre él, las pupilas de sus ojos se dilataron y mantenía aun la calma. Pero Prosciutto solo bajo más la mirada, y se oyó un golpe contra la pared que sobresalto a ambos jóvenes. Giorno estaba molesto

-¿Hiciste lo que te dije?- pregunto repentinamente, en un tono de cruda y ruda frialdad -¿Mataste a ese humano?- insistió

-Mi señor ellos...-

-¿Lo mataste? Respóndeme Prosciutto- le interrumpió, alzando su voz –Lo mataste, le rompiste el cuello, lo hiciste pedazos, ¿Uh?-

-No mi señor- murmuro Prosciutto, se estaba poniendo nervioso –Ellos llegaron y...-

-No me importa saber que paso- alzo la voz Giorno, volviendo a golpear la pared y su mirada la tenia claramente clavada contra él –Te deje una tarea muy sencilla y parece que no pudiste con ella- reclamo, manteniendo la compostura, pero después sonrió torciendo la boca, y Prosciutto permaneció callado, no alzaba sus ojos hacia el.

-Ahora... ¿Qué vamos a hacer?- sonrió Giorno, mirando a ambos jóvenes, en un instante,  volvia a estar tranquilo -¿Qué vamos a hacer?-

-Mi señor...-

-¿Te dije que hablaras?- volvió a interrumpir Giorno, y Narancia sonrió

-No mi...-

-Entonces calla!- ordeno Giorno y ambos obedecieron a la orden.

Giorno volvió con Bruno, y le tomo entre sus brazos lentamente. No se despertaba por nada del mundo, lo tenía en un sueño profundo.

-Parece que nunca se cansaran de seguirnos, y menos ahora- comento, mientras solo miro al chico dormir. –Pero aun tienes una tarea que hacer Prosciutto, y Narancia podrá ayudarte con eso-

-¿Qué?- reclamo, el joven pero Giorno solo volteo a verlo

-¿Hay algún problema?- le pregunto indiferente, mientras Prosciutto solo trato de no reaccionar de la misma manera. Pero ninguno respondió -Sera divertido ahora que ya no van contra un simple y patético humano- sonrió, caminando lentamente por el pasillo. Alejándose de ellos.

-Quiero a ese humano... ¡Muerto!- resonó la voz, dentro de la mente de ambos jóvenes. Quienes solo se miraron entre sí, y uno solo dio media vuelta para caminar al exterior brincando por la ventana, mientras el otro rápidamente cruzo la puerta de una habitación, para desaparecer de ahí.

-Pronto- murmuro Giorno, dejando al chico sobre la cama –Solo hay que romper ese pequeño lazo, y en el crepúsculo del anochecer, pronto tú y yo seremos uno solo- susurro, acariciándole el pelo, besando su frente, para dejar a su invitado dormir.

Midnight (AbbacchioxBruno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora